martes, marzo 30, 2010

Querido John

Hay dos secuencias en Querido John que, en claro contraste, definen las contradicciones, la batalla interna librada en los entresijos de la película de Hallström. Una, culminación del amor de postal al que hemos asistido en el primer tercio, culmina con los bellísimos John (Channing Tatum) y Savannah (Amanda Seyfried) recitando un diálogo supinamente estúpido a propósito del alcohol, las drogas y las palabrotas (sólo mentales). La otra supone el reencuentro de la pareja después de una larga temporada de dolorosa y forzosa separación: en el aeropuerto, un abrazo enamorado en primer plano supedita a un segundo el registro a otros pasajeros que observan encandilados a los dos mancebos, mientras sufren las primeras consecuencias de una era inaugurada por el miedo. El fin de la historia supondrá, más tarde, el fin de una relación no tan destinada al fracaso por la distancia y la dicotomía patria-amor, sino, como ha dicho Roger Ebert, más porque esta se halla inscrita en un relato de Nicholas Sparks.
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Fotogramas de Querido John – Copyright © 2010 Screen Gems, Relativity Media y Temple Hill. Distribuida en España por Sony Pictures Releasing de España. Todos los derechos reservados.

martes, marzo 23, 2010

El mal ajeno

Lo que empieza como una cover de honrosa estofa de El protegido (M. Night Shyamalan, 2000), entregada a un arrollador potencial visual que tiene su cumbre en el “despertar” post-traumático del personaje de Eduardo Noriega, pronto deriva en una trama que quiere zafarse a toda costa de las acusaciones de estancamiento, pero que ya está incurriendo en una carrera de fondo en la que los impostados vericuetos dramáticos llevan al retorcimiento y desgaste de la narrativa, más próxima a un capítulo extendido de Hospital Central que a un verdadero ejercicio de género. Santos sólo parece aquí el canalizador de tanto la impecabilidad de producción amenabariana como de los excesos de la escritura de Daniel Sánchez Arévalo, aquí firmando un guión definitivamente a la deriva, agotador y tempranamente agotado. La fascinación fantástica por la transferencia del don sanador del protagonista se contiene en su premisa, y no en un desarrollo posterior en el que, por reiteración de situaciones e impostados vuelcos de la tensión emocional, acaba alejando cualquier interés por las necesidades o capacidades afectivas de ese médico tornado curandero, o de ese padre de familia que llega tarde a su familia.
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En la imagen: Fotograma de "El mal ajeno" – Copyright © 2009 MOD Producciones, Himenóptero y Telecinco Cinema. Distribuida en España por Alta Classics. Todos los derechos reservados.

jueves, marzo 18, 2010

El corte de mangas de Fellini

En su última etapa, el cine de Federico Fellini se mostraba extraño a la realidad colateral que ya no podía pervertir con el placer y libertad de antaño. Dicho de otra manera, Fellini no entendía cómo alguien (y ese alguien era todo el mundo) querría dejar atrás las varietés llenas de infinitos fenómenos,  los olores de teatrillo decrépito, el público insolente, maloliente y alimentándose de bocata de sobaquillo en un patio de butacas infernal (o mágico, según la ocasión), a cambio del espectáculo embutido en pequeña pantalla y unidireccional de la televisión. Que lo primero se convirtiera en mero programa de gala de sábado noche  de lo segundo para alimentar nostalgias era, en definitiva, poco menos que un insulto que exterminaba todo aura de lo extraordinario, destilada en cada comediante de poca monta, en cada imitador o faquir de mala muerte capaces de alimentar fenomenalmente sueños y escapismos varios.

Hay dos imágenes clarividentes al respecto. La primera está en Intervista (1987) cuando, hacia el final, un grupo de indios irrumpe en escena desde detrás de una de las colinas de Cinecittà blandiendo antenas de televisión. La otra, si cabe más explícita, corre a cargo de Fred (Marcello Mastroianni) en Ginger e Fred (1986), ese viejo imitador de Astaire que sufre de primera mano, y junto a Ginger (Giulietta Masina), la terrible condescendencia de los tiempos modernos y el maltrato de gurús y nuevos charlatanes de la televisión. Antes de salir a escena, Fred comenta con Ginger lo magnífico que sería dirigirse a los millones de italianos al otro lado de la pantalla y decirles: "BO-RRE-GOS". Ya en el escenario, un apagón sorprende a la pareja cuando empezaba su actuación. En medio de la oscuridad del plató, Fred se acerca a las cámaras y público para culminar su deseo con un soberano corte de mangas que será sorprendido por la iluminación repentina del estudio. Corte de mangas que, por supuesto, pertenece a Fellini y que tiene por destinataria a la televisión que ni entendía ni quería entender demasiado bien.



Lunes 22, a las 18.00h., presentación y coloquio de La strada en FNAC Valencia.

martes, marzo 16, 2010

Green Zone: Distrito protegido

La escritura visual de Greengrass empezó delimitándose al retrato de un contexto crítico de la realidad en United 93 (2006), título notable y plausible en su vocación reconstructiva de una parcela emborronada de la misma. Sin embargo, iba a encontrar sus mayores triunfos aplicando la misma en la dislocación del ya de por sí dislocado Jason Bourne, eximiéndole en la medida que la action movie lo permitía de las obligaciones políticas del escenario de la Guerra Fría, pero sin renunciar, necesariamente, a sus atmósferas (El mito de Bourne). La cumbre que suponía El ultimátum de Bourne, pues, hacía una incógnita del siguiente paso a dar por el realizador: que Green Zone: Distrito protegido aborde el Iraq de posguerra como marco del thriller de sello Greengrass, y la infructuosa búsqueda de las armas de destrucción masiva como premisa argumental, implica inmediatamente la voluntad del cineasta de volver al género más comprometido con la realidad de su tiempo; que lo haga con un Matt Damon que cambia el agente atormentado en busca de su identidad por el alférez incrédulo en busca de la verdad, demuestra que apenas sí se han introducido variables definitivas a la fórmula Bourne.
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jueves, marzo 11, 2010

World's greatest dad

En un mundo en el que la muerte de un astro pop se convierte en hipérbole, feria de ferias de las vanidades con carácter de inmediatez y rendimiento tan prolongado como sea posible, World’s greatest dad es un dardo envenenado que, quizá, sólo Billy Wilder había alcanzado a lanzar con tan certera puntería. La, aquella vez sí, acertada traducción de Ace in the hole al español, El gran carnaval (1951), de hecho valdría como título intercambiable o rebautizo, a falta de un equivalente castellano, para lo último de Bobcat Goldthwait. Otro tema, mucho más interesante, sería debatir si la igual negritud de ambas cintas plantea a ambos cineastas en mismos (y extraordinarios) niveles de inclemencia, o si, tras tamaño bofetón, sí existe un asomo de humanismo en el caso de Goldthwait.

En la imagen: Fotograma de World’s greatest dad – Copyright © 2009 Magnolia Pictures, Darko Entertainment, Process Productions y Jerkschool Productions. Todos los derechos reservados.

lunes, marzo 08, 2010

Los hombres que miraban fijamente a las cabras

Los hombres que miraban fijamente a las cabras encuentra su mejor coartada en la sentencia inicial que advierte al espectador de que los hechos a narrar son más reales de lo que pueden aparentar. Grant Heslov, nombre habitual del entorno de George Clooney, adapta una novela de Jon Ronson que documenta, en clave de comedia, las inesperadas consecuencias de un daño colateral, de todo un trauma post-Vietnam que acabó derivándose en la improbable constitución de un ejército New Age. Desde sus créditos a golpe de Supergrass, la película de Heslov deja claro que mirará a esa realidad más extraña que la ficción desde el contexto post-Iraq, espacio equivalente en el que ampliar su comedia corrosiva de inclinación izquierdista. El modelo a seguir en estos menesteres, claro, es Tres reyes (David O. Russell, 1999), en la que una aventura impulsada por la fiebre del oro era la mejor y disimulada francotiradora del republicanismo fervoroso representado en la saga Bush. El diferencial cáustico y el tono de ambas obras explica por qué la cinta de Heslov pasará más bien inadvertida a la memoria y la de Russell no.
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En la imagen: Fotograma de “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” © 2009 Winchester Capital, BBC Films, Smokehouse y Paul Lister Productions. Fotos por Laura McGruder y Saeed Adyani. Distribuida en España por Sony Pictures Releasing de España. Todos los derechos reservados.