miércoles, enero 16, 2008

Lock, stock and two smoking barrels



Entre lo inclasificable y lo descarado, entre lo explosivo y lo inteligente... en algún lugar entre esos adjetivos se sitúa el Guy Ritchie de Lock, stock and two smoking barrels, como se sitúa el Guy Ritchie de Snatch, cerdos y diamantes. El inglés es un extraño caso, poco prodigado en el cine en la última década al que le ha dado tiempo a despertar admiraciones de su mágica fórmula de noir de bajos fondos londinenses, de humor socarrón y planteamientos de enredo que tan bien explotara en aquellas dos películas antes de ceder a los caprichos de su bien conocida esposa en aquella Barridos por la marea (Swept away, 2002).

Lock, stock and two smoking barrels es una demostración que uno de los cineastas ingleses más prometedores hacía de su talento para desarrollar narrativas paralelas donde la condición peculiar, estúpida o inexperta de los diferentes criminales interventores y la tangencia de las líneas argumentales que conllevaban daban como resultado un mosaico hilarante. Ritchie se desenvuelve con frescura e inteligencia en un contexto favorable al humor negro, creando un conflicto de intereses entre distintos grupos de delincuentes de poca monta, matones venidos a menos y una parodia de rey del porno y del hampa en un suburbio cualquiera de la capital inglesa. El director se mueve de uno a otros a través de un estilo visual rabioso, de vocación videoclipera por momentos (la escena inaugural o la partida de póquer), que alterna la cámara lenta y su posterior aceleración (la borrachera de los cuatro amigos) y estiliza la imagen a su gusto con algunas semejanzas que remiten a sus contemporáneas Trainspotting (Danny Boyle, 1996) y Corre Lola Corre (Tom Tykwer, 1998). Visualmente, Lock, stock and two smoking barrels sorprende gratamente e insufla un ritmo trepidante acorde con una narración que se mueve a través de un guión sumamente inteligente y unos diálogos afilados y viperinos como pocos. Entre las virtudes a enumerar, quizás esta última sea la más meritoria por ser el cuerpo constituyente de un humor eminentemente verbal, exponenciado y plenamente aprovechado durante todo el metraje de la cinta y muy especialmente en las conversaciones de cuatro amigos desesperados que deben encontrar 500.000 libras en una semana o afrontar la pérdida de sus dedos.



Un reparto de poco conocidos actores ofrecen interpretaciones nunca brillantes pero incuestionablemente efectivas, incorporando personajes que Ritchie tiene completamente definidos en su propio imaginario y a los que recurrirá en Snatch, cerdos y diamantes como una continuación de los mismos (en el caso de Vinnie Jones, supone la repetición de su personaje). Todos ellos son manejados a la perfección y antojo de Guy Ritchie hacen funcionar una propuesta que, por definición, se debe a la interacción de sus personajes y sus múltiples líneas argumentales, las cuales se abren en momentos tan inesperados como en los de su conclusión (un tipo envuelto en llamas sale de un pub). Y es que una de las cualidades de las que puede ineludiblemente presumir Lock, stock and two smoking barrels es su constante capacidad para sorprender, efectiva desde el primer hasta el último minuto. Eso hace de ella una película modelo que pocos pueden seguir y que recoge, sin imitar ni envidiar, tarantinescas similitudes con Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994). Es, en definitiva, la película con la que cualquier jovenzuelo pretencioso de talento y desparpajo quisiera debutar y triunfar.

La equiparación presupuesto-éxito de Lock, stock and two smoking barrels se saldó aquí con el justo y creciente culto que la película ganó en su día y acrecentó posteriormente tras el estreno de Snatch, cerdos y diamantes, una repetición de la fórmula con un generoso aumento de presupuesto, tras la cuál no pocos acudían al videoclub en busca de la anterior película de aquel tipo casado con Madonna. Un talento al que añadir a la bienvenida lista de directores ingleses que en la última década trajeron nuevos aires a su cinematografía, tipos como Danny Boyle, Edgar Wright o Neil Mashall, a los que valió la pena darles una oportunidad.
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Lock, Stock and two smoking barrels. Reino Unido. 1998. 106'.
Director: Guy Ritchie.
Guión: Guy Ritchie.
Fotografía: Tim Maurice-Jones.
Música: Varios.
Intérpretes: Jason Flemyng (Tom), Dexter Fletcher (Soap), Jason Statham (Bacon), Steven Mackintosh (Winston), Nicholas Rowe (J), Charles Forbes (Willie), Nick Marcq (Charles), Vinnie Jones (Big Chris).
Puntuación: 8
Sigue apostando...
http://www.imdb.com/title/tt0120735/ (sobre la película)
http://en.wikipedia.org/wiki/Lock,_Stock_and_Two_Smoking_Barrels (sobre la película, en inglés)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1955.html (crítica de la película)

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