domingo, diciembre 31, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (V y último): À bout de souffle

À bout de souffle, Al final de la escapada, Al filo de la escapada, Sin aliento... Falsos sinónimos, libres traducciones de la obra cumbre de la Nouvelle Vague. Una vez más, cumbre al principio, en el año del idilio cinematográfico: 1959. El año de Bresson y Pickpocket, el año de Cassavetes y Shadows, de Resnais e Hiroshima..., de Truffaut y Les 400 coups... Cosecha brillante e inigualable de cine mayúsculo con la cabeza visible de Belmondo y su sombrero ladeado. Godard, enfant terrible, logra un hito, un antes y un después de su primera gran obra maestra.


Montaje salvaje y rupturista, ausencia de guión salvo trazos argumentales básicos, improvisación, diálogos inventados sobre la marcha, planos imposibles, picados, contrapicados, Godard y sus cameos, homenajes varios a la Nouvelle Vague (Hiroshima, mon amour en un cine de París), desprecio infinito hacia los convencionalismos, rebeldía, inconformismo... Suma imposible en una película que rompió el miedo a alterar lo clásico, la construcción lineal que dictaban los manuales de cine, cine nuevo, único, irrepetible y su del mismo espíritu insultante y chulesco que su héroe, Michel Poicard.

Belmondo construye un mito dentro de otro mito, un personaje incomprensible, gamberro y nihilista ("entre la pena y la nada, elijo la nada...") que se ha enamorado. Motivos no le faltan: su Patricia es Jean Seberg, rubia americana de pelo corto y todos los honores para ser nombrada la más bella musa de la Nouvelle Vague. Su cara de ángel contrasta con el rostro curtido de Belmondo, hombre duro e imposible, amante enfermizo y delincuente de profesión. Un romance poco usual, en el filo de una escapada que tampoco es tal. Más bien la convicción de Godard de que un romance y una escapada no tienen por qué ser lo que nos hasta ahora habían sido. Y lo bien que le sale...




jueves, diciembre 28, 2006

Cándida



Resulta difícil encontrar películas hoy en día cuya principal virtud sea la sencillez. Cándida no tiene una trama compleja, ni espectaculares efectos especiales, tan solo tiene la historia de una mujer cuyo hobby es ser amable con la gente. Bajo esta premisa Guillermo Fesser nos trae una comedia, con bastantes toques de drama (o comedia tierna como la ha definido el propio Fesser), que probablemente sea una de las mejores opciones de cine familiar durante estas navidades.

Pese a que detrás de las cámaras se encuentra Guillermo, también ha participado de este proyecto su hermano Javier. Esto es algo que se aprecia en la pantalla con las altas dosis de humor absurdo marca de la casa, aderezado eso sí, con la personalidad única de Cándida Villar. No obstante, el film tiene más que agradecer a Cándida que a los Fésser, ya que es la desventurada vida de esta mujer la que nutre el guión y entorno a la cual orbita la acción. Para los que no la conozcan, Cándida era 'fregona' en M80 cuando conoció a los conductores de Gomaespuma, Guillermo y Juan Luis, con los que estableció una gran relación gracias a su desbordante optimismo. Ahora es parte del equipo de Gomaespuma y uno de los miembros más queridos por la audiencia. El propio Fesser reconoce que no tuvo Cándida la suerte de meterse en la radio sino que fue suya la suerte de encontrarla.

Algo parecido ocurre en la película. Mediante la figura de un presentador de informativos, Cándida pretende devolver la mirada del espectador a cosas que realmente importan más allá de las cotidianas vanalidades. De hecho la película hace constantes referencias a esta reflexión a lo largo de todo su metraje. De este modo, la película no se queda en una simple sucesión de humor delirante sino que quiere contar algo de forma sencilla y efectiva.

Por otra parte queda patente que Cándida no es una gran actriz, pero Guillermo Fesser sabía que solo ella podía tener un papel así. Al fin y al cabo es en parte la historia de su vida y, como tal, no interpreta sus emociones sino que las revive. De este modo, ya sea por la singularidad del personaje o por la pasión mostrada ante la cámara, resulta difícil imaginar a otra persona en su lugar. Como la propia Cándida Villar indica, la frase "prefiero morir de repente que un poco todos los días" no es parte del guión sino de su vida.

Aún así ,es posible que por la arriesgada apuesta que supone filmar centrándose en la vida de Cándida o por el toque personal Fesser sea una película que no acabé de gustar a todo el público por igual. Por mi parte solo puedo acabar diciendo 'es muy bonita, llevad a todos los niños a verla'.
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Cándida. España. 2006. 103'.
Director: Guillermo Fesser.
Guión: Guillermo Fesser y Javier Fesser.
Música: Cope Gutiérrez.
Montaje: Iván Aledo.
Fotografía: José María Civit.
Diseño de producción: Javier Fernández.
Vestuario: Tatiana Hernández.
Producción: Luis Manso, Javier Fesser y Gustavo Ferrada.
Intérpretes: Cándida Villar (Cándida), Jorge Bosch (Pablo), Raúl Peña (Javi), Víctor Sevilla (Julián), Yaiza Guimare (Mónica), Toni Morant (Flores), Joan Massotkleiner (Riki), María Elena Fesser (marquesa Martínez Campos), Maxi Márquez (marqués Martínez Campos), Soledad Mallol (Blasa) y Pedro Ruy-Blas (vecino).
Puntuación: 7'5
Para ver estos enlaces necesita uno la targeta del Canal Pus...
http://www.labutaca.net/films/47/candida.htm (sobre la peli)
http://www.candidalapelicula.com/web/index.html (página web)
http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2006/333/1139595338.html (reportaje de la película)
http://www.blogdecine.com/2006/12/22-acandidaa-nos-reimos-con-ella-o-de-ella (crítica de la peli)

martes, diciembre 26, 2006

Eragon



Una de esas señales inequívocas de que ha llegado la navidad la encuentra uno a la puerta del cine. De repente uno se da cuenta que la programación de los multisalas se llena de moñadas diversas, películas infantiloides o vergüenzas indescriptibles de la mano de cómicos como Tim Allen. También viene siendo tradición en los últimos años encontrarse productos de fantasía, adaptaciones de novelas incidentes en mundos imaginarios que encuentran su mayor e indiscutible referencia en la trilogía de Tolkien y por tanto, la de Jackson.

Eragon desde luego no escapa a esa oleada de películas surgidas a rebufo de El señor de los anillos. Y esta, huele a refrito. Apesta a refrito. Un poco de elfos por aquí, otro poquito de Rivendel por allá (le cambiamos el nombre, vale), unos cuantos orcos disimulados con vendas y bichitos asquerosos, un elegido para que salve el mundo y hasta un malo malísimo de asombroso parecido a 'lengua de serpiente'. Por supuesto incorpora la novedad de los dragones y sus jinetes, pero hasta ahí lo que Eragon aporta de nuevo. La falta de originalidad es, pues, la principal ausente de una película a la que se le presupondría un desborde de fantasía, falta que suple a base de batallas y peleas bien repartidas a lo largo de su metraje. Porque eso sí, la distracción que proporciona es innegable y su sencillísima trama no decae en ningún momento, máxime para los pequeños que la disfrutan los que más. Pero ese entretenimiento no deja de ser más que un fast food cinematográfico, trampa para obligados padres a acompañar a sus pequeños o para adolescentes eufóricos.

En medio de este espectáculo de fuegos artificiales y magia que viene y va, hay hueco para que Jeremy Irons se redima de su lamentable precedente en una película de este tipo y para la más que curiosa aparición de Crispin Glover (alias 'Willard'). A ellos dos le sumamos la impresionante belleza de Sienna Gallory y hasta ahí la suma en lo que al reparto se refiere. La aparición de John Malkovich como rey déspota y tirano se reduce a tan pocos minutos en pantalla que bien podría ser considerado un extra más, siendo algunos de esos segundos que le araña a la película los más innecesarios (el malo malísimo y cabreadísimo nos insiste en que habrá una segunda parte, por si a algún despistado en la sala se le había escapado).

Y aún a riesgo de quedarme corto en la crítica, nada más que contar. Entretenimiento palomitero, espectaculares efectos especiales a mansalva y una mayoría de personajes de cartón piedra de los que, como suele ocurrir en estas películas, poco se sabe o se pasa de puntillas sobre ellos. En resumen, ideal como película navideña "para todos los públicos", con canción moñas en los créditos incluída, lista para saltar a los cuarenta principales. Ah, y la dragona (porque es dragona) habla, aunque sea telepáticamente. Pero yo prefiero a Paco Rabal.
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Eragon. Estados Unidos. 2006. 104'.
Director: Stefen Fangmeier.
Guión: Peter Buchman; basado en la novela de Christopher Paolini.
Música: Patrick Doyle.
Montaje: Roger Barton.
Fotografía: Hugh Johnson.
Diseño de producción: Wolf Kroeger.
Vestuario: Kym Barrett.
Producción: John David y Wyck Godfrey.
Intérpretes: Edward Speleers (Eragon), Jeremy Irons (Brom), Sienna Guillory (Arya), Robert Carlyle (Durza), John Malkovich (rey Galbatorix), Djimon Hounsou (Ajihad), Garrett Hedlund (Murtagh), Joss Stone (Angela).
Puntuación: 4
Más dragonerías...
http://www.labutaca.net/films/47/eragon.htm (sobre la peli)
http://www.eragonmovie.com/ (página web)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1446 (sobre Jeremy Irons)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1458 (sobre John Malkovich)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3253.html (crítica de la peli)

sábado, diciembre 23, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (IV): Hiroshima, mon amour

Hiroshima o el amor imposible. El romance clandestino de dos amantes unidos por el azar en el más improbable jardín en que pudiese florecer el amor. Hiroshima, la ciudad levantada sobre las cenizas donde solo es posible rodar una película sobre la paz, donde ella es una actriz deseosa de aventura, de pasión, encontrada en el primer japonés de su vida (aunque no tan japonés, como dice ella)

La obertura es demoledoramente hermosa, cuerpos abrazados, brazos entrelazados de los amantes que recuerdan el desastre de la bomba. O eso hace ella, para que no lo olvidemos y Resnais no olvide su encargo de hacer una película sobre la bomba de Hiroshima. Él se limita a repetir que ella no sabe nada, no ha visto nada, no sabe nada... La noche es el éxtasis el amor sin límites condicionado a la despedida inminente de ella, al adiós inaplazable y el "desearía que siempre fuera de noche". Él se resiste a aceptarlo y le suplica quedarse, en nombre del amor imposible, amor con mayúsculas de una noche y para siempre.

Ante el 'no' insistente de ella, Hiroshima (él) extorsiona sentimentalmente a Nevers (ella) y fuerza la desgarradora confesión, el dolor arraigado en el pasado, el amor oculto a un soldado alemán en la segunda mundial, amor paralelo a la vida en Hiroshima, amor con el mismo fatal destino: el asesinato brutal y sin concesiones. La confesión de Nevers obliga a ella a vagar por las calles de Hiroshima huyendo del amor, de la vida incierta y prometida a la que se lanzaban los enamorados de Les amants, pero aquí extirpado por la razón y el trauma de Nevers.

Resnais y Duras son los nombres propios de Hiroshima, mon amour. Director y guionista, padres ambos de una historia romántica de difícil digestión y mal envejecimiento. Sí, existe un romanticismo implícito en la película de Resnais, pero queda eclipsado y subyacente al retrato de un trauma, el suyo (de ella) y el de Hiroshima (él). La tragedia pasada y presente que significa el fin del amor (y por consiguiente, de la vida) es el fantasma que deambula por la película perdido en largos (larguísimos) paseos acompañados de largos (larguísimos) monólogos que son la voz de Duras. Brillantes las palabras, versos, prosa que nace de los labios de Emmanuelle Riva, pero a la larga vaciados de la emoción que merece toda gran historia de amor y diluídos bajo las eternas divagaciones de su protagonista.




Y Resnais dice:

"...Recuerdo haber solicitado a Marguerite Duras una historia que se desarrollase a dos velocidades distintas. Yo la había situado en Lyon durante la Resistencia, pero ella sugirió Nevers que, realmente, posee una pronunciación más hermosa como sonido......

Yo mantengo que un film como Hiroshima, mon amour transcurre siempre en presente. Las escenas de Nevers son imágenes mentales de la protagonista, lo cual permite establecer la hipótesis de que sean falsas..."


viernes, diciembre 22, 2006

Amores Perros



Con la vista y las expectativas puestas en ese monumento fílmico que promete ser Babel, es momento de echar la vista atrás y recuperar al González Iñárritu de hace 6 años. Justo el mismo de ahora, el mismo Alejandro humano, humanísimo, el discípulo más avanzado de Altman, capaz de entrelazar historias mínimas y no tan mínimas, cotidianas y trágicas sin dejar que una pizca de humanidad y de intensidad se derrame de sus imágenes. El Alejandro González Iñárritu de Amores Perros contaba con la sorpresa, con el desconocimiento del público internacional de un mexicano cuyo nombre apenas sonaba en Mexico tras su opera prima, El timbre. Y claro, Amores perros fue una bomba de consecuencias devastadoras, el destape de un gran director cuyo nombre iba anclado al de un gran guionista, Guillermo Arriaga.

Cuando se menciona a Iñárritu y a Arriaga, es inevitable identificar el tipo de película que vamos a ver. La película Iñárritu-Arriaga. Cine de autor con mayúscula, cine intenso, cine apasionante y conmovedor, cine trágico y doloroso, cine humano y sobre todo cine, mucho más allá de cualquier etiqueta que se pueda poner detrás de la propia palabra. Amores Perros ya anunciaba los elementos claves que le constituirían como autor de renombre: historias paralelas tangentes en un punto que constituye la tragedia, montaje complejo, desarraigado y muchas veces atemporal, abundancia de estilo en cada uno de sus fotogramas, y además en este caso perros, muchos perros en un perro mundo... Los perros son piezas clave de Amores Perros, siendo objeto de cariño y desprecio por parte de sus dueños, siendo la perfecta metáfora de las relaciones humanas que explora y explorará en sus siguientes películas su director.

En la primera de las tres historias, Octavio (Gael García Bernal) está enamorado de Susana, la mujer de su hermano, quien la maltrata y engaña estando embarazada y con un hijo ya en su haber. El destino, ingrediente inexcusable de cualquier película de Iñárritu hace que el perro se escape de casa y acabe topándose con una banda dedicada a las peleas de perros, para acabar destrozando a su más letal máquina de matar. A partir del trágico suceso, Octavio ve en su mascota un filón para reunir dinero y convencer a Susana de escapar juntos y vivir una vida nueva.
La segunda de las tres historias haría las delicias de Edgar Allan Poe. Una modelo española y su amante se van a vivir juntos. Ella está en la cúspide de su carrera y vida emocional hasta que un accidente la deja al filo de la muerte y con una pierna completamente destrozada. Valeria ve truncada su carrera como modelo y su relación sentimental irse por el fondo del retrete. En el proceso de rehabilitación y jugando con su perro, el animal se cuela por un agujero del suelo de madera para desaparecer durante varios días en el subsuelo de la casa. Valeria escucha angustiada durante horas los gritos de sufrimiento de su perro sin poder hacer nada para ayudarle.
La tercera y última cuenta la historia de un viejo mercenario con un oscuro pasado en el que abandonó a su familia. Vaga por las calles recogiendo perros abandonados y saldando cuentas para otros. Un día encuentra un perro moribundo, herido de bala en medio del caos de un sangriento accidente de tráfico. Después de curarlo y adoptarlo como uno más de sus compañeros, el perro acaba matando al resto de la jauría y su dueño, ido de ira se plantea ejecutarlo.

A partir de los perros y del suceso trágico que sirve de unión (no es difícil adivinarlo), Alejandro González Iñárritu ofrece una película completamente desgarradora, donde personas y perros dejan en evidencia sus instintos y naturaleza, capaces de amar al que les acoge para luego inflingirles un daño desproporcionado, cruel. Menos compleja en el montaje que 21 gramos, menos abusiva de la casualidad y el azar también, el pero de Amores Perros viene en el hecho de que la primera historia sea la mejor de las tres. Precisamente en ella encontramos la imagen-icono de la película con uno de los dueños conteniendo a su perro enfurecido. Es también la historia más completa y la que mejor muestra el dolor humano, la decepción que tan palpablemente queda expuesta en su conclusión, no así en la historia de Valeria que por momentos parece encallada, sin saber cómo avanzar.

Y así es como, con un guión prodigioso de Arriaga , capaz de darle más de una vuelta de tuerca al azar y destino más deprimente, y un puñado de buenos actores (notable para Gael García Bernal) es como se construye una gran película que, a pesar de todo, sigue siendo el punto de referencia a partir del cual Iñarritu proseguiría su evolución (a más) en una trilogía de las que quedan marcadas a fuego en el cine de esta primera década de cine del nuevo siglo.
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Amores Perros. México. 2000. 153'.
Director: Alejandro González Iñárritu.
Guión: Guillermo Arriaga.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Música: Gustavo Santolalla.
Montaje: Luis Carballar.
Producción: Alejandro González Iñárritu.
Intérpretes: Emilio Echevarría (el Chivo), Gael García Bernal (Octavio), Goya Toledo (Valeria), Álvaro Guerrero (Daniel), Vanessa Bauche (Susana), Jorge Salinas (Luis), Marco Pérez (Ramiro), Rodrigo Murray (Gustavo), Humberto Busto (Jorge), Gerardo Campbell (Mauricio).
Puntuación: 8
Sigue perreando por la red...
http://es.wikipedia.org/wiki/Amores_perros (sobre la peli)
http://www.imdb.com/title/tt0245712/ (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article417.html (crítica de la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1825.html (sobre Gael García Bernal)
http://es.wikipedia.org/wiki/Goya_Toledo (sobre Goya Toledo)
http://multimedia.terra.es/viewer/portada.cfm?cod_media=58537&mapnivel1=CIN (vídeo de una entrevista con Alejandro González Iñarritu)
http://www.elpais.com/articulo/cine/Guillermo/Arriaga/cazador/escribe/elpcinpor/20051202elpepicin_9/Tes (sobre Guillermo Arriaga)

domingo, diciembre 17, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (III): Los 400 golpes

Recuerdo bien
aquellos "cuatrocientos golpes" de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.

Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guión.
Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que toda la vida es cine
y los sueños,
cine son.

Al fin llegó
el día tan temido más allá del mar,
previstos por los grises de Henri Decaë
cuánta razón
tuvo el censor,
Antoine Doinel murió en su "domicilio conyugal".

Pido perdón
por confundir el cine con la realidad,
no es fácil olvidar Cahiers du Cinéma,
le Mac Mahon,
eso pasó,
son olas viejas con resacas de la nouvelle vague.

Cine, cine (Luis Eduardo Aute)
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martes, diciembre 12, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (II): La mamain et la putain

Sólo una película tan desconocida, posterior y oculta por el espectro de la Nouvelle Vague podía ser tan perturbadora. A pocos se le escapaba que en 1973 la nueva ola había ya tocado a su fin y que sólo un realizador maldito como Jean Eustache podría permitirse el (último) capítulo final del movimiento cinematográfico más influyente y poderoso hasta la fecha conocido.

Película misteriosamente hipnótica, pese a sus 219 minutos, tour de force incomprendido y desconocido en España, su reaparición la convirtió casi automáticamente en película de culto. Elementos no le faltan. El trágico final de su director, quien se quitara la vida 8 años después, es uno de ellos, y a él se le incorpora el carácter nostálgico de la generación perdida, de la cultura desaparecida y del mayo del 68. Un último esfuerzo de retratar el mundo que pudo ser y que no llegó a ser, la vida desde el amor al amor, desde la bohemia y los cafés de París donde uno podía sentarse a dos mesas de Sartre a discutir sobre Murnau o Pabst. Una profunda desilusión.

Y a todo esto, Doinel (Léaud) ha crecido, pero no del todo. Ahora se llama Alexandre, extravagante y maniático Alexandre que vaga por las calles de París cual Horacio Oliveira, y dice que no tiene casa y añade que por suerte para él. Vive con su amante, la mamain del título (Bernardette Lafont), que le cuida y adora pese a la extraña convivencia que mantienen. Veronika, o la putain del título (François Lebrun), irrumpe violentamente en ese círculo tras un cruce de miradas en el café de una rue cualquiera y un intercambio de teléfonos. El círculo se estrecha, los papeles se confunden, el amante erudito y bohemio queda en evidencia, todos lloran lo perdido y que ya no queda nada por perder, mientras en el gramófono entona el Requiem de Mozart.

Y Edith Piaf, y Zara Leander, y Offenbach, y Bresson también... Ya no queda romanticismo, sólo putas y madres. Nada por lo que luchar, nada en que creer, la muerte lenta y dolorosa del 59, del 68, el umbral de la nueva era del miedo a la palabra, a la duda y la libertad. Dolor infinito el que encierra La mamain et la putain, el mismo que carcomía a Eustache fuera de su cine y le llevaba a hacer autorretratos dentro de él. Y el adiós de la generación perdida...

miércoles, diciembre 06, 2006

Casino Royale



Podría decirse que Casino Royale sigue la línea de inventarse precuelas que tan de moda puso George Lucas hace ya casi 10 años. Pero lejos de la realidad, Casino Royale rescata la novela original de Ian Fleming y nos muestra a Bond en su primera misión como 007. La anécdota no se queda en un simple salto al pasado sino que los productores de la serie han aprovechado para dar a Bond un lavado de cara y alejarse de la línea (errónea para muchos) de Muere otro día.

Lo más sorprendente de este proyecto es que no sea hasta 2006 cuando se estrene, siendo la primera novela de James Bond. La explicación es que los derechos de ésta no estuvieron en manos de la familia Broccoli hasta el año 2000. Si echamos la vista atras encontraremos una comedia de Peter Sellers que hacía uso de los derechos de Casino Royale. Aprovechando la oportunidad de retomar desde sus inicios la serie, se creyó conveniente buscar un nuevo perfil de Bond, que parece encajarle a la perfección a Daniel Craig. Con ello se ha conseguido forjar un Bond menos frío, menos letal y, en cierto modo, más creíble. Por supuesto que para muchos Bond seguirán siendo Connery y Moore, pero ahí ya no me meto.

La trama de Casino Royale se desarrolla con cierta complejidad inicial que mantiene sus puntos de intriga a lo largo de todo el metraje, pero en esencia es una película de acción clásica. Es espectacular y tensa sin necesidad de recurrir al ordenador. Pero principalmente presenta la evolución de un James Bond recién reclutado hasta el espía frío y calculador de las últimas entregas. Se ha hecho mención de que el nuevo Bond es más oscuro, pero creo que sería más correcto decir que se le ha sacado un poco de su halo de deidad, se le ha dado mayor humanidad.

Mención especial merece el hecho de que el film prescinda de paranoias megalómanas como satélites o barcos de camuflaje. Le Chiffre (Mads Mikkelsen) es un villano convincente y realista. Las motivaciones de los personajes son en apariencia digeribles por el cerebro humano. De igual manera es de agradecer que Eva Green, la nueva chica Bond, no se limite prácticamente a lucir palmito y apretar el gatillo, e interprete a un personaje y no un estereotipo. También podremos conocer un poco más de M (nuevamente interpretada por Judi Dench), concretamente cómo es su casa. Pero lo que no podremos saber es nada nuevo de Q, desaparecido en combate al igual que la mayoría de sus artilugios. Y en este caso es una pena dado que me descubro admirador de John Cleese.

La principal pega de Casino Royale es su excesiva duración. Muchas escenas se alargan en exceso como la persecución inicial con espectáculo parkour incluído o escenas del final que, por motivos obvios, no revelaré. Aún así, su director, Martin Campbell, que ya dirigió al espía británico en GoldenEye, consigue mantener un buen nivel de entretenimiento durante la casi totalidad del metraje. Y esto tiene especial mérito (debido en su mayor parte a Ian Fleming) ya que el grueso de la trama se centra en una partida de póker que se celebra en Casino Royale.

Los fans de la serie se verán gratamente sorprendidos por una vuelta al sello que ha llevado James Bond en sus entregas clásicas. Los fans de la acción se verán recompensados por un film que recupera el saber hacer de grandes clásicos como La jungla de cristal, sin necesidad de efectos especiales que acaben devorando la película. Y el niño que pegaba golpes a mi butaca en el cine se queda con un mal de ojo que le he echado.
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Casino Royale. Reino Unido, República Checa, Alemania y Estados Unidos. 2006. 144'.
Director: Martin Campbell.
Guión: Neal Purvis, Robert Wade y Paul Haggis; basado en la novela de Ian Flemming.
Montaje: Stuart Baird.
Fotografía: Phil Méheux.
Vestuario: Lindy Hemming.
Producción: Michael G. Wilson y Barbara Broccoli.
Intérpretes: Daniel Craig (James Bond), Eva Green (Vesper Lynd), Mads Mikkelsen (Le Chiffre), Jeffrey Wright (Felix Leiter), Judy Dench (M), Giancarlo Giannini (Mathis), Caterina Murino (Solange), Simon Abkarian (Dimitrios), Jesper Christensen (Sr. White), Ivana Milicevic (Valenka), Tobias Menzies (Villiers), Sébastien Foucan (Mollaka) e Isaac De Bankole (Obanno).
Puntuación: 7
Me llamo Bond, James Bond...
http://www.labutaca.net/films/45/casinoroyale.htm (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3240.html?topic=4 (critica de la peli)
http://www.elmundo.es/elmundo/2005/10/14/cultura/1129290214.html (sobre Daniel Craig)
http://lanegraflor.blogspot.com/2006/11/va-green-sabor-francs-para-vesper-lynd.html (sobre Eva Green)
http://es.wikipedia.org/wiki/Judi_Dench (sobre Judi Dench)
http://es.wikipedia.org/wiki/Ian_Fleming (sobre Ian Flemming)

domingo, diciembre 03, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (I): Les Amants

Una barca navega a través de un riachuelo con dos amantes a bordo. Ambos se encuentran tumbados, mirándose con desbordado amor y una ternura infinita mientras la poderosa partitura clásica de Alain de Rosnay suena de fondo. La escena en sí es una alegoría a la pasión, una manifestación exaltada del enamoramiento que se acentúa con las palabras de los dos amantes: "te quiero... eres guapo... te quiero...". Y la barca se pierde entre la maleza...

Ella es una aburrida burguesa, cansada de la monotonía de su matrimonio con un aburrido periodista que ya no la toca. La única aventura que queda en su vida es la de visitar a su amiga en París los fines de semana y aprovechar la estancia para lanzarse a los brazos de Raoul, un apuesto y pretendido campeón de polo del que cree estar enamorada. Son esos (escasos) los días de libertad y de pasión que llenan la vida de Jeanne (Tournier en la ficción, Moreau en la realidad).

Y entonces la sospecha creciente de su marido la obliga a celebrar una velada a la que asistan sus dos amigos. El destino fuerza a Jeanne a sufrir una avería de camino a esa cena, cruzándose en su camino con un desconocido que acabará convergiendo con los demás actores de la trama en lo que acaba convirtiéndose en una siniestra velada: insufribles silencios y conversaciones rellenas de palabras vacuas, insolencias de un amante celoso y falsedad manifiesta de un marido con tal de no admitir duda respecto a lo que es suyo. De repente Jeanne odia todo lo que le rodea, odio profundo y aburrimiento soberano de nuevo. El vacío absoluto.

Ese vacío que no le deja dormir, que reconduce sus pasos y la lleva al exterior de la casa en la madrugada. Allí espera el arqueólogo, el desconocido que la recogió. Juego de miradas, esquivas primero y furtivas después, juego del deseo, el hombre y la mujer solos ante la naturaleza y solos el uno ante el otro, descubriendo aquello que no supieron ver a la luz del día, despertando una tormenta de sentidos que les invaden y que explotan en la unión de un beso. Los amantes se sumergen en el trance absoluto e inician un paseo que resucita sus vidas y sus corazones. Eso debe ser el amor, piensan, eso debe ser enamorarse... y Louis Malle lo pone delante de nuestros ojos para que lo comprendamos.



Pero salta a la vista que Les Amants no es una película genuina de la Nouvelle Vague. No hay transgresiones, ni un guión desmontado y rupturista, ni violencia y desorden en el montaje o los planos. Más bien Les Amants muestra un completo respeto por la narrativa y estética clásica del clásico cine francés, por lo menos hasta que descubrimos dos elementos: la aparición del bohemio y latin lover, que va y viene a ninguna parte y que simboliza la aventura, la última oportunidad para el corazón desgastado de Jeanne, y el lírico y casi onírico final, donde el enamoramiento significa también un dudoso futuro y, por tanto, un final abierto. Malle nunca fue el autor arrebatador y genuino que fueran Truffaut o Godard, pero fue de los primeros en atreverse, en romper con el clásico conservadurismo del romanticismo en el cine y de hacerlo al servicio de dos amantes que explotan su deseo en la noche, pero que con la llegada del día descubren la incerteza de su futuro. Tras hacer el amor y dormir juntos pese a la amenaza de su entorno, el cielo da paso a una nueva aurora y el día a las nuevas incertidumbres. Jeanne está segura de haberse enamorado, pero duda de sus actos al despedirse de su hija dormida, y vuelve a hacerlo tras dejar atrás la mansión, cuando ambos huyen en el coche y ella llora. Jeanne se apresura a decir que está segura de lo que hace, que no sabe qué le pasa y que le perdone. Él, serio y meditabundo mira a la carretera mientras recita la más bella frase de Les Amants:

"...desearía que siempre fuera de noche..."

viernes, diciembre 01, 2006

Borat



...o la pintoresca aventura de un sucio, bruto y vulgar kazajo en la 'civilización'. Ese es Borat, claro. O Sacha Baron Cohen, antes Ali G. Nunca fue tan difícil criticar una película tan crítica con la realidad que describe, sin dejar un solo momento de mofarse de ella y hacer partícipe al público.

Y digo difícil por su capacidad para generar tanta repulsión como admiración. Sería tan injusto elevar Borat como una comedia revolucionaria como tildarla de película vulgar y burda. El caso es que está a medio camino de ambas cosas. Borat es escatológica, bestia y absolutamente descargada de cualquier tipo de buen gusto (hasta el punto de hacernos replantear qué lo es y qué deja de serlo), pero a la vez es totalmente despiadada en su mirada hacia la sociedad americana, un mosaico de culturas y gentes visto además desde un sujeto construido desde los prejuicios propios de una sociedad kazaja aparentemente en las antípodas de la nueva que descubre. Resulta divertidísimo y a la vez incómodo ver a un pobre inocente adentrarse en la jungla de Nueva York (con guiño a Cowboy de Medianoche inclusive) donde ríos de gente van y vienen sin atisbo de calidez humana alguna. Borat no tarda en comprender que puede ir olvidándose de la familiaridad de su pueblo y su gente, salvo excepciones que vienen, paradójicamente, dadas por dos subculturas y en dos encuentros generalmente repudiados por el resto de la gente: un desfile del orgullo gay y un encuentro con un grupo de chavales negros de los suburbios. Borat se ve abordado por las contradicciones de un mundo tan luminoso como hipócrita, tan presumido de su heterogeneidad pero tan repleto de odio hacia lo diferente...

Por tanto, uno puede afirmar sin miedo a equivocarse que Borat es un experimento sociológico de primera orden. El problema es que se vale del 'todo vale' y de una absoluta grosería para realizar su crítica, reventando las fronteras de lo 'políticamente correcto' y con claros altibajos en su línea de humor. A veces nos sorprende con arrebatos de brillante humor dado, casi siempre, por los equívocos de Borat debido a su ignorancia respecto a su entorno, para luego regalar con una escena tan gratuita y tan hiriente a la vista del espectador como es la escena de la pelea en el hotel, tan desagradable como innecesaria. Borat es sinónimo de polémica, es su razón de ser y la controversia su punto de partida, pero saldría ganando si aceptara dejar de lado determinadas escenas que no aportan nada al conjunto.

En todo este tinglado hay un responsable, protagonista, alma e impulsor que es el cómico Sacha Baron Cohen. Él es el centro y alter ego de Borat, un personaje que podría haber fracasado rotundamente y, sin embargo, triunfa gracias al buen hacer y enorme carisma del autor. Se podría decir que Baron Cohen buscaba un vehículo para dar rienda suelta a sus perversiones y utilizarlas como arma de doble filo, punzante como pocas, contra la supuesta primera sociedad del supuesto primer mundo ¿El resultado? una comedia tan inclasificable como delirante.
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Borat. Estados Unidos. 2006. 84'.
Director: Larry Charles.
Guión: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Peter Baynham y Dan Mazer; basado en un argumento de Sacha Baron Cohen, Peter Baynham, Anthony Hines y Todd Phillips.
Música: Erran Baron Cohen.
Montaje: Peter Teschner y James Thomas.
Fotografía: Anthony Hardwick y Luke Geissbuhler.
Vestuario: Jason Alper.
Dirección artística: David Maturana.
Producción: Sacha Baron Cohen y Jay Roach.
Intérpretes: Sacha Baron Cohen (Borat), Ken Davitian (Azamat).
Puntuación: 6
La boratmanía en la red...
http://www.labutaca.net/films/47/borat.htm (sobre la peli)
http://www.fanzinedigital.com/articulo.php?sec=c&cod=2610&tm=3&al= (critica de la peli)
http://www.fox.es/borat/ (web oficial España)
http://www.boratmovie.com/ (web oficial Estados Unidos)
http://es.wikipedia.org/wiki/Sacha_Baron_Cohen (sobre Sacha Baron Cohen)