Es significativa la pareja propuesta: Joseph Gordon-Levitt representa al romántico desarmado, Zooey Deschanel a una evolución exquisita (y en ocasiones inescrutable) de la heroína screwball, ahora portavoz del descreimiento y el romanticismo disperso. Protagonizan ellos un romance naturalmente intermitente y de deliciosas sensibilidades culturales: (500) días juntos profesa amor a los Pixies desde una estridente interpretación de karaoke, pero también propone a los Smiths como un paso decisivo hacia el enamoramiento, o un descacharrante cruce entre el hard-boiled y Bergman en una pantalla de cine en la que Tom sólo puede proyectar su obsesión por Summer. La recopilación de los greatest hits de la pareja acaba insinuando al filme de Webb como un honroso descendiente de Annie Hall (Woody Allen, 1977): al fin y al cabo, ambas abordan sentidas disquisiciones acerca de las relaciones humanas, y ambas cuentan con un protagonista que repasa la suya rota preguntándose en qué fracasó.
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