Imagínense que se encuentran en una bonita isla griega en la que se celebra una verbena de 24 horas y en la que el repertorio de la orquesta de turno está compuesto únicamente de canciones del grupo ABBA. Imaginen los amoríos que vienen y van, los bailes improvisados y las coreografías torpes de todo buen vecino de pueblo desinhibido por las ingentes dosis de alcohol consumidas. Seguramente acaben esa fiesta algo más hermanados con sus conciudadanos y el buen rollo general les invadirá. Y seguramente la resaca no faltará a su cita el duro día después. Seguramente.
Aquel dispuesto a imaginar lo detallado se encontrará bien cerca de lo que ofrece Mamma mía! La película si acude al cine, bien como nostálgico seguidor de ABBA bien como espectador gustoso de musicales refrescantes que no pida más que un liviano entretenimiento. Hollywood sigue haciendo caja con el tirón de los musicales adaptados a la gran pantalla y el caso de Mamma mía! no era sino cuestión de tiempo. El problema es que mientras otros recientes musicales, adaptaciones de sus homólogos teatrales (Hairspray [Adam Shankman, 2007]) o no (Across the Universe [Julie Taymor, 2007]) dieron buenos resultados compensando sus más o menos deficientes narrativas a través de extraordinarias coreografías y trasfondos sociales reflejados, el caso de Mamma mía! puede presumir poco más allá de la contagiosa felicidad que impregna todo el metraje.
Y es que aquí la excusa narrativa se reduce a la mínima expresión: Sophie (Amanda Seyfried) descubre en el diario de su madre (Meryl Streep) que en el verano en que ella fuera engendrada veinte años atrás, su madre tuvo tres aventuras distintas con, por lo tanto, tres posibles engendradores a los que decide invitar en secreto a su boda con la intención de descubrir cuál de ellos es su padre (Pierce Brosnan, Colin Firth y Stellan Skarsgård). Los tres hombres son, por supuesto, encantadores, adorables a los ojos de Sophie, aunque no tan bienvenidos a los de su madre Donna, negada a rememorar el pasado en el pretendidamente día más feliz de la vida de su hija.
Así que no es difícil deducir por los derroteros por los que transcurrirá Mamma mía!, ni mucho más difícil adivinar cuál es el final de la película. Pero dada su condición de adaptación como de entretenimiento liviano, es factor nimio y perdonable. De hecho, la película consigue realizar un poderoso arranque, lleno de la fuerza que en gran parte contagian las canciones de ABBA, en plena vigencia pese al paso de tiempo. Durante su primer tercio, Mamma mía! dispone sus mejores pasajes musicales, culminando en la multitudinaria coreografía en un muelle en la que culmina Dancing Queen (número, aun así, parcialmente estropeado por dos incomprensibles e innecesarios momentos de slow motion). A partir de entonces, sólo cabe esperar más que pasajes próximos mantengan el mismo nivel y que se desencadene un entretenido enredo amoroso entre los posibles padres y su madre para inocua distracción del espectador hasta la llegada del consabido final.
El problema es que nada de esto ocurre: mientras la narración avanza a trompicones y con una dejadez absoluta, los pasajes musicales van perdiendo originalidad, a cada cuál más que el anterior, y se nutren de coreografías cada vez menos cuidadas, simplonas como la historia misma. El frenesí festivo se apodera de la película y la ya de por sí torpe narración (si bajamos un nivel más a buscarle sentido al modo de actuar de los personajes en su reencuentro, no lo encontraremos) deriva en escenas metidas con calzador para adecuarse a la canción de turno. Así, el desmadre de optimismo y celebración no consigue ocultar la nada que hay detrás y termina en unos compases finales en los que los destinos de los personajes y en especial el de los tres galanes (nulamente desarrollados, completos desconocidos para nosotros) se solventa de un carpetazo del todo inconcebible al que le sigue el obligado número final, aquí la reiteración del tema Mamma mía en un número que finalmente traspasa la barrera de lo chapucero.
Pero si algo no le podemos negar a Mamma mía! es su optimismo inherente y la sana capacidad de sus actores para reírse de sí mismos. En este sentido, es Pierce Brosnan el que resulta más ridículamente divertido cuendo se lanza a su canción pese a su no muy estimable voz o cuando se deja llevar por el ritmo de las canciones del grupo sueco. Sin embargo, es Meryl Streep esa leyenda del cine capaz de elevarse con su categoría y entrega por encima de la débil dirección de Phyllida Lloyd. La otra destacada es una Julie Walters desinhibida y estupenda en el papel de amiga de Donna, mientras Stellan Skarsgård y Colin Firth tienen poco o nada que decir en unos papeles mucho más mínimos de los que a priori se les presupone. Y no es que no quieran, sino que en Mamma mía! lo que prima es el sarao y ellos no son más parte que otros de esta fiesta jovial y superflua que apenas sí reservará algún momento en la memoria de incluso el espectador más entregado a ABBA.
---------------------------------------------------------------------------------Aquel dispuesto a imaginar lo detallado se encontrará bien cerca de lo que ofrece Mamma mía! La película si acude al cine, bien como nostálgico seguidor de ABBA bien como espectador gustoso de musicales refrescantes que no pida más que un liviano entretenimiento. Hollywood sigue haciendo caja con el tirón de los musicales adaptados a la gran pantalla y el caso de Mamma mía! no era sino cuestión de tiempo. El problema es que mientras otros recientes musicales, adaptaciones de sus homólogos teatrales (Hairspray [Adam Shankman, 2007]) o no (Across the Universe [Julie Taymor, 2007]) dieron buenos resultados compensando sus más o menos deficientes narrativas a través de extraordinarias coreografías y trasfondos sociales reflejados, el caso de Mamma mía! puede presumir poco más allá de la contagiosa felicidad que impregna todo el metraje.
Y es que aquí la excusa narrativa se reduce a la mínima expresión: Sophie (Amanda Seyfried) descubre en el diario de su madre (Meryl Streep) que en el verano en que ella fuera engendrada veinte años atrás, su madre tuvo tres aventuras distintas con, por lo tanto, tres posibles engendradores a los que decide invitar en secreto a su boda con la intención de descubrir cuál de ellos es su padre (Pierce Brosnan, Colin Firth y Stellan Skarsgård). Los tres hombres son, por supuesto, encantadores, adorables a los ojos de Sophie, aunque no tan bienvenidos a los de su madre Donna, negada a rememorar el pasado en el pretendidamente día más feliz de la vida de su hija.
Así que no es difícil deducir por los derroteros por los que transcurrirá Mamma mía!, ni mucho más difícil adivinar cuál es el final de la película. Pero dada su condición de adaptación como de entretenimiento liviano, es factor nimio y perdonable. De hecho, la película consigue realizar un poderoso arranque, lleno de la fuerza que en gran parte contagian las canciones de ABBA, en plena vigencia pese al paso de tiempo. Durante su primer tercio, Mamma mía! dispone sus mejores pasajes musicales, culminando en la multitudinaria coreografía en un muelle en la que culmina Dancing Queen (número, aun así, parcialmente estropeado por dos incomprensibles e innecesarios momentos de slow motion). A partir de entonces, sólo cabe esperar más que pasajes próximos mantengan el mismo nivel y que se desencadene un entretenido enredo amoroso entre los posibles padres y su madre para inocua distracción del espectador hasta la llegada del consabido final.
El problema es que nada de esto ocurre: mientras la narración avanza a trompicones y con una dejadez absoluta, los pasajes musicales van perdiendo originalidad, a cada cuál más que el anterior, y se nutren de coreografías cada vez menos cuidadas, simplonas como la historia misma. El frenesí festivo se apodera de la película y la ya de por sí torpe narración (si bajamos un nivel más a buscarle sentido al modo de actuar de los personajes en su reencuentro, no lo encontraremos) deriva en escenas metidas con calzador para adecuarse a la canción de turno. Así, el desmadre de optimismo y celebración no consigue ocultar la nada que hay detrás y termina en unos compases finales en los que los destinos de los personajes y en especial el de los tres galanes (nulamente desarrollados, completos desconocidos para nosotros) se solventa de un carpetazo del todo inconcebible al que le sigue el obligado número final, aquí la reiteración del tema Mamma mía en un número que finalmente traspasa la barrera de lo chapucero.
Pero si algo no le podemos negar a Mamma mía! es su optimismo inherente y la sana capacidad de sus actores para reírse de sí mismos. En este sentido, es Pierce Brosnan el que resulta más ridículamente divertido cuendo se lanza a su canción pese a su no muy estimable voz o cuando se deja llevar por el ritmo de las canciones del grupo sueco. Sin embargo, es Meryl Streep esa leyenda del cine capaz de elevarse con su categoría y entrega por encima de la débil dirección de Phyllida Lloyd. La otra destacada es una Julie Walters desinhibida y estupenda en el papel de amiga de Donna, mientras Stellan Skarsgård y Colin Firth tienen poco o nada que decir en unos papeles mucho más mínimos de los que a priori se les presupone. Y no es que no quieran, sino que en Mamma mía! lo que prima es el sarao y ellos no son más parte que otros de esta fiesta jovial y superflua que apenas sí reservará algún momento en la memoria de incluso el espectador más entregado a ABBA.
Mamma mía! The movie. Estados Unidos. 2008. 108'.
Dirección: Phyllida Lloyd.
Guión: Catherine Johnson.
Producción: Judy Craymer y Gary Goetzman.
Música: Benny Andersson y Björn Ulvaeus; basada en las canciones de ABBA.
Fotografía: Haris Zambarloukos.
Montaje: Lesley Walker.
Diseño de producción: Maria Djurkovic.
Vestuario: Ann Roth.
Intérpretes: Meryl Streep (Donna), Pierce Brosnan (Sam), Colin Firth (Harry), Stellan Skarsgård (Bill), Julie Walters (Rosie), Dominic Cooper (Sky), Amanda Seyfried (Sophie), Christine Baranski (Tanya).
Puntuación: 4
Mamma mía! en la red...
http://www.mammamiamovie.com/ (web oficial)
http://www.mamma-mia-lapelicula.es/ (web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/60/mammamialapelicula.php (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1517.html (sobre Meryl Streep)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1546 (sobre Pierce Brosnan)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1370.html (sobre Colin Firth)
http://es.wikipedia.org/wiki/Mamma_Mia! (sobre el musical original)
El musical no me llamaba la atención y no porque no me guste ABBA (aunque tampoco me entusiasma, todo hay que decirlo), sino porque nunca he entendido cómo se puede contar una historia utilizando para ello el variopinto repertorio del grupo sueco.
ResponderEliminarY luego vi el anuncio de la película y simplemente me di cuenta de que la cosa debía ser más patética de lo que pensaba: un argumento imbécil en el que poder insertar con inestables alfileres las canciones de ABBA.
En fin, que, aunque no la haya visto (ni piense hacerlo), estoy casi segura de que el 4 es una nota excesivamente alta.
Pese a que la película es realmente floja, hay dos o tres cosas que me impiden darle una nota inferior. Una de ellas es tanto las actuaciones de Streep como Walters, que le dan un plus de calidad entre tanta mediocridad. En cuanto al argumento, de poco podemos acusar a la película, pues es tomado del musical original, así que supongo que muchos, sino todos los pasajes que están cogidos con alfileres serán heredados del mismo.
ResponderEliminarY en fin, hay dosis ingentes de alegría y optimismo, y la película no engaña a nadie en ese sentido: lo que da es lo que promete. Una verbena veraniega en el idílico marco de las islas griegas.
Chico, yo veo a Julie Walters cantando canciones de ABBA y me resulta ridícula, acostumbrado a sus excelentes interpretaciones (Billy Elliot, por ejemplo). La película me resultó facilona, previsible, mal enlazada y, como dices, con algunas escenas que entran con calzador. Pero bueno, es cine musical y veraniego. No hay mucho más que pedirle, claro.
ResponderEliminarAbrazos
Sí, la diferencia con otras actuaciones suyas es abismal. Pero vamos, que hacer el ridículo es parte del cometido de casi todos en la película, y ella me pareció un punto mejor que muchos de sus compañeros de reparto (poco puedo decir en favor, por ejemplo, de los jovenes Dominic Cooper y Amanda Seyfried).
ResponderEliminarUn saludo