lunes, agosto 02, 2010

La vida en tiempos de guerra


No se trata, sin embargo, de una repetición de aquella exposición tremebunda de miserias, míseros y miserables que les conminan a la soledad. La vida en tiempos de guerra sería, más bien, la constatación de que ninguno de ellos recibió un salvavidas a última hora, de que el monstruo sigue solo hasta la hora de su sacrificio y de que el que ya lo culminó, sigue sufriendo la vejación emocional bajo forma espectral: Andy (Paul Reubens) ahora reclama desde el más allá su posibilidad de felicidad, pero la negación reiterada de Joy provoca de nuevo la reacción furibunda del condenado; Allen ocupa el lugar de Andy, sigue sus aciagos pasos y reclama el suicidio de Joy como acto de justicia de amor. En esta Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999) sin redención ni clemencia, todo es post-traumático (el clonazepam, el pavor al contacto) y nada apunta a la esperanza en la gramática del autor. Todo llega después de la tormenta, después del 11-S y del huracán Katrina, de la pedofilia y del desengaño: en el momento de sentarse entre las ruinas y cuestionar el beneficio de la supervivencia.
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En las imagen: Fotograma de La vida en tiempos de guerra – Copyright © 2009 Werc Werk Works. Distribuida en España por Golem. Todos los derechos reservados.

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