En Vicky Cristina Barcelona apenas sí quedan los escombros del cine de Allen. Es la constatación definitiva de una tendencia que venía dándose en su etapa europea y que caminaba peligrosamente hacia la ligereza y la abnegación de todo lo postulado en su magnífica filmografía anterior. Uno alcanza los créditos de Vicky Cristina Barcelona con dolor, lamentándose que el genial director haya al fin realizado, en su última película, todo aquello que nunca hubiera realizado en sus mejores obras. Podremos disfrazar esta aseveración y seguir siendo incondicionales del cineasta convenciéndonos que la suya es una película fresca, cuando la única variación que encontraremos es el cambio de contexto de lo allí contado; podremos decir que se trata de una exploración de las relaciones humanas a través de un ménage à trois, obviando que el trío formado por Bardem-Cruz-Johanson no es sino la excusa argumental, una débil teoría sobre el nexo sexual y afectivo entre tres personas que no sirve más que para peinar el asunto (que, por cierto, ha sido una constante ineludible en prácticamente la totalidad de su filmografía); incluso podremos hablar de Vicky Cristina Barcelona como de una celebración de la vida entre personas que beben buen vino, escuchan embelesadora música nacida de guitarra española en jardines de ensueño y aman y discuten con mezcolanza seudo intelectual sobre la cultura y el arte en cenas a la luz de las velas. Y mientras, nuestra memoria intentará achantar el recuerdo de Las invasiones bárbaras (Les invasions barbares, Denys Arcand, 2003), auténtica celebración y declaración de amor a la vida y el arte ante la cuál la película de Allen queda en dolorosa evidencia.
Así pues se desvanecieron los rasgos puramente allenianos que han definido algunas de las mejores películas que ha dado el cine de parte del maestro neoyorquino. Partiendo del mismo título, uno no puede sino apenarse de descubrir una Barcelona de postal, mecánica sucesión de panorámicas y planos de monumentos exasperantemente representativos de la ciudad. Barcelona queda ante los ojos de Woody Allen como un destino turístico de innegable belleza, pero que nada tiene que ver en los devaneos amorosos ni estado de ánimo de Vicky, Cristina o cualquier otro personaje que deambula por la película ¿Acaso es necesario recordar Manhattan como un personaje más que enmarcaba las relaciones humanas de Alvy Singer o Harry Black? La ciudad de Allen enfatizaba sentimientos soledad, de desengaño, amores encontrados en pequeñas librerías de barrio, discusiones culturales en la cola de un cine de reestreno... Si aún no se han encontrado con el alma de la ciudad, recuerden si no cuántas veces se empeñó Allen en incluir en sus encuadres la Estatua de la Libertad o el Empire State Building para recordarnos que nos hallábamos en su ciudad.
Y es en ese marco estéril en el que Woody Allen dispondrá unos personajes que se situan entre los menos interesantes de su filmografía. Bardem no tiene demasiados problemas en ejecutar a un sobrio seductor, un artista en cuyos brazos Rebecca Hall y Scarlett Johanson (Hall le gana la partida a Johanson pese al peso menor de su papel) previsiblemente caerán con mayor o menor reticencia. El factor sorpresa, pues, se reduce a la aparición de una Penélope Cruz arrebatadora, una mujer pasional hasta la locura que redefinirá la relación entre Juan Antonio (Bardem) y Cristina (Johanson) y que acabará reviviendo las historias de amor y odio que configuraron su relación matrimonial con el pintor. En resumen, un tejido de escarceos y aventuras y desventuras amorosas que no deberían pretender aportar nada nuevo a un cine que se manejaba a sus anchas en estos menesteres, y que sin embargo y de alguna manera ha perdido no sólo los temas preferidos que delimitaban el universo de sus personajes, a saber las obsesiones por la muerte, el psicoanálisis, el sexo o el cretinismo ambulante en torno al arte, sino que también ha quedado tristemente despojado del humor sardónico y brillante que antaño lo definió. Baste recordar el endiabladamente divertido inicio de Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997), aquel en el que la ex esposa de Harry Black le persiguiera con asesinas intenciones tras haber desvelado en su último libro íntimos secretos de alcoba. En la conclusión de Vicky Cristina Barcelona, se repite la escena cuando María Elena irrumpe en casa de Juan Antonio para matarlo en un arrebato de celos. Una repetición del todo baldía, salvo para revelar aquello que se perdió en el camino entre una y otra escena.
Así, las tormentosas relaciones presentadas en Vicky Cristina Barcelona dan con un final tan amargo como el sabor que le queda a un espectador que añora los tiempos mejores de un realizador de capa caída. Ni siquiera el entregado amor de Allen por el jazz que puntuaba mágicamente cada uno de los momentos de películas tan notables como Acordes y desacuerdos (Sweet and Lowdown, 1999), encuentra aquí sustituto de altura cuando el director prefiere repetir hasta la extenuación el tema Barcelona de Giulia y los Tellarini o remarcar su fascinación por la guitarra española repitiendo de igual manera la sublime Entre dos aguas de Paco de Lucía. La banda sonora, como todo lo demás en Vicky Cristina Barcelona, reduce hasta el mínimo las mejores cualidades del cine de un Woody Allen que firma en los créditos, pero no está tras la cámara. Al menos no el que conocíamos. Quizás la tragicómica situación de un cineasta quedándose ciego en Un final made in Hollywood (Hollywood ending, 2002) se esté cumpliendo en forma de una penosa metáfora. Ojalá su próxima película no haga de esta sentencia sino una mera necedad.
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Vicky Cristina Barcelona. Estados Unidos y España. 2008. 96'.
Director: Woody Allen
Guión: Woody Allen.
Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum y Gareth Wiley.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Montaje: Alisa Lepselter.
Diseño de producción: Alain Bainée.
Vestuario: Sonia Grande.
Intérpretes: Javier Bardem (Juan Antonio), Patricia Clarkson (Judy Nash), Penélope Cruz (María Elena), Kevin Dunn (Mark Nash), Rebecca Hall (Vicky), Scarlett Johansson (Cristina), Chris Messina (Doug), Zak Orth, Carrie Preston, Pablo Schreiber.
Puntuación: 4,5
Vicky Cristina Barcelona en la red...
http://www.vickycristina-movie.com/ (web oficial)
http://www.vickycristinabarcelonalapelicula.es/ (web oficial España)
http://elrinconalvysinger.blogspot.com/2008/09/vergenza-ca-barcelona.html (crítica de la película)
http://www.miradas.net/2008/n78/criticas/vickycristinabarcelona1.html (crítica de la película en Miradas)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1615.html (sobre Woody Allen)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1437 (sobre Javier Bardem)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1544.html (sobre Penélope Cruz)
Así pues se desvanecieron los rasgos puramente allenianos que han definido algunas de las mejores películas que ha dado el cine de parte del maestro neoyorquino. Partiendo del mismo título, uno no puede sino apenarse de descubrir una Barcelona de postal, mecánica sucesión de panorámicas y planos de monumentos exasperantemente representativos de la ciudad. Barcelona queda ante los ojos de Woody Allen como un destino turístico de innegable belleza, pero que nada tiene que ver en los devaneos amorosos ni estado de ánimo de Vicky, Cristina o cualquier otro personaje que deambula por la película ¿Acaso es necesario recordar Manhattan como un personaje más que enmarcaba las relaciones humanas de Alvy Singer o Harry Black? La ciudad de Allen enfatizaba sentimientos soledad, de desengaño, amores encontrados en pequeñas librerías de barrio, discusiones culturales en la cola de un cine de reestreno... Si aún no se han encontrado con el alma de la ciudad, recuerden si no cuántas veces se empeñó Allen en incluir en sus encuadres la Estatua de la Libertad o el Empire State Building para recordarnos que nos hallábamos en su ciudad.
Y es en ese marco estéril en el que Woody Allen dispondrá unos personajes que se situan entre los menos interesantes de su filmografía. Bardem no tiene demasiados problemas en ejecutar a un sobrio seductor, un artista en cuyos brazos Rebecca Hall y Scarlett Johanson (Hall le gana la partida a Johanson pese al peso menor de su papel) previsiblemente caerán con mayor o menor reticencia. El factor sorpresa, pues, se reduce a la aparición de una Penélope Cruz arrebatadora, una mujer pasional hasta la locura que redefinirá la relación entre Juan Antonio (Bardem) y Cristina (Johanson) y que acabará reviviendo las historias de amor y odio que configuraron su relación matrimonial con el pintor. En resumen, un tejido de escarceos y aventuras y desventuras amorosas que no deberían pretender aportar nada nuevo a un cine que se manejaba a sus anchas en estos menesteres, y que sin embargo y de alguna manera ha perdido no sólo los temas preferidos que delimitaban el universo de sus personajes, a saber las obsesiones por la muerte, el psicoanálisis, el sexo o el cretinismo ambulante en torno al arte, sino que también ha quedado tristemente despojado del humor sardónico y brillante que antaño lo definió. Baste recordar el endiabladamente divertido inicio de Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997), aquel en el que la ex esposa de Harry Black le persiguiera con asesinas intenciones tras haber desvelado en su último libro íntimos secretos de alcoba. En la conclusión de Vicky Cristina Barcelona, se repite la escena cuando María Elena irrumpe en casa de Juan Antonio para matarlo en un arrebato de celos. Una repetición del todo baldía, salvo para revelar aquello que se perdió en el camino entre una y otra escena.
Así, las tormentosas relaciones presentadas en Vicky Cristina Barcelona dan con un final tan amargo como el sabor que le queda a un espectador que añora los tiempos mejores de un realizador de capa caída. Ni siquiera el entregado amor de Allen por el jazz que puntuaba mágicamente cada uno de los momentos de películas tan notables como Acordes y desacuerdos (Sweet and Lowdown, 1999), encuentra aquí sustituto de altura cuando el director prefiere repetir hasta la extenuación el tema Barcelona de Giulia y los Tellarini o remarcar su fascinación por la guitarra española repitiendo de igual manera la sublime Entre dos aguas de Paco de Lucía. La banda sonora, como todo lo demás en Vicky Cristina Barcelona, reduce hasta el mínimo las mejores cualidades del cine de un Woody Allen que firma en los créditos, pero no está tras la cámara. Al menos no el que conocíamos. Quizás la tragicómica situación de un cineasta quedándose ciego en Un final made in Hollywood (Hollywood ending, 2002) se esté cumpliendo en forma de una penosa metáfora. Ojalá su próxima película no haga de esta sentencia sino una mera necedad.
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Vicky Cristina Barcelona. Estados Unidos y España. 2008. 96'.
Director: Woody Allen
Guión: Woody Allen.
Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum y Gareth Wiley.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Montaje: Alisa Lepselter.
Diseño de producción: Alain Bainée.
Vestuario: Sonia Grande.
Intérpretes: Javier Bardem (Juan Antonio), Patricia Clarkson (Judy Nash), Penélope Cruz (María Elena), Kevin Dunn (Mark Nash), Rebecca Hall (Vicky), Scarlett Johansson (Cristina), Chris Messina (Doug), Zak Orth, Carrie Preston, Pablo Schreiber.
Puntuación: 4,5
Vicky Cristina Barcelona en la red...
http://www.vickycristina-movie.com/ (web oficial)
http://www.vickycristinabarcelonalapelicula.es/ (web oficial España)
http://elrinconalvysinger.blogspot.com/2008/09/vergenza-ca-barcelona.html (crítica de la película)
http://www.miradas.net/2008/n78/criticas/vickycristinabarcelona1.html (crítica de la película en Miradas)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1615.html (sobre Woody Allen)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1437 (sobre Javier Bardem)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1544.html (sobre Penélope Cruz)
¡Por fin alguien a quien no le ha gustado la película!
ResponderEliminarVaya por delante que soy fan incondicional de Allen, a pesar de no haber visto todas sus películas (me faltan varias del principio, incluyendo Annie Hall, por muy imperdonable que resulte).
No es que la película sea mala, simplemente es la peor que he visto del director neoyorkino.
Una historia insulsa y tópica hasta la saciedad, sin el menor rastro de los ingeniosos diálogos de Allen, unos personajes sin ningún tipo de alma, un Javier Bardem menos seductor que de costumbre, una Penélope Cruz excesivamente histriónica, una Scarlett Johanson demasiado distante, una Barcelona pésimamente fotografiada, unas escenas sexuales sin ningún tipo de química entre sus protagonistas, una película fría hecha sin ganas.
Lo único que se salva es la interpretación de Rebecca Hall y la banda sonora (a pesar de su escasa variedad).
Dudo que, después de esto, Allen consiga hacer algo peor. Así que seamos positivos, la próxima película no nos decepcionará tanto.
A Allen nadie le arrebatará los galones de maestro. Incluso aunque haga películas peores que esta. Es precisamente por todo lo que nos ha regalado que nos duele más todo lo que se ha perdido en esta película. Y es por eso que a medida avanzaba la película me invadía un sentimiento de tristeza cada vez mayor. Ojalá, con toda sinceridad, haga callar bocas (y entre ellas, la mía la primera) con su próxima película. Si no, siempre nos quedará aliviarnos revisionando 'Desmontando a Harry', 'Hannah y sus hermanas', 'Manhattan', 'Annie Hall', y un etcétera tan, tan largo...
ResponderEliminarEmpezaba a pensar que en este país éramos tan paletos de no querer ver que la película es una mierda porque es Woody Allen en Barcelona.
ResponderEliminarYo no soy fan de Woody Allen (sólo he visto Annie Hall, Manhattan, Match Point y cachos de Poderosa Afrodita y Todo Lo Demás), pero esta película es más sosa que un bocadillo de pan con pan. Y que Penélope Cruz me parezca lo mejor de la película con una distancia tal que ni siquiera vea en el horizonte lo que la precede, resulta revelador.
El ridículo debe ser aun mayor doblada al castellano como en el trailer.
Ah, y la banda sonora ni bohemia ni chorradas, es lamentable además de repetitiva hasta la saciedad.
ResponderEliminarA mi me gustó... Evidentemente no es ni de largo de sus mejores películas, pero se deja ver entre toda la porquería que hay en las salas. Discrepo con moonriver, a la mayoría no le gusta, y por aquello de que tanta gente no puede equivocarse empiezo a sentirme raro...
ResponderEliminarGonzov83 dice:
ResponderEliminarLa historia no me llamaba nada y me fui basicamente porque coincidio que cuando vivi en Barcelona la estaban grabando y tenia curiosidad, no obstante la pelicula se me hizo aburridisima y lenta.
Lo peor de Allen, que por ni gustarme no me gusto la imagen de Barcelona que ofrecia, ni la imagen de españoles (parecia un anuncio para guiris en busca de sexo y alcohol) solo hubiera faltado q Bardem hubiera hecho de torero.
Por desgracia para mi, la vi en castellano, Ole los h. del sr. Bardem y la srta. Pe q no tienen la dignidad de doblarse, si es que se les ha subido la fama hasta la cabeza (no puedo ni con uno ni con la otra)
UNA HORA Y MEDIA PERDIDA DE MI VIDA
PD: y que me decis de ese narrado de lo obvio??? Por dios ni q fuera tonta la gente y no viera lo que hacian los personajes...
En cuanto a la división que ha generado la película, yo he encontrado unos pocos defensores a ultranza, unos cuantos más de detractores, y bastantes más benevolencias. Gonzo, muy cierto lo del narrador. Aunque al principio me parecía que le daba un toque de distendido contador de una fábula, al poco ya me era una voz molesta y redundante.
ResponderEliminarY suscribo lo dicho por Albert. Pese a todo, la peor película de Allen siempre será mejor que gran parte de la oferta de la cartelera.
Yo voy a hacer campaña de difamación a partir de hoy y voy a decir que esta película no es de Woody Allen!!
ResponderEliminarNo, en serio, me ha sorprendido mucho (para mal) el resultado. Y no lo achaco sólo al director. Quiero pensar que ha trabajado tanto baja presión que el hombre acabó como pudo.
Lola, seguro que trabajó bajo presión, pero... crees realmente que en Londres, NY, o donde quiera que vaya no la tiene? Me contestarás que no es lo mismo, y no lo es. Aquí no estamos acostumbrados a estas movidas y allí si. Pues por eso. Normal, no?
ResponderEliminarLa película es mediocre y no hay excusas. Si a Woody Allen, con sus sesenta y pico años o los que tenga, todavía hay quién pueda meterle presión, apaga y vámonos.
ResponderEliminarestá claro que aquí no estamos acostumbrados a tantas movidas, pero es que parece que no sepamos comportarnos. la primera escena en la que las dos salen de la estación hay un puñado de gente mirando a cámara. me refiero a la presión mediática y también con la presión de haber sido subvencionada por mediapro me parece. que digan lo que quieran pero han metido la palabra "barcelona" en el título con calzador y eso ya huele a chamusquina!!
ResponderEliminarYo creo que, a poco que quien la vea conozca alguna película de las buenas de Woody Allen, esta película le parecerá una mierda.
ResponderEliminarPara variar, Jordi lo ha expresado mejor de lo que yo lo haría jamás, así que me auto-resumo: tópico con patas (en Barcelona, y por extensión casi en España, sólo hay catas de vino, guitarristas flamencos y Gaudí?), se podría haber elegido una banda sonora más obvia? Porqué no Paquito el Chocolatero?, cuando lo mejor de una película es la belleza de sus actrices, algo va mal...