Yuma es una entrada ineludible en el diccionario del western. El mito envuelve a la prisión de máxima seguridad construida para ser un bastión inexpugnable, donde aquel que entrara se sabía condenado a no ver libre la luz de un nuevo día. Allí tendrían reservado su destino final, por lo tanto, los bandidos más indomables del viejo oeste y allí repercutiría el cine como el más gran cronista de ficciones partidas del pasaje más mitológico de la historia de América. De esta forma, no son pocas las películas en las que la famosa prisión de Yuma es mencionada: el mismo Sergio Leone, alcanzada la cima del spaghetti western, mandó allí a uno de sus más carismáticos personajes, el Cheyenne de Hasta que llegó su hora (C'era una volta il West, 1968) a sabiendas de que el resultado iba a ser, una vez más, la tragicómica reiteración de la habilidosa capacidad del personaje para escapar de los más grandes aprietos.
Pero fue el escritor Elmore Leonard el que tomaría el nombre de Yuma para convertirlo en su MacGuffin argumental para el relato de 1953 3:10 to Yuma, que solo tardaría cuatro años en ser llevada al cine. En 1957, Delmer Daves hizo de Van Heflin el primer Dan Evans, humilde granjero que se embarca en la misión suicida de escoltar hasta el tren de las 3:10 al más peligroso bandido imaginable, un Ben Wade encarnado por Glenn Ford. La película de Daves tuvo una buena acogida en su estreno y forjó en la pantalla unos personajes destinados a protagonizar una inusitada relación entre héroe y villano bajo una premisa ciertamente original.
Cincuenta años después, James Mangold (Cop Land [1997], Inocencia Interrumpida [Girl, Interrupted, 1999] o En la cuerda floja [Walk the Line, 2005]), retoma la historia de Leonard para realizar un western en tiempos ajenos al mismo. Que el cine americano retome un género casi en extinción, a través de películas tan dispares como El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford, Andrew Dominik, 2007) o esta revisión de 3:10 to Yuma (rebautizada en España como El tren de las 3:10) no deja de ser una magnífica noticia. Mangold se ha demostrado en sus películas anteriores como un director eficaz aunque nunca destacado, como un realizador con buena mano en la dirección de sus actores, capaces bajo sus órdenes de componer personajes difíciles, como el Sheriff Heflin de Cop Land o el Johnny Cash de En la cuerda floja. En el caso de El tren de las 3:10, la constante se repite una vez más y nos encontramos ante un western que ni mucho menos se revela como excepcional, pero sí como ejemplar entretenimiento del género que algunos tanto echamos de menos a día de hoy. Nos encontramos ante un western que no reniega de los axiomas clásicos del género, pero que se nutre de escenas de acción que evidentemente pertenecen a estéticas y tendencias contagiadas en la modernidad, donde el ritmo se exige una mayor celeridad en dichas escenas y menor distancia entre las mismas, lejos de clímax alcanzados tras ansiógenas esperas que se resuelven en rápidos enfrentamientos no exentos de una épica preparada. La película de Mangold, sin desatender la composición de sus personajes a través de cuidados pasajes en los que nos cede un respiro entre persecuciones y masivos tiroteos, se ve obligada a hacer concesiones a un público moderno, inadaptado al western, que en su mayoría sólo acudiría a ver una película como El tren de las 3:10 si se les asegura buenas dosis de acción ininterrumpida, bien empacada y presentada en un espectacular tráiler que funcione como reclamo.
El tren de las 3:10 pasa por ser, además, un duelo interpretativo entre sus dos máximas estrellas, Russell Crowe como el encantadoramente malvado Ben Wade y Christian Bale como el encantadoramente desdichado Dan Evans. Ambos resultan convincentes en sus papeles, el primero haciendo de su personaje un simpático antagonista, cruel y con sentido del humor, sorna derivada de su total desprecio por todos aquellos que aspiran a atraparle y conseguir la jugosa recompensa que por su cabeza se ofrece; el segundo como un Dan Evans tocado de orgullo, un granjero tullido que sufre la subyacente compasión de una familia que le quiere, pero apenas sí siente alguna admiración por él. El cruce entre ambos personajes es, por tanto, una excusa satisfactoria para ambos en su camino, pues mientras al personaje de Crowe le parecerá de lo más divertido su custodio, el de Bale encontrará la ocasión única para convertirse en héroe, imprevisto mártir que restaura su honor. La cruzada de Evans en su misión de escoltar a Wade hasta el tren que le lleve a Yuma acabará suponiendo, por supuesto, un acercamiento entre héroe y villano que revelará una compleja relación entre ambos lados de la ley. En el momento Evans tome la suicida decisión de culminar su misión solo ante un pueblo entero dispuesto a arrebatarle a su prisionero, ese proceso toma por fin su forma definitiva en cuanto que el personaje de Crowe ha reconocido y se ha rendido ante la figura del héroe: aquel que ante todas las adversidades del mundo, luchará hasta su último aliento no por falsas empatías o por nobles causas, sino por aquello que se debe a sí mismo y que le hace totalmente inmune a un ejército entero haciendo blanco sobre él.
Así que es el western de Mangold una reivindicación del héroe, el reconocimiento del mismo por su villano por excelencia y la puesta en escena de ambos en una liviana y entretenida aventura que poco debe a los clásicos del género, pero que al menos supone una valiosa recuperación y revisión de los contextos del mismo. El tren de las 3:10 puede ser esa cinta que, muy certeramente, recorte las reticencias de los nuevos espectadores hacia un género con el que nunca crecieron. Y sólo esa razón ya será motivo suficiente de celebración.
-------------------------------------------------------------------------------Pero fue el escritor Elmore Leonard el que tomaría el nombre de Yuma para convertirlo en su MacGuffin argumental para el relato de 1953 3:10 to Yuma, que solo tardaría cuatro años en ser llevada al cine. En 1957, Delmer Daves hizo de Van Heflin el primer Dan Evans, humilde granjero que se embarca en la misión suicida de escoltar hasta el tren de las 3:10 al más peligroso bandido imaginable, un Ben Wade encarnado por Glenn Ford. La película de Daves tuvo una buena acogida en su estreno y forjó en la pantalla unos personajes destinados a protagonizar una inusitada relación entre héroe y villano bajo una premisa ciertamente original.
Cincuenta años después, James Mangold (Cop Land [1997], Inocencia Interrumpida [Girl, Interrupted, 1999] o En la cuerda floja [Walk the Line, 2005]), retoma la historia de Leonard para realizar un western en tiempos ajenos al mismo. Que el cine americano retome un género casi en extinción, a través de películas tan dispares como El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford, Andrew Dominik, 2007) o esta revisión de 3:10 to Yuma (rebautizada en España como El tren de las 3:10) no deja de ser una magnífica noticia. Mangold se ha demostrado en sus películas anteriores como un director eficaz aunque nunca destacado, como un realizador con buena mano en la dirección de sus actores, capaces bajo sus órdenes de componer personajes difíciles, como el Sheriff Heflin de Cop Land o el Johnny Cash de En la cuerda floja. En el caso de El tren de las 3:10, la constante se repite una vez más y nos encontramos ante un western que ni mucho menos se revela como excepcional, pero sí como ejemplar entretenimiento del género que algunos tanto echamos de menos a día de hoy. Nos encontramos ante un western que no reniega de los axiomas clásicos del género, pero que se nutre de escenas de acción que evidentemente pertenecen a estéticas y tendencias contagiadas en la modernidad, donde el ritmo se exige una mayor celeridad en dichas escenas y menor distancia entre las mismas, lejos de clímax alcanzados tras ansiógenas esperas que se resuelven en rápidos enfrentamientos no exentos de una épica preparada. La película de Mangold, sin desatender la composición de sus personajes a través de cuidados pasajes en los que nos cede un respiro entre persecuciones y masivos tiroteos, se ve obligada a hacer concesiones a un público moderno, inadaptado al western, que en su mayoría sólo acudiría a ver una película como El tren de las 3:10 si se les asegura buenas dosis de acción ininterrumpida, bien empacada y presentada en un espectacular tráiler que funcione como reclamo.
El tren de las 3:10 pasa por ser, además, un duelo interpretativo entre sus dos máximas estrellas, Russell Crowe como el encantadoramente malvado Ben Wade y Christian Bale como el encantadoramente desdichado Dan Evans. Ambos resultan convincentes en sus papeles, el primero haciendo de su personaje un simpático antagonista, cruel y con sentido del humor, sorna derivada de su total desprecio por todos aquellos que aspiran a atraparle y conseguir la jugosa recompensa que por su cabeza se ofrece; el segundo como un Dan Evans tocado de orgullo, un granjero tullido que sufre la subyacente compasión de una familia que le quiere, pero apenas sí siente alguna admiración por él. El cruce entre ambos personajes es, por tanto, una excusa satisfactoria para ambos en su camino, pues mientras al personaje de Crowe le parecerá de lo más divertido su custodio, el de Bale encontrará la ocasión única para convertirse en héroe, imprevisto mártir que restaura su honor. La cruzada de Evans en su misión de escoltar a Wade hasta el tren que le lleve a Yuma acabará suponiendo, por supuesto, un acercamiento entre héroe y villano que revelará una compleja relación entre ambos lados de la ley. En el momento Evans tome la suicida decisión de culminar su misión solo ante un pueblo entero dispuesto a arrebatarle a su prisionero, ese proceso toma por fin su forma definitiva en cuanto que el personaje de Crowe ha reconocido y se ha rendido ante la figura del héroe: aquel que ante todas las adversidades del mundo, luchará hasta su último aliento no por falsas empatías o por nobles causas, sino por aquello que se debe a sí mismo y que le hace totalmente inmune a un ejército entero haciendo blanco sobre él.
Así que es el western de Mangold una reivindicación del héroe, el reconocimiento del mismo por su villano por excelencia y la puesta en escena de ambos en una liviana y entretenida aventura que poco debe a los clásicos del género, pero que al menos supone una valiosa recuperación y revisión de los contextos del mismo. El tren de las 3:10 puede ser esa cinta que, muy certeramente, recorte las reticencias de los nuevos espectadores hacia un género con el que nunca crecieron. Y sólo esa razón ya será motivo suficiente de celebración.
3:10 to Yuma. Estados Unidos. 2007. 117'.
Director: James Mangold.
Guión: Halsted Welles, Michael Brandt y Derek Haas; basado en un relato corto de Elmore Leonard.
Producción: Cathy Konrad.
Música: Marco Beltrami.
Fotografía: Phedon Papamichael.
Montaje: Michael McCusker.
Diseño de producción: Andrew Menzies.
Vestuario: Arianne Phillips.
Intérpretes: Russell Crowe (Ben Wade), Christian Bale (Dan Evans), Logan Lerman (William Evans), Ben Foster (Charlie Prince), Peter Fonda (Byron McElroy), Vinessa Shaw (Emma Nelson), Alan Tudyk (Doc Potter), Luce Rains (Weathers), Gretchen Mol (Alice Evans), Dallas Roberts (Grayson Butterfield).
Puntuación: 6
El tren de las 3:10 en la red...
http://www.310toyumathefilm.com/ (Web oficial)
http://www.widepictures.es/eltrendelas310/ (Web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/55/310toyuma.htm (sobre la película)
http://www.elpais.com/articulo/cine/ultimo/refugio/epica/moral/elpepuculcin/20080905elpepicin_6/Tes (crítica en El País de la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1564.html (sobre Russell Crowe)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1363.html (sobre Christian Bale)
http://en.wikipedia.org/wiki/James_Mangold (sobre James Mangold, en inglés)
No tenía ni idea de que fuera un remake.
ResponderEliminarA ver si consigo verla, aunque se me antoja difícil teniendo en cuenta los pocos cines en que la echan y que no creo que dure mucho. Una pena que el western ya no esté adecuadamente valorado ni por el público ni por la crítica ni por las productoras. Y pensar que antes en los cines no cabía un alfiler con estas películas.
Gonzov83 dice:
ResponderEliminarLa vi anoche en los cines del Aqua y realmente me gusto mucho, sobre todo el duelo interpretativo, aunque no sabria con cual de los dos actores quedarme ambos lo hacen genial.
No es un peliculon, pero realmente me parecia el estreno de la semana mas interesante.
Los dos están a la altura, sí. A mí personalmente me gustó un tanto más Russell Crowe, porque me costaba imaginármelo como villano y consiguió convencerme. Aunque Christian Bale, por supuesto, también está bien.
ResponderEliminarNo es por ponernos nostálgicos, pero lo que dices es cierto. Apenas hay sitio para el western en las carteleras.
No he visto ninguna de las 2 pero ya me estoy bajando la clásica y no leo más que críticas positivas acerca del remake. Es una lástima que el western esté de capa caída desde hace varias décadas.
ResponderEliminarNo es que sea un gran western, pero no está mal para matar el gusanillo de películas de este género.
ResponderEliminarHe de reconocer que, la primera mitad, se me ha hecho excesivamente lenta; pero, conforme avanza el metraje, Mangold logra un equilibrio casi perfecto entre las escenas de acción y el desarrollo psicológico de los protagonistas, hasta llegar a esos apoteósicos últimos quince minutos.
Por lo demás, creo que Crow no me convencía tanto desde "L.A. Confidencial". En cuanto a Bale, sigue bordando el papel de torturado (me encantaría comprobar si también es capaz de interpretar un papel cómico). Pero lo de Logan Lerman es muy fuerte. Hacía tiempo que no veía una mirada así de expresiva. Habrá que seguirlo.
Un 6 me parece un pelín bajo. Mejor un 7.