viernes, marzo 14, 2008

Embriagado de amor



Dos películas tienen la culpa de que haya vuelto a creer en la comedia romántica en los últimos tiempos. Las dos son endiabladamente raras y las dos son endiabladamente preciosas. Las dos son pequeñas maravillas que se saltan todos las simplistas convenciones en las que ha acabado desembocando un género tan intoxicado como este. Las dos, curiosamente, están protagonizadas por actores que antaño servidor denostara convencido de su total incapacidad para la interpretación como son Jim Carrey y Adam Sandler. Bendito error. De Olvídate de mí (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Michael Gondry, 2004) ya hablé en este blog y lo hice, pese a alabarla, aún infravalorándola en el tamaño y significado que la película de Gondry iría tomando para mí en los últimos años. La otra película que me ha devuelto la fe es Embriagado de amor (Punch Drunk Love, Paul Thomas Anderson, 2002), película precedente en la filmografía de Anderson a Pozos de Ambición (There will be blood, Paul Thomas Anderson, 2007) y obra que merece el apelativo de exquisitez marciana.

Barry (Adam Sandler) es un hombre constantemente instalado en un frágil estado psicológico. Rehuye el contacto social más allá de su trabajo en una fábrica, se ve a sí mismo sobreprotegido por sus siete hermanas y su único objetivo vital es aprovecharse de un error de marketing por el que una marca de natillas regala millas de vuelo de más. Su hermético mundo se complica de sobremanera cuando una de sus hermanas pretende concertarle una cita con su amiga Lena (Emily Watson) y una llamada a una línea erótica le reporta más problemas de los esperados. Sin embargo, tras aceptar a regañadientes la cita con la amiga de su hermana, Barry encuentra en Lena un ser igualmente solitario y extrañamente comprensivo que parece ser la excepción que abre la puerta de sus sentimientos.

Paul Thomas Anderson sorprendió a propios y extraños con esta pequeña fábula surrealista que hizo las delicias de David Lynch en el Festival de Cannes de ese año (presidía el jurado que otorgó el premio a la Mejor Dirección a Anderson). Embriagado de Amor lleva el sello de un autor que adaptó su estilo a un género en el que nadie le esperaba tras su obra maestra Magnolia (1999), demostrando no sólo ser capaz de inscribir una obra notable en el mismo, sino de reinventarlo por completo. La comedia romántica nunca se había fijado (salvo la excepción antes mencionada de Olvídate de mí) en tipos como Barry: seres desamparados y al borde del colapso que tienen el mismo derecho a amar y ser amados. Aquí ese derecho les es concedido bajo las condiciones de una cámara que les define a través de planos que en su profundidad de campo los retratan vagando por larguísimos y recargados pasillos de supermercado o de enormes bloques de apartamentos de exasperante homogeneidad. Anderson lleva así al espectador a un extraño estado de empatía con su extraño protagonista, estado que es definitivamente ratificado e impulsado con la música de Jon Brion, desquiciante y exasperante hasta llevarnos al borde del colapso mental que Barry sufre cuando, en su fábrica, es atosigado por su hermana tratando de presentarle a Lena, sus empleados y las inoportunas y amenazantes llamadas de la chica de la línea erótica. La escena no sólo puede presumir de una brillante factura sino de un inusual poder de seducción empática para con el espectador.



Progresivamente, el personaje de Barry es transformado bajo la bondadosa influencia de Lena. Seguimos sin ser permitidos en el acceso a su pasado, las razones de tal estado próximo a la locura, pues en cuanto hacemos las preguntas (im)pertinentes a través de los labios de Lena, Barry se levanta, va al baño y lo destroza en una inesperada explosión de ira. Sin embargo, el amor profesado por Lena, moldea pacientemente una personalidad que gana en confianza y poder a medida se sabe enamorada, hasta alcanzar el punto cumbre en su reunión en Hawaii. La escena muestra las sombras de la pareja besándose entre un río de gente que va y viene ante el marco de una puerta que da a una soleada playa de la isla. El contraste entre las sombras y la luz en el fondo del plano a la vez que el contorneo de las dos figuras entre la gente compone, sin lugar a duda, una de las escenas más bellas jamás filmadas y un momento memorable en la filmografía de ese autor mayúsculo llamado Paul Thomas Anderson. Es una celebración sincera del amor entre dos seres solitarios en un universo lleno de gente pero escaso en sentimientos francos, y esa celebración gana su credibilidad no sólo gracias a la mano de su creador sino también a la calidad de sus dos intérpretes, sólidos y convincentes en esta manifestación de amor extravagante.

Cierto es que la historia desarrolla una subtrama un tanto ligera y prescindible, la de ese chulo, colchonero y dueño de la línea caliente interpretado por Phillip Seymour Hoffman. La mayor justificación de la misma es que supone la ratificación, el convencimiento del poder que Barry ha ganado al enamorarse, pero quizás sea este aspecto y el a veces harto insistente empeño de Anderson de enrarecer la atmósfera lo que separe Embriagado de amor de ser una película redonda. Y sin embargo, seguirá siendo igual de gratificante saber que una pequeña joya como esta es capaz de entender el amor en la pantalla mejor que las cien comedias casi iguales que antes que ella lo intentaron.
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Punch Drunk Love. Estados Unidos. 2002. 90'.
Director: Paul Thomas Anderson.
Guión: Paul Thomas Anderson.
Música: Jon Brion.
Fotografía: Robert Elswit.
Vestuario: Mark Bridges.
Dirección artística: Sue Chan.
Montaje: Leslie Jones y Dylan Tichenor.
Diseño de producción: William Arnold.
Producción: Paul Thomas Anderson, Daniel Lupi y Joanne Sellar.
Intérpretes: Adam Sandler (Barry Egan), Emily Watson (Lena Leonard), Philip Seymour Hoffman (Dean Trumbell), Luis Guzmán (Lance), Mary Lynn Rajskub (Elizabeth), Ashley Clark (Latisha), Julie Hermelin (Kathleen), James Smooth (Jim Smooth), Lisa Spector (Susan), David Stevens (david), Nathan Stevens (Nate).
Puntuación: 8,5
Embriágate de amor...
http://www.labutaca.net/films/12/punch-drunklove.htm (sobre la película)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1040 (crítica de la película)
http://www.miradas.net/0204/criticas/2003/0303_punchdrunklove.html (crítica de la película)
http://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Thomas_Anderson (sobre P.T. Anderson)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1395.html (sobre Emily Watson)

4 comentarios:

troncha dijo...

Joder yo lo siento pero si aparece Sandler, ya tengo bastante para no acercarme siquiera a 1 kilometro de distancia de la pelicula.

Saludos...

Jordi Revert dijo...

Siento el mismo amor por Sandler, y más después de verlo en bodrios como "50 primeras citas" (sí, la he visto). Pero si consigues ignorar los prejuicios, a los 10 minutos te das cuenta de que estás ante una gran película y de que sí, hay un actor bajo la habitual e insoportable faceta de bufón de Sandler.

Saludos.

Anónimo dijo...

Supongo ke esto no lo va a leer ni dios, pero acabo de ver la peli y voy a comentarla. Exageras un poco en eso de "na de las escenas más bellas jamás filmadas", pero por lo demas, estoy bastante de acuerdo, me gusto la peli, muy original. Es genial la escena que dices en la oficina, con las hermanas, las natillas, las llmadas y los operarios liandola fuera. La sensacion de exhasperación me recordó a algunas escenas de Giro al Infierno, de Oliver Stone.

Respecto a Adam Sandler... a mi me encantó otra pelicula suya, Spanglish. De hecho, la vi hace mucho y me gustaria volver a verla, a ver si me la bajo.

Jordi Revert dijo...

Bueno, cuando escribí estaba "embriagado" de entusiasmo porque la acababa de ver. Pero de verdad que me parece una escena completamente redonda, perfecta. No he visto "Spanglish", y debe ser curioso el tándem Paz Vega-Adam Sandler, así que intentaré verla pronto.