El mosaico es, pues, lo bastante complejo y lo bastante inabarcable para celebrar el triunfo de Daniel Sánchez Arévalo en un equilibrio narrativo compensado. Máxime cuando este se ve aderezado por atrevimientos varios del montaje (las narraciones personales ilustradas con estupendos incisos visuales, la modélica escena en la que el montaje en paralelo alterna los rostros de Verónica Sánchez y Roberto Enríquez como si ambos compartieran la misma escena de sexo), una narración episódica que abre cada capítulo con una regla del revolucionario tratamiento predicado por el personaje de Antonio de la Torre, y un humor que mejor resulta cuando perpetra incorrecciones varias (hilarante el momento en que el personaje de De la Torre rememora el descubrimiento de su homosexualidad) sin abandonar cierto costumbrismo. Peor parada sale Gordos, en cambio, cuando apuesta, hacia sus últimos compases, por un dramatismo desaforado que no deriva de un in crescendo creíble. Demasiados discursos autoconscientes, demasiada exposición de las mezquindades de sus protagonistas, demasiadas vueltas existenciales. Y una pérdida fatal de sentido del humor.
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Pues a mi me gustó tanto como la de Azuloscurocasinegro. No sabria por cual decidirme. Eso sí, destacaría el papel del que hace de homosexual, que no me se el nombre del actor. Ya en la otra pelicula tambien me gusto mucho y en un papel completamente diferente.
ResponderEliminarAntonio de la Torre, a mí aquí me ha gustado bastante más que en "Azuloscurocasinegro" (también es un papel más difícil).
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