miércoles, septiembre 30, 2009

¡El soplón!



¡El soplón! supone el paso de Steven Soderbergh de retratar un mito de la revolución y la ideología (con austera ampulosidad, con excesos de forma y metraje), a un mito más contemporáneo y acorde a los días de Madoff y la globalización, un mito del engaño explorado por el director con sensibilidad setentera. Marc Whitacre (Matt Damon) es, quizá, el personaje más fascinante que haya pisado su cine, uno que te pasas toda una película intentando escrutar: si en una escena Whitacre parece un simple chupatintas, en la siguiente sospechamos que, tras ese exceso de ingenuidad, se esconde un brillante estratega. Soderbergh edifica toda una trama de malévolas corporaciones internacionales para ponerla al servicio de un personaje inmenso; y Damon, habitual secundario suyo, le corresponde con una interpretación siempre sobresaliente, ahuyentando la sospecha de la mera autoparodia, partiendo de cero para bascular entre el ser desubicado y el maquinador, entre la compulsividad y la premeditación.
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