miércoles, octubre 17, 2007

La ventana indiscreta



O la exposición y realización en pantalla del voyeur que llevamos dentro. Los que acuden a las películas de Hitchcock por primera vez descubren en cada una de ellas una obra maestra o casi maestra del suspense distinta de las demás. Sorprende su filmografía por la versatilidad de sus temas y por las diferencias y peculiaridades que hacen a cada película desmarcarse del resto. En La ventana indiscreta, el suspense viene dado a través del mirón de la fachada de enfrente, aquel que descubre en cada ventana que observa a través de sus prismáticos o su cámara, un nuevo mundo que explorar, un mundo que bien puede suponer el placentero espionaje de la atractiva vecina, pero que también puede generar la sospecha de un asesinato.

L.B. Jefferies (James Stewart) es un aventurero fotógrafo y trotamundos con una pierna rota, lo que le obliga a estar postrado durante largo tiempo en una silla de ruedas. Su pasatiempo favorito es espiar a los vecinos de la fachada de enfrente, un ejercicio fascinante que tanto su novia Lisa (Grace Kelly), más preocupada por amarrar al hombre de sus sueños, como su asistenta Stella (Thelma Ritter), una mujer chapada a la antigua, no comparten.
Durante una de sus noches de espionaje, Jefferies observa que en el apartamento ocupado por el matrimonio Thorwald, el marido sale y entra repetidas veces de la casa con actitud sospechosa, mientras que no hay ni rastro de la mujer. Pronto empiezan las conjeturas de Jefferies a las que sus confidentes le responden con una incredulidad que irá tornándose en interés cuando la sospecha de que algo pasa sea más que evidente.



Nadie como Hitchcock sabía manejar el suspense, y La ventana indiscreta da fe de ello. La estrategia que sigue el director es la de convertir desde el principio al espectador en el propio Jefferies. Nosotros somos los mirones observando la vida en sus distintas facetas, en sus crisis y en sus momentos dulces, en la perversión y en la sospecha. El éxito de la empresa se debe a la perfecta dosificación del interés por cada ventana, por cada historia, y al perfecto uso del punto de vista (la cámara nunca supera la distancia que se le supone al punto de vista de Jefferies, es decir, no hay zoom en ningún momento). Hitchcock convierte una historia aparentemente simple en una narración de una riqueza extraordinaria, haciendo que el conglomerado de situaciones acompañen al eje central de la narración: la observación y sospecha de cada uno de los actos del señor Thorwald. En su dominio del ritmo cinematográfico, Hitchcock concede la mayor dosis de suspense hacia el final, dirigiendo un largo in crescendo que finaliza con el enfrentamiento entre Thorwald y Jefferies, en la también culminación del magistral ejercicio de montaje que se encuentra entre los mejores vistos en la filmografía del director. Pocas películas como La ventana indiscreta delimitan la medida y función exacta de cada plano, pocas ofrecen un movimiento de cámara tan magistral que es capaz de simbolizar el estallido definitivo del suspense en una narración: la cámara mira al interior del apartamento deThornhill, en el que Lisa ha entrado en busca de alguna pista, ha sido descubierta por Thorwald y salvada aunque detenida en última instancia por la policía; ella con las manos cruzadas por detrás de la espalda, le indica a Jefferies que tiene el anillo de la señora Thorwald, y en ese momento la cámara se alza hasta el rostro de Thorwald, justo al lado, mirando el anillo y por último dirigiendo la mirada a la ventana de enfrente.

La ventana indiscreta es la perfecta película de suspense. Su maquinaria funciona como un reloj, entretiene de principio a fin y ofrece unas actuaciones soberbias y aún mejor dirigidas por el maestro Hitchcock, quien por cierto, se deja ver en una de las ventanas escuchando a su anfitrión tocando el piano. Un clásico que ha generado no pocas referencias en el cine y hasta algún que otro remake nada disimulado (Disturbia, aún en cartelera). Una demostración empírica del poder que el cine puede llegar a tener sobre un espectador.
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Rear Window. Estados Unidos. 1954. 112'.
Director: Alfred Hitchcocck.
Guión: John Michael Hayes; basado en el relato corto de Cornell Woolrich.
Música: Franz Waxman.
Fotografía: Robert Burks.
Intérpretes: James Stewart (L.B. Jefferies), Grace Kelly (Lisa), Thelma Ritter (Stella), Raymond Burr (Lars Thorwald).
Puntuación: 10
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad que domina el suspense como nadie. Hasta muy avanzada la película te hace dudar de si realmente tiene razón en cuanto al asesinato o es una idea totalmente disparatada.

Sus dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sus dijo...

La primera frase del post ("La ventana indiscreta. O la exposición y realización en pantalla del voyeur que llevamos dentro") es el resumen perfecto del potencial de esta pelìcula. El voyeur que llevamos dentro junto a la imaginaciòn, la fantasìa, forman una mezcla explosiva que Hitchcock no pasò por alto.

Y aprovecho el comentario para enviaros un beso a cada uno! ;)

moonriver dijo...

Un remake bien disimulado y,además,cosa rara,bueno es Monster´s House.
Por lo demás,qué decir de La ventana indiscreta que no hayas dicho ya tú:una obra maestra,como tantas de Hitchcock.