jueves, diciembre 08, 2005

Veinte años no es nada

Posted by Picasa



Qué duda cabe de que el documental es un género a parte. Raro, maldito, confinado, no apto para las masas, discutido, perdido en pequeñas salas, surge como la necesidad de algunos cineastas de rescatar la realidad para la memoria colectiva... o no. Antes de que Michael Moore viniera a espectacularizarlo y viciarlo con la inestimable ayuda de seguidores como Spurlock, a ninguno se le hubiera pasado por la cabeza que un documental se fuera a estrenar en un cine que tuviera más de cuatro salas. Fahrenheit 9/11 y Super Size me rompieron esta tónica que, sin embargo, sigue valiendo para la inmensa mayoría de países que realizan este tipo de producciones.
España, cómo no, es buena muestra de ello. Ya resultó meritorio que un documental como Del Roig al Blau resistiera de manera incansable y durante largo tiempo en una única sala de Valencia. Caso parecido es el de ésta 20 años no es nada de Joaquim Jordà, desterrada al Albatros (pese a una segunda posición en la Seminci) y con pocos visos de futuro que ojalá no se cumplan.

Pero no nos engañemos. Mi deseo de que se mantenga no va acorde con mi opinión respecto a su calidad. Lo veo como una necesidad de reavivar el documental en las salas españolas, en las que ahora parece asomar más la nariz con la italiana Viva Zapatero!. La película de Joaquim Jordà me resultó decepcionante y tremendamente irregular. Si algo se puede decir de ella es que funciona "a ratos" y que "a ratos" convence sin encontrar, tras casi dos horas de metraje, su sitio. Para entender su historia es preciso remontarse algo más de 20 años y volver a 1979. Por entonces, la fábrica de electrodomésticos Numax decidía cerrar sus puertas y trasladar sus plantas a Brasil con el objetivo de abaratar costes. Con tal de evitarlo, los trabajadores de la fábrica se lanzaron a la huelga y a la posterior toma del edificio, iniciando así un proceso de autogestión único en su tiempo. Conscientes de la singularidad de aquellos acontecimientos, encargaron a Joaquim Jordà la realización de un documental que a la postre se llamaría Numax presenta y en el que invertirían las últimas 600.000 pesetas de la caja. Lejos de quedar en el olvido, 26 años después Jordà decide rescatar a los protagonistas de Numax y mostrarnos qué es lo que ha sido de ellos. Antaño revolucionarios, idealistas y convencidos de la posibilidad de una sociedad mejor, vemos desfilar lo que queda de sus ilusiones y les oímos recordar aquellos tiempos con evidenciada morriña. Ahora son un taxista que aprende idiomas con cintas, una mujer recluída en los valles pirenaicos que realiza charlas con sus vecinas, una mujer mayor que confiesa su catolicismo o la viuda de un tal Juan que en su ansia por exprimir hasta la última gota de su vida se lanzó a una vida de delincuencia que le llevó a atracar el Banco Sabadell en lo que es, sin duda, uno de los pasajes más interesantes y divertidos del documental.

Pero hay en Veinte años no es nada un abuso del falso documental, de los falsos reencuentros, de las situaciones forzadas de compañeros que se vuelven a ver tras tanto tiempo o incluso de los que se ponen a rememorar tiempos pasados como si de un acto de espontaneidad se tratara. Un defecto que salta a la vista en escenas como la de la cafetería o la del tren, donde además un descuido imperdonable de Jordà rompe la continuidad del plano. Esto no ayuda en una película descompuesta e irregular, poco ordenada en sus intenciones y en su ritmo. Si por momentos parece brillar en escenas emotivas y brillantes que retratan el paso del tiempo en sus personajes de una manera sincera, es para luego desembocar en otros panfletarios y lentos que acentúan su arritmia. La bella fotografía de algunos planos, contemplativos y ocasionalmente cercanos al Calendar de Egoyan quedan descompensados con la monotonía de otros muchos. Es la falta de estructura su principal defecto y causante de su desorden latente que le hace otorgar demasiada importancia a unos testimonios en comparación con otros a los que poca atención se les presta. El conjunto no suspende, pero tampoco aporta nada nuevo y se queda, por desgracia, en las buenas intenciones.
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Veinte años no es nada. España. 2005. 117'.
Director: Joaquim Jordà.
Guión: Joaquim Jordà, Laia Manresa.
Fotografía: Carles Gusi.
Montaje: Núria Esquerra.
Puntuación: 5

8 comentarios:

manel dijo...

Sin lugar a dudas coincido contigo en todo lo que comentas. Creo que es un documental es está aprobado pero que fuerza muchas cosas con el falso documental. Lo siento pero no hay cosa que odie más que el falso documental. En "20 años no es nada" lo más digerible, aceptable y agradable es cuando Jordà no mete "la mano". Pienso que esa es la finalidad del documental. Si empiezas a mediatizar no hagas un documental, haz ficción. No sé, a mi me pareció espectacular el robo al banco (graciosísimo). Luego hay planos que son literalmente cinematográficos. Cuando el hombre obeso que era abogado está preparando la comida y acaba su discurso la cámara hace un travelling hacia detrás y se esconde tras una puerta. ¿Qué es lo que pasa? Acaso te han dado un guión para que lo actues, había de cada frasecita...

Me pasó lo mismo en "El milagro de Candeal", hay un momento en el que dos NIÑAS están hablando de la situación del gobierno y lo que se debería cobrar!! Por favor, hay cosas que no.

Puesto que he criticado mucho el documental en estas líneas daré un par de títulos que me parecen documentales geniales.

Buenavista Club Social y En construcción me parecen geniales y con sentido. Si quereis las comentamos ;)

Jordi Revert dijo...

Me los apunto, he oído hablar de los dos y no estaría mal echarles un vistazo.

Tampoco a mí me hace mucha gracia esos momentos de falso documental. Hubo un momento en que la cosa cantaba mucho, cuando una de las mujeres que ahora tiene un bar le comenta a una camarera como si no estuviera allí la cámara...
"¿Sabes que yo trabajaba en la fábrica...bla bla bla", y lo peor es que actúa mal, con lo cual el momento es exageradamente forzado.

Eso sí, la escena del atraco es todo un documento, me reí muchísimo ("podem veure dalt de la O...")

manel dijo...

Algunas de las frases célebres del secuestro:

Ahí tenim al "francotirador". No sabem que vol fer, pareix que està descansat, ara ens mira a la cámera... espectacular.

Que pena que el reflexe del vidre no ens deixe vore millor.

Jordi Revert dijo...

"aunque como tú no te bajas cosas porque es ilegal" jeje. Bueno, si cuando vuelvas aún no la he visto te la pediré, y si la he visto, te diré que me ha parecido :D

Jordi Revert dijo...

Ya he puesto la mula a cargar... aver si se baja pronto y la puedo meter por aquí (por cierto, maldita la suerte de Robert Downey Jr. que nunca se le reconocerá lo buen actor que es).

Sus dijo...

Esta mañana a las 9 estaba sentada viendo Zelig. Esas no son horas...

manel dijo...

Zelig no la he podido ver entera aún. Mira que lo he intentado veces y a horas distintas y siempre me levanto de la silla muy desilusionado.

Sus, la has conseguido ver? Qué te ha parecido?

Sus dijo...

Sí, la conseguí ver. No llegaba muy ilusionada porque esperaba otro capítulo de "Heimat" (una serie alemana), que también es interesante pero, repito, esas no son horas. Y en cambio me encontré con "Zelig". Lo primero que me llamó la atención fue el tratamiento de la imagen, pero sobre todo el hecho de que al final la voce over no se me hiciera tan tan pesada como pensaba. Quizás porque estaba concentrada en leer los subtítulos en italiano (porque era en VO) y traducirlos mentalmente a español, pero la cuestión es que estuve metida en la película hasta el final. También es posible que ayude el hecho de que no es excesivamente larga (hora y cuarto, creo).

Y me pareció muy acertada la metáfora del "hombre camaleón" como forma de crítica a todos los que transforman su personalidad (en él hasta su físico) sólo por sentirte aceptado e integrado socialmente. Habían mil formas de hacerlo y la que eligió W. Allen me parece, cuanto menos, bastante original.