viernes, junio 08, 2007

Momentos de cine (IX): Cinema Paradiso

Carta al Giuseppe Tornatore

Querido Señor Tornatore:

Llevo tiempo queriendo escribir estas palabras sin encontrar el momento. La frenética rutina se llevaba las horas y con ellas, la oportunidad de manifestarle en esta breve carta mi admiración. Sé que no soy el primero, sé que no soy el último y sé que lo que escribo no merece mayor respuesta que los muchos elogios que ha recibido su película Nuovo Cinema Paradiso desde que se estrenara en 1988. No me detendré a hablar de ella como la autobiografía que el cine siempre mereció, humilde y sincera; no le felicitaré por mantenerse a los márgenes del sentimentalismo ni por salpicar su película de deliciosos personajes como el implacable cura censor; tampoco quiero hoy hablar de Alfredo, ya por siempre el proyeccionista predilecto del cine, el inolvidable Jacques Perrin y su entrañable y pequeño amigo Totó.
Nada más lejos, hoy le escribo porque quiero recordar la última escena. El final. Ese clímax con el que no puedo dejar de emocionarme en cada visionado, esos tres minutos de cine mayúsculo que mira a cine imposibles de olvidar una vez contemplados. Quiero recordarlos porque me digo que si mi amor por el cine desfalleciera, esos minutos estarían ahí para devolverme la pasión...

Porque es una declaración de amor que no necesita de palabras.

Porque durante tres minutos, cada uno de nosotros es Totó sentado en ese cine.

Porque es el pequeño homenaje más grande que el cine le dio al cine.

Porque la música de Ennio Morricone es bella hasta lo indecible.

Por Chaplin. Por Renoir. Por Alfredo.

Porque nunca un final tan pletórico de felicidad me hizo derramar una lágrima.

Porque si se acabara el cine, esta sería su última escena...


Atentamente.

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