Se trata, sobre todo, de coherencia sentimental. Los espectadores que crecimos al través de las dos primeras entregas deberíamos entender mejor que nadie la misiva que lanza Toy story 3: alcanzada la adultez, se hace necesario el relevo generacional (y con él, la herencia emocional) en el patio de juegos, no sin antes una entregada, sentidísima despedida. Esta tercera parte es ese rendido adiós que conmueve por sincero, pero también uno festivo que lo mismo se traduce en un estallido de alegre autorreferencialidad que se significa en un voraz ejercicio de fagocitación de géneros. La asunción del western en la anfetamínica intro o del cine carcelario en esa tenebrosa aula de guardería no son caprichosas invocaciones, sino señales inequívocas de una caligrafía madura pero gozosa. Dicho de otra manera, Toy story 3 se permite ser deliciosamente excesiva porque ha aprendido a ser un intachable amplificador de las virtudes de sus precedentes, porque ha concebido una celebración tarantiniana del guiño como un camino más hacia la carcajada ingente, o interpretado la villanía como resultado de las heridas de un juguete en principio diseñado para amar.
En la imagen: Fotograma de Toy story 3 – Copyright © 2010 Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures. Distribuida en España por Walt Disney Studios Motion Pictures Spain. Todos los derechos reservados.
Vale que sea buena, pero como para un 10? No te has mojado demasiado ahi?
ResponderEliminarSinceramente, y a pesar del entusiasmo, creo que no. Es lo mejor que he visto en lo que va de año y para mí es la despedida perfecta de una saga casi siempre sobresaliente. No veo porque no ponerle un 10...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el 10, Jordi. No sé cómo lo hace, pero Pixar, por muchas expectativas que deposite en sus películas, nunca me decepciona.
ResponderEliminarPD: Es muy difícil captar mejor la esencia de Ken y Barbie. Nada más que por eso, esta película ya se merecía un 10.