En Texas el desierto se extiende en arenosas llanuras donde los arbustos son arrastrados por el viento, los coyotes corretean en busca de su presa y, más allá de la última carretera secundaria, aún puedes encontrar una vieja cabaña habitada por un no menos viejo solitario. Es lugar para envejecer solo y aprender a apreciar las viejas historias, aprender a escuchar y olvidar el agujero en el que se está convirtiendo el podrido mundo en el que vives. Sitio de arraigos, tumba de animales sedientos y narcotraficantes malparados, los mayores de Texas parecen estar de vuelta de todo y sólo desean afrontar el retiro y dejarse embargar por la melancolía. Algo así como el sentimiento que también embarga No es país para viejos, una joya entre el cine negro y el western fronterizo que ha devuelto tras muchos años de espera a los mejores Coen posibles, aquellos que impregnaron de sangre y pesimismo las nevadas tierras de Fargo, Dakota del Norte.
No es país para viejos adapta la novela homónima de Cormac McCarthy. Se trata de la primera adaptación para la pantalla que los hermanos Coen realizan, seguramente sabedores de que la novela ofrecía un valioso material para su particular imaginario. Pesimista, sí. Y también dotada de un excelso abanico de personajes de ademanes cansados, unos, y de naturaleza deshumanizada, otros. La historia narra la huída de Llewelyn Moss (Josh Brolin), un veterano de Vietnam que pasa sus horas cazando en el desierto hasta que encuentra, durante una cacería, los restos de una masacre. Allí, en medio de la nada, un intercambio infructuoso de un cártel del narcotráfico ha dejado como saldo varios cadáveres, un perro muerto y un maletín lleno de dinero que Moss se lleva. Pero como bien sospecha, no es el único pretendiente de susodicho maletín y pronto aparecerán en su búsqueda Anton Chigurh, un sociópata de ridículo pelo y escalofriantes procedimientos cuya arma predilecta es una bombona que dispara aire comprimido (Javier Bardem), un emisario del dueño del dinero que reclama su pertenencia (Woody Harrelson) y un sheriff al borde del retiro (Tommy Lee Jones) que vaga con desgana tras la pista de la matanza junto a su ayudante novato y de pocas luces (Garret Dillahunt). Este abanico de personajes que Joel y Ethan Coen trasladan del papel a la pantalla disfrutan de una riqueza pocas veces presente en el cine contemporáneo: desde Llewellyn al sheriff, todos ellos pueden ser leídos como estados de ánimo que se derivan y complementan con su entorno, escenarios desérticos en pleno desierto o en la noche de un pueblo fantasma, lugares comunes para hombres chapados a la antigua, cansados y que de alguna manera intuyen el día del juicio final a la vuelta de la esquina.
Noir tejano de un detallismo extremo, No es país para viejos supone toda una redención para unos autores de capa caída en los últimos tiempos que vuelven a demostrar su excepcional capacidad e inteligencia para contar historias en la pantalla. Su película es una pesimista exploración del ser humano y sus motivaciones en un contexto hostil, favorable al abandono y la soledad al que cada uno de sus implicados está condenado. Es también algo muy cercano a una obra maestra, edificada desde el gusto por el detalle y la posibilidad de reeducar el cine en el uso de los silencios. Los personajes de No es país para viejos no hablan si no tienen nada que decir, y nos golpean con una descarga de pesimismo cada vez que lo hacen. El sheriff cuenta historias sólo para recordarse melancólicamente los viejos tiempos en el ocaso de su vida. Cuando no hay palabras de por medio, los sonidos llenan y otorgan sentido a la narración con magisterio, y la ilustración de una de las escenas más brillantes basta para demostrarlo: Moss, refugiado en la habitación de una hotel y arma en mano, espera sentado en la cama frente a la puerta esperando a que su perseguidor aparezca; sospechando que algo ocurre, Moss llama a recepción mientras Chigurh se acerca por el pasillo, de manera que escuchamos en la lejanía un teléfono que nadie contesta, el sonido de unas pisadas y el pitido del indicador de Chigurh, que acelera su frecuencia a medida se acerca donde Moss; cuando ambos están frente a frente, a sendos lados de la puerta, y Moss puede ver los zapatos de Chigurh por debajo del hueco, el ligerísimo sonido que produce su arma al ser cargada es respondido con los pasos de Chigurh que pasan la puerta de largo y, finalmente, el sonido de una bombilla siendo desenroscada, previo al inicio del tiroteo. Establece así, esta escena, un diálogo entre sonidos diegéticos y extradiegéticos con significado propio capaz de establecer por sí solo una tensión insostenible.
Minuciosa en otorgar a cada imagen sentido y significación, No es país para viejos consigue poner al espectador en lenta y permanente hipnosis en su fascinación y descubrimiento de una gran película a través de los pequeños detalles. La meticulosidad largamente demostrada en todo su metraje merece ser observada en más de un visionado y lleva, en un momento concreto del mismo, a establecer la que es una de las mejores, si no la mejor elipsis en muchos años de cine, la cuál, para no desvelar ninguno de los gratificantes secretos que la película atesora, sólo añadiré que se encuentra en los zapatos de Bardem. Y hablando del actor español, sólo queda reafirmar los elogios que largamente ha recibido en su interpretación de un asesino más allá de cualquier estereotipo atribuido al adjetivo, más allá de las motivaciones, más allá de cualquier criterio y mucho más allá de cualquier tipo de locura. Chigurh ha superado todas esas fases y mata por inercia, curiosidad o por cumplir su palabra consigo mismo. Y cuando Chigurh mata, Bardem hiela la sangre con una extraña expresión que combina tranquilidad, amabilidad y sadismo. Sencillamente aterrador, aterradoramente perfecto y digno batiente de un Tommy Lee Jones que parece no necesitar interpretar para ser un sheriff cansado y afrontando su jubilación, crecientemente consciente de que su tiempo ya ha pasado. En un grado menor de magnificencia pero no menor solidez, Josh Brolin y Woody Harrelson cumplen sobradamente sus cometidos y completan un reparto lleno de interpretaciones sin fisuras, acordes con el perfeccionista acabado de la película de los Coen. Por supuesto, no falta todo un elenco de secundarios que, menos marcados pero siempre presentes, ejemplifican el gusto de los hermanos por los personajes de subrayadas peculiaridades, cuando no freaks, que pueblan en mayor o menor densidad todas y cada una de sus películas.
Llena de sabiduría cinematográfica y con el sabor de las grandes historias encontradas allá donde nadie las busca, No es país para viejos es una obra perteneciente al mejor cine de los Coen y hermanada con la igualmente excepcional Fargo, de la que sólo se distingue por su enfatizada melancolía y la menor incidencia de un humor negro que, si bien no desborda el metraje como en aquella, ciertamente salpica algunos pasajes con gran acierto (el trío de mariachis cantándole una ranchera a un Llewelyn herido, casi moribundo). Incluso esa suerte de duelo de banjos marcados por el tiempo de un reloj, ese regalo para los oídos compuesto por Carter Burwell y aunque de partitura bien distinta, tiene los mismos aires pesimistas que sonaban en la banda sonora de Fargo. Signo, por otro lado, de la perfecta compenetración y entendimiento de los hermanos con el equipo humano que se encuentra tras la cámara en cada uno de sus trabajos y que es capaz, en su mayor rendimiento, de ofrecer cine de muchos, muchos quilates. Como este.
-----------------------------------------------------------------------------------------
No country for old men. Estados Unidos. 2007. 122'.
Director: Joel y Ethan Coen.
Guión: Joel y Ethan Coen; basado en la novela de Cormac McCarthy.
Montaje: Roderick Jaynes.
Fotografía: Roger Deakins.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Música: Carter Burwell.
Producción: Joel Coen, Ethan Coen y Scott Rudin.
Intérpretes: Josh Brolin (Llewelyn Moss), Tommy Lee Jones (sheriff Bell), Javier Bardem (Anton Chigurh), Woody Harrelson (Wells), Garrett Dillahunt (Wendell), Kelly Macdonald (Carla Jean), Tess Harper (Loretta Bell).
Puntuación: 9
Más información...
http://www.nocountryforoldmen.com/ (web oficial)
http://www.nocountryforoldmen.co.uk/intl/es/ (web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/54/nocountryforoldmen.htm (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1437 (sobre Javier Bardem)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2965.html (sobre Tommy Lee Jones)
http://en.wikipedia.org/wiki/Josh_Brolin (sobre Josh Brolin, en inglés)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1924.html (sobre los hermanos Coen)
http://www.carterburwell.com/main/home.shtml (sobre Carter Burwell)
No es país para viejos adapta la novela homónima de Cormac McCarthy. Se trata de la primera adaptación para la pantalla que los hermanos Coen realizan, seguramente sabedores de que la novela ofrecía un valioso material para su particular imaginario. Pesimista, sí. Y también dotada de un excelso abanico de personajes de ademanes cansados, unos, y de naturaleza deshumanizada, otros. La historia narra la huída de Llewelyn Moss (Josh Brolin), un veterano de Vietnam que pasa sus horas cazando en el desierto hasta que encuentra, durante una cacería, los restos de una masacre. Allí, en medio de la nada, un intercambio infructuoso de un cártel del narcotráfico ha dejado como saldo varios cadáveres, un perro muerto y un maletín lleno de dinero que Moss se lleva. Pero como bien sospecha, no es el único pretendiente de susodicho maletín y pronto aparecerán en su búsqueda Anton Chigurh, un sociópata de ridículo pelo y escalofriantes procedimientos cuya arma predilecta es una bombona que dispara aire comprimido (Javier Bardem), un emisario del dueño del dinero que reclama su pertenencia (Woody Harrelson) y un sheriff al borde del retiro (Tommy Lee Jones) que vaga con desgana tras la pista de la matanza junto a su ayudante novato y de pocas luces (Garret Dillahunt). Este abanico de personajes que Joel y Ethan Coen trasladan del papel a la pantalla disfrutan de una riqueza pocas veces presente en el cine contemporáneo: desde Llewellyn al sheriff, todos ellos pueden ser leídos como estados de ánimo que se derivan y complementan con su entorno, escenarios desérticos en pleno desierto o en la noche de un pueblo fantasma, lugares comunes para hombres chapados a la antigua, cansados y que de alguna manera intuyen el día del juicio final a la vuelta de la esquina.
Noir tejano de un detallismo extremo, No es país para viejos supone toda una redención para unos autores de capa caída en los últimos tiempos que vuelven a demostrar su excepcional capacidad e inteligencia para contar historias en la pantalla. Su película es una pesimista exploración del ser humano y sus motivaciones en un contexto hostil, favorable al abandono y la soledad al que cada uno de sus implicados está condenado. Es también algo muy cercano a una obra maestra, edificada desde el gusto por el detalle y la posibilidad de reeducar el cine en el uso de los silencios. Los personajes de No es país para viejos no hablan si no tienen nada que decir, y nos golpean con una descarga de pesimismo cada vez que lo hacen. El sheriff cuenta historias sólo para recordarse melancólicamente los viejos tiempos en el ocaso de su vida. Cuando no hay palabras de por medio, los sonidos llenan y otorgan sentido a la narración con magisterio, y la ilustración de una de las escenas más brillantes basta para demostrarlo: Moss, refugiado en la habitación de una hotel y arma en mano, espera sentado en la cama frente a la puerta esperando a que su perseguidor aparezca; sospechando que algo ocurre, Moss llama a recepción mientras Chigurh se acerca por el pasillo, de manera que escuchamos en la lejanía un teléfono que nadie contesta, el sonido de unas pisadas y el pitido del indicador de Chigurh, que acelera su frecuencia a medida se acerca donde Moss; cuando ambos están frente a frente, a sendos lados de la puerta, y Moss puede ver los zapatos de Chigurh por debajo del hueco, el ligerísimo sonido que produce su arma al ser cargada es respondido con los pasos de Chigurh que pasan la puerta de largo y, finalmente, el sonido de una bombilla siendo desenroscada, previo al inicio del tiroteo. Establece así, esta escena, un diálogo entre sonidos diegéticos y extradiegéticos con significado propio capaz de establecer por sí solo una tensión insostenible.
Minuciosa en otorgar a cada imagen sentido y significación, No es país para viejos consigue poner al espectador en lenta y permanente hipnosis en su fascinación y descubrimiento de una gran película a través de los pequeños detalles. La meticulosidad largamente demostrada en todo su metraje merece ser observada en más de un visionado y lleva, en un momento concreto del mismo, a establecer la que es una de las mejores, si no la mejor elipsis en muchos años de cine, la cuál, para no desvelar ninguno de los gratificantes secretos que la película atesora, sólo añadiré que se encuentra en los zapatos de Bardem. Y hablando del actor español, sólo queda reafirmar los elogios que largamente ha recibido en su interpretación de un asesino más allá de cualquier estereotipo atribuido al adjetivo, más allá de las motivaciones, más allá de cualquier criterio y mucho más allá de cualquier tipo de locura. Chigurh ha superado todas esas fases y mata por inercia, curiosidad o por cumplir su palabra consigo mismo. Y cuando Chigurh mata, Bardem hiela la sangre con una extraña expresión que combina tranquilidad, amabilidad y sadismo. Sencillamente aterrador, aterradoramente perfecto y digno batiente de un Tommy Lee Jones que parece no necesitar interpretar para ser un sheriff cansado y afrontando su jubilación, crecientemente consciente de que su tiempo ya ha pasado. En un grado menor de magnificencia pero no menor solidez, Josh Brolin y Woody Harrelson cumplen sobradamente sus cometidos y completan un reparto lleno de interpretaciones sin fisuras, acordes con el perfeccionista acabado de la película de los Coen. Por supuesto, no falta todo un elenco de secundarios que, menos marcados pero siempre presentes, ejemplifican el gusto de los hermanos por los personajes de subrayadas peculiaridades, cuando no freaks, que pueblan en mayor o menor densidad todas y cada una de sus películas.
Llena de sabiduría cinematográfica y con el sabor de las grandes historias encontradas allá donde nadie las busca, No es país para viejos es una obra perteneciente al mejor cine de los Coen y hermanada con la igualmente excepcional Fargo, de la que sólo se distingue por su enfatizada melancolía y la menor incidencia de un humor negro que, si bien no desborda el metraje como en aquella, ciertamente salpica algunos pasajes con gran acierto (el trío de mariachis cantándole una ranchera a un Llewelyn herido, casi moribundo). Incluso esa suerte de duelo de banjos marcados por el tiempo de un reloj, ese regalo para los oídos compuesto por Carter Burwell y aunque de partitura bien distinta, tiene los mismos aires pesimistas que sonaban en la banda sonora de Fargo. Signo, por otro lado, de la perfecta compenetración y entendimiento de los hermanos con el equipo humano que se encuentra tras la cámara en cada uno de sus trabajos y que es capaz, en su mayor rendimiento, de ofrecer cine de muchos, muchos quilates. Como este.
-----------------------------------------------------------------------------------------
No country for old men. Estados Unidos. 2007. 122'.
Director: Joel y Ethan Coen.
Guión: Joel y Ethan Coen; basado en la novela de Cormac McCarthy.
Montaje: Roderick Jaynes.
Fotografía: Roger Deakins.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Música: Carter Burwell.
Producción: Joel Coen, Ethan Coen y Scott Rudin.
Intérpretes: Josh Brolin (Llewelyn Moss), Tommy Lee Jones (sheriff Bell), Javier Bardem (Anton Chigurh), Woody Harrelson (Wells), Garrett Dillahunt (Wendell), Kelly Macdonald (Carla Jean), Tess Harper (Loretta Bell).
Puntuación: 9
Más información...
http://www.nocountryforoldmen.com/ (web oficial)
http://www.nocountryforoldmen.co.uk/intl/es/ (web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/54/nocountryforoldmen.htm (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1437 (sobre Javier Bardem)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2965.html (sobre Tommy Lee Jones)
http://en.wikipedia.org/wiki/Josh_Brolin (sobre Josh Brolin, en inglés)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1924.html (sobre los hermanos Coen)
http://www.carterburwell.com/main/home.shtml (sobre Carter Burwell)
O yo estoy tonta (bastante probable) o todavía no han estrenado la peli en España.¿Ya está colgada en internet o tienes algún tipo de enchufe para ver pelis antes de que las estrenen?
ResponderEliminarNo, la razón es que estoy de Erasmus en Inglaterra, así que he tenido la suerte de poder verla antes, como pude ver hace unos días la última de Tim Burton. Nunca había hecho una crítica previa al estreno y si la he hecho es porque quería no he podido resistirme. Me parece la mejor película que he visto en mucho, mucho tiempo en una sala de cine y he dejado caer la crítica a modo de ferviente recomendación. De todas maneras, sí que está colgada en internet e incluso circula por el Ares una copia subtitulada en francés(yo le añadí los subtítulos en español con el BS player para verla por segunda vez en mi casa)cuya calidad es casi perfecta...
ResponderEliminarPor cierto, la fecha de estreno prevista en España es el 8 de febrero (según imdb).
ResponderEliminarGracias por la aclaración.La veré en cine,que mola más que por internet.Y gracias por la crítica,porque había decidido pasar de verla (los Coen últimamente no son lo que eran).Por cierto,el cine en Inglaterra me han dicho que es bastante prohibitivo,aunque yo también iría (soy adicta).
ResponderEliminarEn proporción el precio viene a ser igual de prohibitivo que todo lo demás. Pero vaya: sí, es caro. Las libras queman en el bolsillo, pero es la única droga que tengo... así que no me queda otra opción.
ResponderEliminarAcabo de despertar tras verla anoche en el cine y no puedo sino aplaudirla, como también hago con la crítica de Jordi. No es país para viejos está destinada a convertirse en un clásico contemporáneo (qué raro suena, ¿no?), y la interpretación de Bardem quedará grabada en la historia del cine aunque no se lleve el Oscar. La cinta es sublime, vaya.
ResponderEliminarSaludos
Suena raro, pero es exactamente lo que es... Más allá de la repercusión que tenga en los oscar o no, no deja de ser una película enorme, indudablemente situada entre esas películas que en los últimos años pudieran aspirar a futuros clásicos.
ResponderEliminarLa verdad es que después de leer tu crítica seguía teniendo dudas sobre si los Coen habrían sido capaces de igualar la maestría alcanzada con Fargo,pero después de ver No es país para viejos mi duda es si incluso llegan a superarla.Tu crítica,simplemente fantástica.Sólo añadir otro de mis momentos favoritos de la peli,uno de esos detalles que se hilvanan perfectamente a lo largo del metraje:el momento en que Bardem entra en la caravana de Moss y se pone a beber leche sentado en el sofá,como poco después hace el Sheriff y el reflejo de ambos en el televisor (dos planos simplemente perfectos y simétricos).También destacar su hermanamiento indiscutible con Fargo,especialmente en cuanto a la soledad de dos paisajes distintos,pero igualmente agrestres y áridos y en cuanto al tipo de personajes reflejados.Y bueno,los diálogos simplemente geniales (soy incapaz de decidirme por uno solo).En fin,muchísimas gracias por la recomendación.
ResponderEliminarPD:¿Qué tal Sweeney Todd?¿Y Jumper?La primera la veré porque soy fan incondicional del trío Burton-Bonham-Carter-Depp.Respecto a la segunda no sé que hacer:o es muy buena o es muy mala.
Gracias a ti. El que dices es uno de los mejores momentos de largo, donde además se muestra de una manera sublime, con el reflejo de la silueta, las similitudes entre dos cazadores de muy distinta índole. Sobre Sweeney Todd diré que por momentos me pareció estar viendo la obra maestra definitiva de Burton, sensación que se fue diluyendo con la reiteración y un final que para mí, tiene mucho menos que decir que obras como "Big Fish". En fin, entraré en más detalle. Por cierto, Depp está simplemente asombroso. Sobre "Jumper" sé poco o nada. De momento no me llama mucho la atención, y menos tras saber que el que está tras la cámara es Doug Liman, director de la respetable "El caso Bourne" pero de la abominable "Señor y señora Smith." De todas maneras, prejuzgarla sería un error porque ni siquiera sé de qué va exactamente...
ResponderEliminar