El remake firmado por Dennis Iliadis hace de aquella imperfecta delicia un sofisticado producto de terror. Pulcro y menos insólito, pero capaz de sobreponerse a aquella imperfección con brillantes soluciones. Esta La última casa a la izquierda se sabe desposeída de la misma capacidad de impacto que su referente disfrutó en su contexto. Y por ello, su horror es premeditado, que no prefabricado, pulido hasta la impecabilidad de sus secuencias más impactantes, a saber la insoportable violación (pese a todo, más soft que la original), o una sangría en el fregadero de la cocina que pretende hacer olvidar la omisión de la castración, tan imborrable en la cinta de 1972. Es decir, esta revisión renunciará a ser aquella desinhibida celebración gore, pero a cambio se sabe capaz de insostenibles tensiones dramáticas y escrupulosidad en el diseño de una matanza agreste, cafre, y rubricada con un epílogo inusitadamente grotesco, reminiscente de la escena más recordada de la Scanners de David Cronenberg.
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