Leer crítica completa en La ButacaLamentablemente, la mediocridad de la que ya hacía gala Walt Becker en Cerdos salvajes tiene su continuidad aquí: humor rebajado a situaciones que fuerzan expresamente el gag y rayanas en el ridículo (la escena en el restaurante en la que los dos protagonistas son aplaudidos como miembros de la tercera edad) y escasas justificaciones para una encadenación de escenas que apenas responden a los sucesivos caprichos de los dos retoños de los que los dos adultos se hacen cargo. Tampoco como buddy comedy destaca, exenta de referentes sólidos que la refuercen (La extraña pareja pudo ser un buen punto de partida para definir la relación entre los dos personajes principales) y repleta, en cambio, de lugares comunes de un humor más visual y facilón (los efectos psicotrópicos derivados de la ingesta de la medicación equivocada). Pero lo más irritante es comprobar como Becker se ajusta, sin oposición alguna, a los postulados de la marca Disney y se empecina en resaltar, de forma ininterrumpida, su mensaje abiertamente familiar y amable, hasta alcanzar el vergonzoso momento en el que Dan (Robin Williams) toma finalmente conciencia del camino correcto a seguir.
jueves, diciembre 10, 2009
Dos canguros muy maduros
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