En este verano bien parecido a lo que sería un infierno en la tierra, me encuentro en una verdadera encrucijada. Prontó hará dos meses que no voy al cine. Por un lado, no tengo tiempo para ello. Por otro, me asusta la cartelera que te puedes encontrar en el periódico. Verano aciago (uno más), que tengo que compensar de alguna manera. El poco espacio que me queda para ver películas me obliga a ser más selectivo que de costumbre. No acepto cualquier cosa en mi dvd y es por eso que echo la vista atrás y soy consciente de las contínuas alabanzas que he ido lanzando a las últimas películas que he ido digeriendo. Menos tiempo, mejor elección, y más probabilidad de encontrarte con alguna gran película. O incluso, vete a saber, con una obra maestra. Como La Soga.
Repito: obra maestra, como La Soga. Tuve la suerte de crecer viendo películas de Hitchcock. Pasé horas revisando junto a mis padres viejas películas de VHS cargadas de suspense, terror y fascinación. Se llamaban Con la muerte en los talones, Frenesí, Los pájaros, Cortina Rasgada, Topaz, El hombre que sabía demasiado, Encadenados, Rebeca... y sobre todo, Vértigo (De entre los muertos). James Stewart y Kim Novak fueron para mí dioses menores a merced de una deidad suprema llamada Hitchcock capaz de alucinarme con su más perfecta y onírica obra jamás realizada. Desde el primer momento supe que aquella sería una de las películas de mi vida, insultantemente sólida, misteriosa hasta lo indecible, perturbadora y necrofílica, Vértigo maneja al espectador como una marioneta y le hace partícipe del más diabólico pacto entre el amor y la muerte. Cuando encuentras una película que te marca tanto, resulta si no difícil imposible extraer sus defectos y no etiquetarla con el tópico de obra maestra.
Pasaron algunos años y muchas más cosas. Volví a Hitchcock hace poco recuperando una de mis pendientes más vergonzantes, Psicosis, para más recientemente rescatar Extraños en un tren, de la que aquí di buena cuenta. Hace unos días vi La Soga. Y me ha vuelto a pasar.
Si La soga no es una película perfecta, se le parece mucho. Inscrita en su filmografía como el mayor capricho del británico, se trata de una película con un único escenario (el interior de un apartamento) que Hitchcock (quien por primera vez se hacía cargo de la producción en solitario) pretendió rodar con un único plano y en tiempo real. Dicha pretensión hacen de La Soga una particularidad en su obra y, por cierto, la primera en color. El resultado final de este complicado reto que se propuso Hitch fue exitoso sólo en parte: La soga está rodada en 10 planos secuencias de 8 minutos, justo la cantidad de película que podía soportar la cámara. Las transiciones entre dichos planos son sutiles durante el metraje de la película, utilizando elementos como las chaquetas de los actores. Dada la ambición de querer rodar La Soga en tiempo real, el director inglés apremiaba a su equipo de rodaje para hacer el cambio de rollo lo más rápido posible. A estas circunstancias se le agregó el problema de la luz natural, ya que la fiesta en la que se centra la narración comienza al final de una tarde y acaba en plena noche, teniendo que compensar la puesta de sol con una trabajada iluminación dentro de las habitaciones donde se rodaba. Finalmente, La soga no culminó su objetivo de transcurrir en tiempo real (en 80 minutos transcurren lo que serían algo más de 100), ni tampoco resultó estar grabada en un único plano-secuencia (de hecho, varias escenas tuvieron que ser repetidas), pero revisionarla casi 60 años después sigue resultando tan especial y divertido como en 1948.
Repito: obra maestra, como La Soga. Tuve la suerte de crecer viendo películas de Hitchcock. Pasé horas revisando junto a mis padres viejas películas de VHS cargadas de suspense, terror y fascinación. Se llamaban Con la muerte en los talones, Frenesí, Los pájaros, Cortina Rasgada, Topaz, El hombre que sabía demasiado, Encadenados, Rebeca... y sobre todo, Vértigo (De entre los muertos). James Stewart y Kim Novak fueron para mí dioses menores a merced de una deidad suprema llamada Hitchcock capaz de alucinarme con su más perfecta y onírica obra jamás realizada. Desde el primer momento supe que aquella sería una de las películas de mi vida, insultantemente sólida, misteriosa hasta lo indecible, perturbadora y necrofílica, Vértigo maneja al espectador como una marioneta y le hace partícipe del más diabólico pacto entre el amor y la muerte. Cuando encuentras una película que te marca tanto, resulta si no difícil imposible extraer sus defectos y no etiquetarla con el tópico de obra maestra.
Pasaron algunos años y muchas más cosas. Volví a Hitchcock hace poco recuperando una de mis pendientes más vergonzantes, Psicosis, para más recientemente rescatar Extraños en un tren, de la que aquí di buena cuenta. Hace unos días vi La Soga. Y me ha vuelto a pasar.
Si La soga no es una película perfecta, se le parece mucho. Inscrita en su filmografía como el mayor capricho del británico, se trata de una película con un único escenario (el interior de un apartamento) que Hitchcock (quien por primera vez se hacía cargo de la producción en solitario) pretendió rodar con un único plano y en tiempo real. Dicha pretensión hacen de La Soga una particularidad en su obra y, por cierto, la primera en color. El resultado final de este complicado reto que se propuso Hitch fue exitoso sólo en parte: La soga está rodada en 10 planos secuencias de 8 minutos, justo la cantidad de película que podía soportar la cámara. Las transiciones entre dichos planos son sutiles durante el metraje de la película, utilizando elementos como las chaquetas de los actores. Dada la ambición de querer rodar La Soga en tiempo real, el director inglés apremiaba a su equipo de rodaje para hacer el cambio de rollo lo más rápido posible. A estas circunstancias se le agregó el problema de la luz natural, ya que la fiesta en la que se centra la narración comienza al final de una tarde y acaba en plena noche, teniendo que compensar la puesta de sol con una trabajada iluminación dentro de las habitaciones donde se rodaba. Finalmente, La soga no culminó su objetivo de transcurrir en tiempo real (en 80 minutos transcurren lo que serían algo más de 100), ni tampoco resultó estar grabada en un único plano-secuencia (de hecho, varias escenas tuvieron que ser repetidas), pero revisionarla casi 60 años después sigue resultando tan especial y divertido como en 1948.
Sinopsis: dos compañeros de piso y estudiantes, Brandon y Phillip (John Dall y Farley Granger), asesinan (con una soga, por supuesto) a su otro compañero de piso, David (Dick Hogan), para demostrar que el crimen perfecto es posible. Tras el asesinato, ocultan el cuerpo en un baúl, poco antes de que empiece la fiesta que habían organizado en su apartamento a la que están invitados, entre otros, los padres de David, su prometida, y el ex novio de la misma y amigo común. Un invitado destacará por encima de los demás. El antiguo tutor de instituto de los tres compañeros, Rupert (James Stewart) es un hombre extréncico y extremadamente inteligente, el único realmente capaz de llegar a sospechar algo de un asesinato milimétrico y cuidado al detalle. A medida transcurre la fiesta y todos los invitados se preguntan dónde esta David, las sospechas empiezan a despertarse, el ambiente se enrarece y los nervios se desatan... El resultado es, como cabría esperar de Hitchcock, una velada inolvidable.
Y eso es La soga. Tan simple, y tan perfecta. Apenas un puñado de actores y una trama sencilla pero brillantemente desarrollada, apoyada en la pericia técnica de su autor, que una vez más demuestra hasta qué punto es capaz de ejercer el control sobre su película y sobre las emociones del espectador. La soga es inusualmente intensa, capaz de incrementar progresivamente la tensión hasta alcanzar ritmo de taquicardia, superando cualquier expectativa que cabría esperar... No sería así si buena parte de ese suspense no estuviera sostenido sobre esos actores que demuestran bien una solidez y fuerza innatas (caso de John Dall o Farley Granger, que además apuntillan sus papeles con ese toque de ambigüedad sexual que tienen Brandon y Phillip) o una veteranía que desborda la pantalla (inmenso, irónico, genial James Stewart). Todos ellos son partícipes de una pequeña y magistral adaptación de las tablas al cine (está basada en la pieza teatral Rope's end de Patrick Hamilton) que se rebela violentamente contra el apelativo de "película menor".
Un desafío para Hitchcock. Un desafío a la moral del público. Un desafío interpretativo... Desafíos resueltos con éxito y sin fisuras. Desafíos que sorprenden y gustan. Desafíos que te enganchan desde el primer plano y te dejan patidifuso en el último. Un legado que desafió y sigue desafiando a todos aquellos que pretendieron la sucesión en el trono del suspense. Y con ese aún no ha podido nadie.
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Rope. Estados Unidos. 1948. 80'.
Director: Alfred Hitchcock.
Guión: Hume Cronyn, basado en la obra teatral Rope's end de Patrick Hamilton.
Intérpretes: John Dall (Brandon), Farley Granger (Phillip), James Stewart (Rupert), Dick Hogan (David), Cedric Hardwicke (padre de David), Joan Chandler (Janet)
Puntuación: 10
Si aún no te aprieta la soga...
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1154.html (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2914.html (sobre Alfred Hitchcock)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article148.html (sobre James Stewart)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article101.html (sobre Farley Granger)
Tendré que verla. No me da abasto a ver todas las películas que me recomiendan. Según veo películas aún me quedan más por ver, es posible?
ResponderEliminarRespecto a las técnicas de la película, es increíble que un ejemplo de experimentación sea a la vez tan "comercial" (obviando las connotaciones negativas del término). Es algo que sólo consigue Hitchcock?
Jeje, sí, tenemos el mismo problema... Últimamente no tengo mucho tiempo para ver (igual veo una o dos por semana, no más), así que me toca elegirlas mejor. Esta me ha impresionado. Muchísimo. Recomendada queda.
ResponderEliminarLa prioridad de Hitchcock era hacer películas que llenaran salas, no que fueran alabadas por la crítica y dejadas de lado por el público. A la vez, era consciente de que debía jugar con ese público y era incapaz de dejar una sola escena sin algún elemento que resultara llamativo, atractivo al espectador. Es decir, en sus películas es muy difícil si no imposible encontrar una escena "de relleno", banal, o un diálogo que no aporte nada a ese espectador.
En el caso de La Soga, esto queda aún más claro, es increíble como es capaz de mantener tu atención durante esos 80 minutos de película sin salir del apartamento y sin recurrir casi al montaje.
Un genio, no me canso de repetirlo...
Por cierto, que no me di cuenta si salía Hitchcock en la única toma que hay de la calle y he tenido que buscarlo por ahí. Al final lo he encontrado (sale cruzando la calle) en una página bastante curiosa. Recoge todas las apariciones de Hitchcock en sus películas. Es interesante, aunque la músiquita molesta. Si alguien le quiere echar un ojo...
ResponderEliminarhttp://www.gratisweb.com/juan810/apariciones.htm
(Carlos, cúrrate alguna pal' niño, que en nada es su cumpleaños...).
ResponderEliminar:D
Con esto ya has dicho mucho, jaja. No sabía lo de la colección, pero bueno, yo tengo la mayoría en cd's y dvds de esos múltiples de peliculas. Si estáis interesados en alguna, no tenéis más que pedirla.
P.D.: Aguiló, ahora no hagas como que no lo has leído :p
Atún tún tún...
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