sábado, septiembre 30, 2006

Salvador



Difícil crítica esta. Salvador es una película que deja sentimientos enfrentados, sensaciones enemistadas irreconciliablemente, y eso hace más complicado exponer los motivos de la controversia y dejar la cifra numérica que adorna la ficha técnica que prosigue a la parrafada que aquí comienza. Resulta que las referencias eran buenas, resulta que todo y todos la indicaban como la mejor opción en esta cartelera de otoño, resulta que las expectativas se elevaron demasiado y que, pese a la motivación pre-cine, el resultado vuelve a ser inferior del esperado.

Vaya por delante que Salvador me pareció una buena película. Personal, valiente y brillantemente realizada con un importante despliegue de medios que la colocan entre las producciones españolas del año y la llevaron a ser preseleccionada para los oscar (Pero Huerga no empieza con A de Amenábar o Almodóvar, se siente). Es indudable que el esfuerzo realizado es más que considerable y que el trabajo de documentación brilla en ciertos menesteres, que no en otros de los que me quejaré más adelante. Salvador es un proyecto a tener en cuenta si hablamos de franquismo en el cine, más cuando el mayor número posible de personas implicadas en la historia del último reo ejecutado de la dictadura han tomado parte en la película de Manuel Huerga. Una de sus virtudes es la de descargar (no siempre) sus imágenes del ambiente pastelón presente en producciones como Cuéntame... y se agradece el detalle. La película de Huerga se entiende mejor en la descripción (en absoluto neutral y en absoluto reprochable) de esa España joven y clandestina que soñaba con la revolución y con derrocar a Franco. Lo mejor de esa historia es que su director sabe darle brío a la cosa, ritmo calculado que rehuye el tedio mediante escenas muy bien construídas y mejor llevadas por un reparto que alcanza un nivel notable en su actuación. El mejor ejemplo lo encontramos en uno de los atracos a mano armada que el MIL desempeña para financiar su 'revolución'. Tras algún que otro chasco y trabajillo de aficionado que hemos visto antes de llegar hasta aquí, la práctica delictiva les ha dado cierta experiencia y, elegantemente vestidos de traje entran en un banco en el que se presume hay cerca de 5 millones de pesetas. La escena mira de reojo al cine tarantinesco y en concreto a su Reservoir Dogs (el atraco acaba resultando, además, igual de infructuoso), y además supone uno de los mejores momentos del film. El otro corresponde a la alargada agonía final en espera del garrote vil. Las últimas escenas en la prisión (y dejando de lado las sensibleras y casi ridículas apariciones de la hermana pequeña de Salvador) alcanzan un dramatismo lento pero intenso acentuada con una acertada banda sonora que nos hunde con parsimonia en la tragedia. En una de esas escenas asistimos a la elaboración del garrote con el desquiciante sonido de una sierra que queda de fondo y acompaña durante unos minutos a un montaje excelente en el que suceden las últimas horas de Salvador Puig Antich.

Otro punto a favor es las actuaciones variopintas y bien desempeñadas con gran profesión tanto en el caso de los protagonistas como el amplio elenco de secundarios que encontramos. Daniel Brühl vuelve a ser el de Good bye Lenin (atrás quedó la infumable Cargo) y, eficaz en su trabajo, hace que nos creamos a su Salvador. Sin embargo son Tristán Ulloa y Leonardo Sbaraglia, abogado y funcionario de prisiones respectivamente, los que rinden al más alto nivel y regalan las mejores actuaciones de la película. Ulloa hace de amigo y ángel de la guarda, obstinado en resistirse a la evidencia del fatal destino de su protegido. Sbaraglia de pobre ignorante, ladra mucho y no muerde, funcionario y hombre que vive en sus carnes la transición del odio al cariño hacia su reo (transición, por cierto, no todo lo transitoria que se desearía). La Cuca de Leonor Watling, convincente, y las apariciones de Celso Bullalgo como padre de Salvador, circunstanciales. No así la pareja de policías incorporada por Joaquim Climent y Antonio Dechent, hombres de régimen bien interpretados pero cuyos personajes están demonizados hasta el extremo. De ahí se deriva uno de los principales defectos de Salvador, de ese maniqueísmo latente y bien visible en escenas concretas (una de ellas cuando uno de eso dos policías le explica a la hermana de Salvador cómo funciona el garrote vil regodeándose en su explicación). Si bien no es lacra la marcada ideología combativa que desprende la película, sí lo es ese empeño de deshumanizar por completo al villano y convertirlo en un monstruo al que odiar, y de eso peca mucho la película de Huerga.

Maniqueísmos a parte, no se entiende como una película que consta de una estructura ordenada y se caracteriza por la exigente planificación de las escenas incluye algún que otro pasaje rápido y de montaje vertiginoso que son como piezas que no encajan en el puzzle. Entre ellos figura la rara e innecesaria escena en la que Salvador, tras saber del golpe de Estado de Pinochet en Chile, coge su moto y se lanza a las calles con una velocidad no menos exagerada que la del espantoso montaje de la propia escena, con colores cálidos y planos videocliperos metidos con calzador y sin motivo aparente. Lo mismo se podría decir la escena en el garito donde conoce a su segundo amor o las ya consabidas de la hermana pequeña ("good bye, darling"). El remate viene con los créditos finales en el que de modo muy efectivo y con la ayuda de la melancólica voz de Lluís Llach, se visualizan escenas más que simbólicas en nuestro tiempo: la revolución cubana, Martin Luther King, el 11-M, el 11-S... Una parte del público pasará por alto susodicho vídeo mientras seca sus lágrimas, pero los más atentos podrán comprobar con incomodidad no saber a ciencia cierta qué trata de decirnos Manuel Huerga. Sin nexo común, sin patrón de inclusión... ¿qué son? ¿revoluciones del mundo contemporáneo? Si es así, difícil de entender la equiparación del ataque de las torres gemelas con Martin Luther King.

Dejando atrás el confuso epílogo de Salvador, sólo queda denunciar la mentira cinéfila presente en el largometraje y motivo de irritación para los amantes de la nouvelle vague. La hermana de Salvador le cuenta la archiconocida última escena de Los 400 golpes de Truffaut, describiendo su llegada al mar como un acto de felicidad en el que, al parecer, el niño más famoso del cine francés mira a la cámara y sonríe exultante de alegría. Bien poco costaba tirar de archivo y darse cuenta de que la mirada que Antoine Doinel dirige a la cámara antes de que aparezca la palabra 'Fin' sobre él, es perturbadora, inquieta y representativa del estado de ánimo de un niño que acaba de darse cuenta de que por mucho que corra, no podrá escapar. Hasta Poncho K sabe que aquel mar bien arecía un paredón.

El balance final es el de una película interesante y de un marcado cáriz político, pero con graves defectos que le impiden ser la gran película que pudo ser. Objeto de controversia social, Salvador ha enfrentado a un sector del público conmocionado por la emotiva historia con otro enojado que la acusa de manipulación y descarada reinvención de la historia. En cualquier caso, su éxito está garantizado y mantiene en buen estado de salud al cine español.
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Salvador. España. 2006. 138'.
Director: Manuel Huerga.
Guión:Lluís Arcarazo; basado en el libro "Cuenta atrás: Historia de Salvador Puig Antich" de Francesc Escribano.
Música: Lluís Llach.
Fotografía: David Omedes.
Montaje: Aixalà y Santy Borricón.
Dirección artística:Antxón Gómez.
Vestuario: Mar Gil.
Intérpretes: Daniel Brühl (Salvador Puig Antich), Tristán Ulloa (Oriol Arau), Leonardo Sbaraglia (Jesús), Leonor Watling (Cuca), Ingrid Rubio (Margalida Bover), Celso Bugallo (Padre de Salvador), Joaquim Climent (Policía), Antonio Dechent (Policía), Carlos Fuentes (Paco), Joel Joan (Oriol), Bea Segura (Montse), Olalla Escribano (Inma Puig).
Puntuación: 6,5
Más sobre la peli...
http://www.labutaca.net/films/42/salvador.htm (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1496.html (sobre Leonor Watling)
http://link.brightcove.com/services/player/bcpid196212764?bclid=174310075&bctid=176904307 (entrevista a Manuel Huerga)
http://www.elmundo.es/metropoli/2006/09/15/cine/1158271206.html (entrevista a Daniel Brühl)
http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Puig_Antich (sobre Salvador Puig Antich, el de verdad)

3 comentarios:

  1. Bueno, una que puedo comentar...

    A mí, como espectador, la película me gustó; salvo contados fragmentos, como el empeño de la historia lacrimógena de la hermana y la alucinación de la moto. Muy pocas escenas aburren (ni siquiera el estiramiento final), se hace un retrato aparentemente correcto de la época, los secundarios están bastante bien, sale Ingrid Rubio,... En fin, que la película tiene su punto; te divierte por momentos y te mete de lleno en el drama cuando toca.

    Eso sí, está claro que hay dos espectadores potenciales para esta película: el que sabe qué le van a contar y el que llega pensando que Salvador es poco más que un documental. Está claro que a los peperos no les gustará que se recuerde que todavía tienen en sus filas a jerifantes (y a descendientes) de la gloriosa época protagonizada por el tío Paco. Y a los del otro bando les parecerá una frivolización. Yo me quedo con que la esencia de la historia es real, y me parece interesante que se haga llegar a la gente aunque sea de esta forma. Cada uno que lo interprete como quiera.

    Luego, entre los que saben a qué van al cine, están los que conocen la historia y los que no. Tú te indignas con lo del Antoine Doinel ese, y yo con algo clave en el argumento de la película. Se olvida en exceso al otro ejecutado junto a Puig Antic; "el polaco" (realmente prófugo alemán) al que hacen referencia una sola vez, de refilón y hacia el final de la película. Quizá se podrían haber obviado los minutos para la niña y haberlos utilizado para enriquecer realmente la historia.

    Ah, y no sólo el epílogo, el "prólogo" es exactamente igual de pretencioso. Sale hasta el Che... Pero bueno, es la línea general de toda la película y al menos no lo esconden; se quieren trazar paralelismos hasta con Luther King y, de forma más clara aún, con Salvador Allende en plena película ("tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano").

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  2. Interesante... Había pasado por alto lo del "polaco" y sí, tienes razón, apenas sabemos de él durante la película. Otros dos personajes que me parecieron en exceso desdibujados son el padre y el cura. Se les pretende dar importancia pero luego no sabemos prácticamente nada de ellos, su aparición es circunstancial.

    Pero, como tu has dicho, la esencia de la película (sin dejar de tener en cuenta sus defectos) es coherente con sus intenciones y es innegable el interés y entretenimiento que proporciona.

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  3. De acuerdo en lo de la voz... yo también lo pensé en la escena en la que le está contando la historia desde el principio al abogado. Lo demás me parece muy exagerado, pero de todas maneras, ya sabía que esta peli iba a traer polémica. Cosa que por otra parte, no deja de ser bueno para el blog...

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