Desde su prólogo mismo, la cinta de Rémi Bezançon demuestra prodigiosa capacidad para conjugar, en el seno del relato fragmentado, un estilo visual arrollador y hasta temerario, en el que la pauta la dan los insultantemente brillantes enunciados de cada capítulo, y el ritmo, las modélicas transiciones. En este último apartado, el catálogo de exquisiteces que acompañan desde la banda sonora encuentra perfecta complicidad con el montaje, a saber una canción que empieza sonando en una suerte de prom infantil para saltar a los cascos de la adolescencia. Suenan David Bowie, The Divine Comedy y Lou Reed. Padre e hijo buscan en una conversación el mejor solo de guitarra, y llegan a la probable conclusión de Freebird (Lynyrd Skynyrd).Leer crítica completa en La Butaca
Primera que nada comentar que me da mucha alegría que este blog se vuelva a reabrir. La verdad se echaba de menos.
ResponderEliminarLa última película que vi, paradójicamente fue esta película francesa. Me gustó mucho, salí del cine con una mezcla de muchos sentimientos, y eso es lo mejor que puede llegar a conseguir una película. El personaje de la hija del matrimonio, hace un papelón y el último momento cuando ocurre lo del padre, es un momento tristísimo, que se recupera con la alegría de lo que está por llegar en el vientre de la chica.
Saludos.
Jordi, deberias ver la serie The Wire
ResponderEliminarVengo ahora de verla del cine y la verdad es que me ha gustado mucho. Me recordó un poco a una pelicula italiana, "Ricordati ti me", que creo que se ha estrenado en españa no hace mucho.
ResponderEliminarMuy buenas las interpretaciones y la banda sonora y genial la escena del final del cojín hinchable.