martes, abril 01, 2008

Ocho razones y media para amar "Fellini Ocho y medio"



Podría tratar de convencer al que esto lee que Fellini Ocho y medio (Otto e mezzo, Federico Fellini, 1963) es, con toda seguridad, una obra maestra y no sería una etiqueta. Podría aportar listas, pruebas, clasificaciones que la incluyen abrumadora y constantemente entre las más altas creaciones del séptimo arte y probaría algo o nada. Podría dedicar un blog entero a esparcir mi amor por la obra de Federico Fellini, repetir por activa y por pasiva sus magnificencias y dedicarle palabras miles sin que esto dejara de suponer una experiencia infinitamente menor al placer que supone verla. Y es por esa razón que prefiero hacer honor al número con el que el italiano bautizó su obra y concentrar en tal cantidad las suficientes razones que justifiquen mi sentimiento por ella. Y estas son...

1. Supone la celebración absoluta de la creatividad del artista a partir de la crisis de la misma. Nunca en el cine existió una paradoja tan deliciosa: Federico Fellini la engendró tras La dolce vita (1960), la cual le había reportado éxito internacional de crítica y público. Para entonces, el autor se encontraba inmerso en una crisis creativa cuyo reflejo acabó siendo el propio argumento de su siguiente película. El resultado fue el más brillante retrato que el cine haya ofrecido del autor en crisis, del autor enfrentándose a sus miedos y siendo juzgado, culpado, redimido, del autor que recuerda y sueña mientras es desbordado por los problemas de la realidad.

2. Guido (Marcello Mastroianni) es un personaje espléndido e imborrable. La encarnación misma del escritor y su página en blanco, del músico incapaz de improvisar, del genio que inventó y se siente incapaz de inventar. Es, más que nunca, el alter ego de Fellini. El cineasta paseando por la pantalla y nos habla de las mujeres de su vida o de sus recuerdos de infancia en Rimini con una sinceridad pura y alejada de la autocomplacencia. Si de algo se le puede acusar al que está a ambos lados de la cámara es de permitirse su propia redención en formato de celuloide, que no es poco. Dicho sea de paso, Mastroianni está perfecto.

3. Fellini dispone el más brillante ataque a la pomposidad vacua del cine entendido como mero espectáculo. Y lo hace erigiendo un enorme e inútil armatoste de ciencia-ficción con el que Guido no tiene la menor idea de qué hacer.

4. Es una declaración de amor al cine, a la vida plena del artista, a la mujer, a los bufones, músicos y a magos del mundo, a los recuerdos de la infancia, a los sueños que nos salvan de la realidad, a los que conforman la creación del autor... Una declaración de amor al arte que encuentra su celebración final en una última escena en la que, el mismo escenario de la torre de lanzamiento sirve como pasarela para todas las personas que pasaron por la vida de Guido/Fellini, orquestadas por él mismo y amenizadas por una pequeña y carnavalesca banda de música que hace sonar por doquier el inolvidable tema de Nino Rota.

5. Contiene la habitual mirada que Fellini posa sobre la clase burguesa. Una mirada poco menos que despectiva y que se denota bien en una multitudinaria coreografía a ritmo de Valkirias de Wagner o en un mago que con alegría grita aquello de "Let's give these miseries some fun" ("Hagámosles pasar a estas miserias un buen rato") en el comienzo de su espectáculo.

6. Más que nunca, Fellini demuestra una insultante capacidad para crear una realidad propia. Y aquí propia significa inédita y significa personal, personalísima. Fellini Ocho y medio parece estar hecha de una pasta que trasciende más allá de cualquier limitación temporal o espacial. El conjunto de sueños, reflexiones, recuerdos de la infancia y fantasías varias compone una obra homogénea en el que las barreras entre todos ellos se han diluido por completo hasta establecer la particular (ir)realidad de Fellini.

7. Sin alcanzar la veneración que Marcello le rendía a Anita Ekberg en la Fontana de Trevi (y qué hombre no la veneraría), Guido mira a Luisa (Anouk Aimée) con los ojos de la admiración que miran a un ser excepcionalmente bello, inteligente y sensible. Una rendición que necesita previo juicio en el harén, allí donde Guido se enfrenta a todas las mujeres de su vida: amantes, novias, una prostituta de gruesas piernas que le bailaba la rumba cuando era niño, una azafata y su misma esposa. Fellini Ocho y medio rinde, una vez más en una película de Fellini, culto a la mujer y su condición matriz, la mujer como fuente de inspiración, la mujer como expresión de indescriptible belleza...

8. El monólogo final de Guido es una razón suficientemente poderosa para amarla.

"What is this flash of joy that's giving me new life? Please forgive me, sweet creatures. I didn't realize. I didn't know. How right it is to accept you, to love you. And how simple... Luisa, I feel I've been set free. Everything looks good to me, it has a sense, it's true. How I wish I could explain. But I can't... Everything's going back to what it was. Everything's confused again... but that confusion is me. How I am, not how I'd like to be. And I'm not afraid... to tell the truth now, what I don't know, what I'm seeking. Only like that do I feel alive and I can look into your loyal eyes without shame. Life is a party, let's live it together. I can't say anything else, to you or others. Take me as I am, if you can... It's the only way we can try to find each other."*

"¿Qué es este destello de alegría que me da nueva vida? Por favor perdonadme, dulces criaturas. No me di cuenta. No lo sabía. Qué justo es aceptaros, amaros. Y qué simple... Luisa, me siento liberado. Todo me parece bien, tiene un sentido, es verdad. Como me gustaría poder explicarme. Pero no puedo... Todo vuelve a donde estaba. Todo está confuso otra vez... pero esa confusión soy yo. Cómo soy, no cómo me gustaría ser. Y no tengo miedo... de decir la verdad ahora, lo que no sé, lo que busco. Solo así me siento vivo y puedo mirar en tus ojos leales sin vergüenza. La vida es una fiesta, vivámosla juntos. No puedo decir nada más, a ti o a otros. Aceptadme como soy, si podéis... Es la única manera en que podremos encontrarnos los unos a los otros"

...y medio. Es una película de Fellini, es la que hace ocho y medio en su filmografía y de ahí el título. Anteriormente el director había realizado seis largos y tres segmentos que constituirían el uno y medio restante. Si aceptamos al italiano como el maestro que es, saludaremos este Fellini Ocho y medio como una de sus obras indiscutibles. Como aquella que capta la esencia de su legado; como aquella que nos recuerde al hombre, al maestro.

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*He transcrito los subtítulos en inglés que acompañaban la versión original en italiano en este vídeo de youtube. La traducción lo menos libre posible es de mi cosecha, con lo que espero no haber distorsionado demasiado el discurso.
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http://www.miradas.net/2006/n53/estudio/ottoemezzo.html (estudio sobre Fellini Ocho y medio en Miradas)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahi está, ejerciendo de traductor y todo. Aunque podias habele pedido consejo a laura pa traducir del italiano, asi no habrias fallao en la última frase, jeje.

Anónimo dijo...

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Sabía que en alguna parte iba a meter la gamba... Bueno, se aceptan correcciones.