lunes, noviembre 26, 2007

Hairspray



Hace casi dos décadas, el siempre irreverente John Waters proponía un musical revisionista de los 60 que exploraba la cultura televisiva y sus shows de bailes. Waters no podría imaginar que Hairspray iba a tener una insospechada repercusión que, por una vez, no se derivara de su habitual inconformismo y trasgresión en la pantalla. En 2002, Haispray debutaba como musical de Broadway cuyo éxito no se hizo esperar: más de 2000 representaciones y 8 premios Tony después, el fenómeno de este festival de la laca y la cultura pop se erigió como uno de los musicales de renombre más celebrados de Broadway que no tardaría en volver a ser revisado y actualizado para el cine.

Precisamente fijando su atención en el musical de vigente éxito y no en la historia original de John Waters, Adam Shankman, cuyo currículum no prometía gran cosa (Un canguro super duro, Doce fuera de casa) ha conseguido traducir su remake en un buen musical que sigue reafirmando el buen estado de un género revitalizado en la presente década. Hairspray es un musical divertido, optimista y descargado de pretensiones que deja al espectador tarareando cualquiera de sus pegadizas melodías y con un irreprimible impulso de ponerse a bailar desde la misma butaca del cine. Desde el primer y genial número musical, Good Morning Baltimore (en el que John Waters aparece en un cameo impagable), ofrece un entretenimiento conducido a través de coreografías y cantos corales que irregularmente resaltan tanto el espíritu jovial y optimista de la película como cierta picardía (en este mismo número, elementos como las ratas en la calle o el camión de la basura dan fe de ello) que se agradece ante el constante peligro que corre la película de caer en lo ingenuo y lo inocente. Y es que, si bien a Hairspray no se le puede acusar de no dar aquello que propone, bien es cierto que aun siendo un indiscutible entretenimiento en forma de musical y de estética cuidada, la ligereza de su trama y el eje en torno al que giran muchos de sus números nos hacen echar de menos algunos memorables y recientes pasajes del género (véase Chicago, Moulin Rouge o Bailar en la oscuridad).
En este sentido, Hairspray no aprovecha y casi pasa por alto el trasfondo social que Waters, a su manera, subrayaba en su día: la segregación racial en Baltimore y la imposición de modelos de estética y belleza a través de la cultura televisiva. Ambos temas están presentes, sí, pero Shankman los adopta como complementos de la trama y sus personajes para supeditarlos a su alegre y desenfrenada celebración musical.



Uno de los principales atractivos de Haispray y evidente reclamo para atraer a las audiencias que desconocieran la historia anterior del musical, era la puesta en escena de un John Travolta travestido y de gran volumen interpretando a Edna Turnblad, la entrañable madre de Tracy (Nikky Blonsky), una mujer sencilla y hogareña que se empeña en bajar a su hija de las nubes. Ver a Travolta desmelenarse cantando y bailando de semejante guisa no tiene precio, pero si damos un paso más allá, verlo felizmente casado con el mismísimo Christopher Walken haciendo del felizmente ingenuo señor Turnblad, es motivo suficiente para quitarse el sombrero ante una pareja artística tan extraña como hilarante. Y me remito para corroborarlo al inocente y afectuoso beso que Walken le planta en la mejilla a Travolta haciéndole sonrojar como uno momento tan sorprendentemente tierno como divertido.
En las antípodas de esa inefable muestra de cariño se encuentra la maldad de otra secundaria muy reconocible: Michelle Pfeiffer demuestra su veteranía ejecutando con eficacia suma el papel de la malvada Velma Von Tussle, antagonista natural de Edna y mujer de gran belleza y ambición desmesurada. También asistimos a la siempre imponente y siempre imponente voz de Queen Latifah, pero a pesar de las caras reconocibles que colman el cartel, es justo reconocer la labor de dos de sus verdaderos protagonistas, los jóvenes Nikki Blonski (Tracy) y Zac Efron, quienes no se intimidan y desempeñan actuaciones cargadas de energía que conducen y sostienen la película con solvencia. De hecho, se puede decir que Efron protagoniza el único momento verdaderamente memorable que pudiera destacarse en Hairspray, este es, su presentación al final de la fila en el Show de Corny Collins. A la sombra de ambos y de los pesos pesados, otros secundarios pasan casi necesariamente sin pena ni gloria por la pantalla, haciendo de su presencia anecdótica en algunos casos (Amanda Bynes y Elijah Kelly) o poco subrayada en comparación con el papel original (Brittany Snow, la odiosa Amber Von Tussle a quien apenas sí podemos odiar), lo que finalmente configura un reparto generalmente cargado de buenas actuaciones que contrastan con otras difícilmente destacables o incluso dejadas de lado.

Por encima de todo, Hairspray es un musical de estética colorista y optimismo radiante cuyo objetivo no es otro que hacer cantar y bailar. Su sencillez, aunque a veces excesiva, es siempre honesta y nos insta a dejarnos llevar a través de números brillantemente coreografiados y que remiten directamente al musical de Broadway, en el que directamente se basa. En definitiva, una tan inofensiva como divertida revisitación de los 60, sus peinados extremos y sus shows de televisión.
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Hairspray. Estados Unidos. 2007. 117'.
Director: Adam Shankman.
Guión: Leslie Dixon; basado en el guión de John Waters para su película Hairspay y el musical de 2002 con libreto de Mark O'Donnell y Thomas Meehan.
Producción: Craig Zadan y Neil Meron.
Música: Marc Shaiman.
Fotografía: Bojan Bazelli.
Montaje: Michael Tronick.
Vestuario: Rita Ryack.
Intérpretes: John Travolta (Edna Turnblad), Michelle Pfeiffer (Velma Von Tussle), Amanda Bynes (Penny Pingleton), Queen Latifah (Motormouth Maybelle), Christopher Walken (Wilbur Turnblad), James Marsden (Corny Collins), Nikki Blonsky (Tracy Turnblad), Zac Efron (Link Larkin), Brittany Snow (Amber Von Tussle), Elijah Kelley (Seaweed), Allison Janney (Prudy Pingleton), Taylor Parks (Little Inez).
Puntuación: 6,5
Que la laca no se acabe...
http://www.labutaca.net/films/55/hairspray.htm (sobre la peli)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hairspray (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3450.html (crítica de la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1459 (sobre John Travolta)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2031.html (sobre Christopher Walken)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1521.html (sobre Michelle Pfeiffer)

miércoles, noviembre 21, 2007

Fernando Fernán Gómez (28.08.1921-21.11.2007)

Muere uno de los pilares del cine español. Fernando Fernán Gómez ha fallecido hoy en Madrid a los 86 años de edad. Con él se va uno de los actores más grandes, si no el más grande, de la historia del cine nacional y una figura central en la cultura hispanoamericana que tanto destacó como autor literario, teatral o cineasta. Fernando Fernán Gómez deja en su haber más de 200 interpretaciones y su participación en la mayoría de los grandes momentos del cine español, algunos de ellos dirigidos bajo su batuta en algunas de las más de 20 películas que dirigió. Nacido en Lima (Perú), mientras su madre, actriz, se encontraba en una gira teatral, este gigante del cine cosechó respeto desde los años de la posguerra como galán de la pantalla hasta las últimas dos décadas como figura patriarcal en El abuelo y Belle Epoque, o maestro de la vida en La lengua de las mariposas. Durante su carrera mantuvo fructíferas colaboraciones con José Luis Garci o Carlos Saura, pero ha trabajado con casi cualquier autor destacable del cine español. Fernando Fernán Gómez siempre pareció una figura permanente, inmortal para el cine tanto como lo fue para el teatro o la literatura y quizás por eso hoy deja un vacío más grande en ese extenso espacio de la cultura que ocupaba. Servidor y tan solo testigo de la última etapa de su larguísima filmografía, siempre le recordará por ser Don Rodrigo de Arista Potestad o El Abuelo de Galdós en lo que fue algo muy, pero que muy próximo a eso que llaman una interpretación perfecta.


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http://www.imdb.com/name/nm0273178/ (filmografía)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1784.html (biografía)
http://www.loqueyotediga.net/archives/004759.html (artículo sobre su vida y filmografía)
http://www.loqueyotediga.net/archives/004758.html (cinco grandes momentos de su carrera)

sábado, noviembre 17, 2007

Lecciones de cine (IV): El montaje ideológico

El montaje tal como lo entendía Serguéi M. Eisenstein. Firme oposición al montaje clásico asentado por David W. Griffith: el montaje como una composición de elementos e imágenes no necesariamente vinculadas, no necesariamente respetuosas del raccord, no necesariamente claves para la trama, pero cuyo mosaico final ayudará a insuflar al espectador la emoción y pasión necesarias para hacer del espectador un sujeto plenamente involucrado y llevado hasta una finalidad ideológica y/o emotiva.

“(…) la tarea de todo tipo de teatro es la formación del espectador hacia una dirección deseada. Una atracción en el teatro es un momento agresivo; aquel que influye al espectador en sus sentidos y en su mente. A través de éstos, se intenta transmitir el contenido ideal de la obra en la percepción del espectador, entiéndanse éstos como contenidos netamente ideológicos.*”

Se basa en gestos, en signos mínimos o grandes ademanes, gritos de dolor que restallan en la tormenta, que intentan imponerse a una banda sonora que crece imperiosa. Todo con el difícil cometido de impactarnos e involucrarnos, de trascender más allá de lo que transcurre en la pantalla y dejarlo penetrar bajo la piel. Eisenstein ilustró su teoría del montaje cinematográfico en el fragmento La escalera de Odessa dentro de El acorazado Potemkin (1925), y desde entonces no pocos cineastas han imitado el espíritu del montaje ideológico. James McTeigue lo ejerció de nuevo para la mejor y más poderosa escena de V de Vendetta con magnífico resultado:

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[1] Sergei Eisenstein, Montage der Attraktionen, 1923, en: Oskana Bulgakova, Sergei Eisenstein: Das dynamische Quadrat, Philip Reclam Verlag, 1988. Página 11

miércoles, noviembre 14, 2007

El musical gamberro de John Waters

En el extenso catálogo de autores inclasificables que ofrece el cine de las últimas décadas, si hay uno de ellos que despunte por su trasgresión, atrevimiento y gusto por el mal gusto, ese es John Waters. Con su aspecto casi cadavérico, sus ojos saltones y sus bigotes mínimos, este director, actor, guionista, productor, montador y fotógrafo nacido en Baltimore (ciudad-referencia en su filmografía) y apodado por William Burroughs como "el Papa del Trash" ha conseguido, a lo largo de casi cuatro décadas de trabajo, que su nombre se convirtiera en sinónimo de lo inmundo y lo grotesco. Suya es Pink Flamingos, obra deliberadamente repulsiva convertida en la cumbre del mal gusto y la comedia basura desde el mismo momento en que Divine (drag-queen que fue intérprete fetiche en su carrera) abrió la boca para comerse aquel excremento de perro.
Obviamente, Waters nunca fue santo de devoción de la industria, ni mucho menos de la crítica. Sus películas han sido sistemáticamente vapuleadas por la mayoría de la crítica mientras unos pocos le señalaban como el nuevo referente de la cultura trash y underground. La genialidad que le atribuían una minoría era dilapidada por un rechazo general ante su empeño en transgredir cualquier convención que se pusiera por delante, razón de ser de cualquiera de sus películas.
Fue a finales de los 80 cuando Waters amplió su público y su nombre empezó a tener repercusión más allá de los circuitos independientes, y fue a través de dos musicales directamente relacionados con la cultura televisiva/musical de la América de los 60 y la cultura teen o de instituto: Hairspray (1988) y Cry-Baby (1990).



Hairspray narra la historia de Tracy (Ricki Lake), una chica de gran tamaño y gran corazón, que sueña con bailar en el Show de Corny Collins a pesar de una madre que se empeña en bajarla de las nubes (Divine). Tras una escapada al programa, consigue cautivar al presentador tanto como al público y resulta ganadora en el concurso de baile. Pronto Tracy se convierte en una sensación que revoluciona el programa y amenaza el reinado de la bella, engreída y repelente Amber Von Tussle (Colleen Fitzpatrick).
Esta película de Waters tuvo una repercusión inesperada, convirtiéndose en un exitoso musical de Broadway y siendo recientemente revisado en el remake de Adam Shankman. Hairspray es un musical de intenciones afables pero espíritu gamberro que explora la cultura generada en torno a los programas de baile de los 60, marcada por el físico, los peinados estrambóticos y la blanca "pureza" de sus concursantes. Waters retrata siempre con la hipérbole, pero también con cierta fidelidad, ambos lados de la pantalla como sendos contextos donde asistir a los sueños del espectador y a la realización de los mismos. Tracy consigue ser la reina del programa, Amber y sus igualmente repelentes padres son castigados y la población negra de Baltimore consigue romper las barreras de la segregación que lacran la televisión. A pesar de esta ilusa felicidad de Hairspray, es la exageración rayana en el ridículo que Waters aplica a cada personaje la que hace que la película se aleje de los tópicos y las convenciones. Tanto es así que la cima de lo estrambótico, de lo ridículamente divertido, lo alcanza el propio personaje de John Waters, una especie de loquero que se divierte torturando a la amiga de Tracy con una extraña máquina de descargas eléctricas para que ésta no vuelva a juntarse con negros.



En Cry-Baby vemos a un joven y macarra Johnny Depp, enamorarse de la niña guapa y rica del instituto. Lo fácil sería señalarla como un spoof film o parodia de Grease, pero las intenciones de Waters van más allá de ello y emparienta su obra no sólo con el cine de instituto y el rock de los 50, sino también con el cartoon y la slapstick comedy a través de golpes, caídas y otros efectos cómicos acompañados todos de sonidos que bien podríamos encontrar en un corto de los Looney Tunes. Una vez más, una película de Waters pretende destrozar lo convencional y lo políticamente correcto, y aquí opone, como enemigos naturales de Cry-Baby, a una hermandad de pijos mojigatos de cantos aterciopelados y cortes de pelo estándar que, naturalmente, perderán a la chica y perderán la popularidad entre sus compañeros. Los premiados aquí son los rebeldes, los que rompen las reglas y escuchan la música pagana, los que conducen su moto a gran velocidad, los de tupés imposibles y chupas negras brillantes. Junto a ellos, Waters muestra una vez más un elenco de peculiares secundarios que de nuevo o son castigados por su conservadurismo y rectitud o premiados por su autenticidad de espíritu. Y comprobar que algunos de esos personajes son el mismísimo Iggy Pop o una estrella del porno (Traci Lords), no tiene precio.



Así es como Waters entiende el musical: una gamberrada divertida y con buenas coreografías en la que tanto cabe su inconformismo como la crítica a través de la exageración más extrema. También cabe su deseo de provocar la repulsa a través de un grano siendo reventado o un beso con lengua con énfasis en las lenguas casi aplicando un lavado de cara mutuo. Cabe cualquier travesura que permita a Waters seguir divirtiéndose a costa de los que le denostan por zafio, grosero y vulgar: tres señas de identidad que han hecho su cine inconfundible.
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http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2587.html (sobre John Waters)

viernes, noviembre 02, 2007

La Haine (El Odio)



En 1996 un director del que poco se sabía tocaba la gloria en la costeña ciudad de Cannes. La meca de los festivales otorgaba a Mathieu Kassovitz el galardón a mejor director por su segunda película: La Haine. El francés daba la campanada con una película que reincidía en el llamado cine de banlieue o de periferia, es decir, una película que se trasladada a los suburbios de París para retratar a las generaciones perdidas: las de los hijos de inmigrantes que quemaban coches y provocaban los disturbios sin que nadie entendiera el porqué.

La Haine retrata esa generación olvidada y ambulante con rabiosa frescura y un estilo visual renovado que rápidamente la hizo película de culto del cine francés de los 90. Kassovitz impuso el blanco y negro para acercar su película a un estilo casi documental, haciendo que la cámara siguiera a Vinz (Vincent Cassel), Hubert (Hubert Koundé) y Saïd (Saïd Taghmaoui) en su vagabundeo durante un día en la banlieue. Lo que acerca La Haine aún más al estilo documental es que sus protagonistas conservan su nombre de pila en el salto a la ficción y el hecho de asistir a sus ratos muertos, sus reuniones sociales, o sus problemas domésticos. Lo que la aleja de esa no-ficción es otro de los motivos de su clamoroso éxito: el vigoroso montaje que el mismo Kassovitz le imprimió, en el que se dejan ver no pocos recursos visuales de los que tira mano. Kassovitz decide estructurar su narración en un solo día, separando las escenas con una pantalla en negro en la que vemos los dígitos de la hora, y esa separación temporal resulta ser tan irregular como eficaz. Durante esos lapsos de tiempo, La Haine tanto ilustra un tenso encontronazo entre sus tres protagonistas y un policía que custodia la habitación de un hospital a la que quieren acceder, como un tiempo muerto en el que, simplemente, no saben que hacer.

Y es que la mirada que sugiere Kassovitz se fija sobre un grupo de jóvenes de ninguna expectativa ni esperanza. Sin pasado ni futuro, los personajes de la banlieue están furiosos por esa realidad que no eligieron. Se saben reyes de su barrio, lo que es lo mismo que reyes de nada y nadie, y la situación tampoco mejora cuando se trasladan a París, donde visitan un amigo de Saïd en un lujoso apartamento. Allí de nuevo queda manifesto que ellos son parias, los abandonados en una sociedad francesa con graves problemas en sus estratos bajos. Kassovitz no deja la más mínima oportunidad para sus personajes: todos ellos están condenados a un fatídico destino, y mientras este llega, sus vidas se conducen por el aburrimiento y el odio subyacido que ha de despertar en una explosión de violencia y fatalidad. La única posibilidad de (efímero) escapismo que les es concedida viene, no por casualidad, a través del cine. Es la opción que Vinz más disfruta cuando emula a Travis Bickle delante del espejo o cuando se mete por la puerta de atrás de un cine para ir saltando de sala en sala; es la discusión que mantienen un puñado de esos desarraigados cuando discuten cuál era el modelo de la pistola en Arma Letal; es cine mirado a través del cine. Una vez más.

El desenlace de La Haine es brutal y sin concesiones. El fatal augurio se cumple como una descarga de odio de la que es imposible recuperarse. El espectador queda conmocionado con un final sospechado pero que nunca deja de sorprender e impactar hasta hundirlo en estado de shock. Tan solo basta el acelerado segundero de un reloj, la expresión de miedo de Saïd y un chiste que deja de tener gracia...

"C’est l’histoire d’un homme qui tombe d’un immeuble de cinquante étages. Le mec, au fur et à mesure de sa chute se répète sans cesse pour se rassurer : jusqu’ici tout va bien, jusqu’ici tout va bien, jusqu’ici tout va bien. Mais l’important c’est pas la chute, c’est l’atterrissage."

"Es la historia de un hombre que cae de un edificio de cincuenta pisos. El tío, a medida que su caída se repite sin cesar para calmarse: hasta aquí todo va bien, hasta aquí todo va bien, hasta aquí todo va bien. Pero lo importante no es la caída, es el aterrizaje."
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La Haine. Francia. 1995. 96'.
Director: Mathieu Kassovitz.
Guión: Mathieu Kassovitz.
Fotografía: Pierre Aim.
Producción: Christophe Rossignon.
Montaje: Mathieu Kassovitz y Scott Stevenson.
Dirección Artística: Giuseppe Ponturo.
Intérpretes: Mathieu Kassovitz (Vinz), Hubert Koundé (Hubert), Saïd Taghmaoui (Saïd), Abdel Ahmed Ghili (Abdel).
Puntuación: 7,5
Explora la banlieue...
http://www.imdb.com/title/tt0113247/ (sobre la peli)
http://fr.wikipedia.org/wiki/La_Haine (sobre la peli, en francés)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1984.html (sobre Vincent Cassel)
http://www.imdb.com/name/nm0468003/ (sobre Hubert Koundé)
http://imdb.com/name/nm0846548/ (sobre Saïd Taghmaoui)
http://es.wikipedia.org/wiki/Mathieu_Kassovitz (sobre Mathieu Kassovitz)