domingo, marzo 26, 2006

Tierra y Libertad



Siempre he tenido a Ken Loach por un director inteligente. Capaz de hacer cine social y concienciar a sus espectadores. Capaz de sembrar alabanzas en las grandes citas europeas y de nunca venderse ni renunciar a su personal estilo de hacer películas. Aún recuerdo el dolor y encogimiento con el que salí de la sala donde proyectaban Mi nombre es Joe. Recuerdo también aún fresco el buen sabor de boca después de Sólo un beso. Esos recuerdos me llevaron a Tierra y Libertad (nombre que toma del periódico anarquista fundado en 1888) con más que buenas referencias y bien predispuesto a una nueva experiencia Loach... Buenos deseos que se ahogaron en las aguas turbias del panfletarismo más doliente.

1936. España. Guerra Civil. Levantamiento del general Franco y todo lo que sigue. Un joven inglés (Ian Hart), afiliado al Partido Comunista de su país, viaja a la península con tal de luchar por una causa, por un ideal, por la libertad. Allí se une pronto a un grupo de milicianos del POUM que combaten en el frente de Aragón sin apenas contar con medios para detener el avance de las tropas franquistas. Pronto surgen los vínculos de amistad, los lazos de compañerismo y, como no, el amor encarnado en Blanca, una revolucionaria convencida interpretada por Rosana Pastor. Sobre esta base Tierra y Libertad construye, más que una película, un panfleto de propaganda anarquista que solo sirve como vehículo para las intenciones más que manipuladoras de Ken Loach. La prueba es la total ausencia de rasgos humanizadores en cualquiera de los franquistas capturados por la milicia, la demonización absoluta no solo de estos, sino del ejército republicano con el que el POUM acaba enfrentándose a consecuencia de la escisión ideológica en el bando republicano de estalinistas, comunistas y anarquistas. El momento en que un batallón del ejército obliga a la milicia a abandonar las armas es de un maniqueísmo insólito, insultante, mostrando a un capitán que fuerza hasta lo chirriante su actitud déspota. En otro pasaje de la película, la milicia entra en un pueblo dominado por franquistas. Tras tomar el control, capturan al cura del pueblo y le obligan a confesarse autor de 5 muertes. La marca del rifle en el hombro le delata y acto seguido, en un acto de "justicia" lo llevan a un huerto y lo ejecutan ante la celebración republicana. La escena apesta y se encuentra impregnada de falsa justicia, falsas ansias de libertad y de un sino político que va más allá de cualquier deseo de objetividad por parte de su autor.

El problema es que Tierra y Libertad consta de muy buenas escenas que chocan violentamente con los dos ejemplos anteriormente mostrados. En una de ellas, la siguiente a la ejecución del cura, una asamblea discute el reparto de las tierras. Surge el conflicto cuando uno de los campesinos habla del trabajo de toda una vida que le ha llevado a tener lo que tiene. Los demás le instan a compartir el terreno y poco a poco la discusión se convierte en un interesante debate que pone de manifiesto, desde distintos puntos de vista, los valores, defectos y contradicciones del comunismo con un clima auténticamente democrático en el que predomina la exposición del argumento y donde por una vez, se abandona por completo la exaltación ideológica de que adolece la mayor parte de la película. No es, sin embargo, suficiente. Ya no solo por el problema de usar un film como instrumento político y politizador que siempre muestra una parte interesada de los hechos sin contextualizarlos. El problema va mucho más allá cuando, por desgracia, se trata de una película que ni siquiera alcanza una serie de mínimos técnicos exigibles en el cine contemporáneo. Hablo de hartarme de ver en repetidas ocasiones el micrófono de turno asomándose por la parte superior del plano, hablo de encontrarme en una de las muertes de los milicianos, con las marcas de los disparos en el actor/actriz antes de que estos se hayan producido... detalles que resultan exasperantes a lo largo de dos horas de metraje y que son imperdonables.

Son defectos que resultan desalentadores. Una buena película sobre la Guerra Civil española podría haber profundizado en los hechos sin renunciar a un mensaje, podría haberse centrado más en una adaptación más fidedigna de Homenaje a Cataluña, obra de George Orwell de la que supuestamente parte (el personaje protagonista de David está basado en un amigo del propio Orwell), podría haber renunciado a la sucesión de himnos que resultan chirriantes cuando se imponen como marcha heroica en la batalla que presenciamos en la pantalla, podría haber dado más de sí en la narración del enfrentamiento dentro del mismo bando republicano, podría haber fortalecido con buenos diálogos un guión endeble que vive por y para el mensaje transmitido... Un compendio de aspectos tan desafortunados que me hacen pensar en Tierra y Libertad como una decepción y nunca como un buen y necesario retrato sobre la Guerra Civil que, al fin y al cabo, es lo que me hubiera gustado ver.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Land and Freedom. Reino Unido y España. 1994. 110'.
Director: Ken Loach.
Guión: Jim Allen.
Música: George Fenton.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Intérpretes: Ian Hart, Icíar Bollaín, Rosana Pastor, Tom Gilroy, Marc Martínez, Frédéric Pierrot, Sergi Calleja, Raffaele Cantatore, Pascal Demolon, Paul Laverty, Josep Magen, Jürgen Müller, Emili Samper.
Puntuación: 4,5
Para saber más sobre Tierra y Libertad...
http://www.bauleros.org/tierraylibertad.html (una crítica positiva...)
http://www.bloggermania.com/content/view/3252/2/ (...y una negativa)
http://www.labutaca.net/reportaje/elcinedekenloach/ (reportaje sobre el cine de Ken Loach)
http://www.kinoki.org/documental/kenloach.htm (sobre Ken Loach. Ofrece enlaces de descarga de sus películas)
http://www.comohacercine.com/articulo.php?id_art=1151&id_cat=2 (entrevista a Rosana Pastor)
http://cinestrellas.webcindario.com/fichas/pro044.php (sobre Icíar Bollaín)

jueves, marzo 23, 2006

Toro Salvaje



Alguna vez ese pensamiento ha pasado por mi mente. "Es el mejor", me he dicho a veces y lo miro y lo remiro y vuelvo a sonreír. Pienso las veces que se le acusó de encasillamiento, de sobreactuación, de tantas cosas que no se imponen a la monstruosa capacidad camaleonica de Bobby. Cuando me acuerdo de algunas de sus últimas películas y acabo de digerir Toro Salvaje con tanta satisfacción, no me queda más que desear que vuelva el día en que él, y sólo él, vuelva a juntarse con su maestro y mentor, Martin, para demostrar lo que de sobra sabemos. Que el sudor que emana en el cuadrilátero es sudor de actor grande, de gigante y leyenda viva tocada con clase por esa berruga en el medio de su cara.

Este toro es un puñetazo que destroza la cara del héroe. Y me quedo tan ancho. La prueba es la furia con que "el Toro del Bronx" rebienta la cara del guapo y "bien parecido" Tony Janiro en uno de los combates más crueles y crudos de la película de Scorsese. Nunca hubo biografía tan grande sobre el antihéroe en américa. De Niro, Jake La Motta, es lo que Stallone, Rocky, nunca desearía ser: un misógeno, insoportable, maltratador y un animal desbocado que destruye todo lo que le rodea y luego se destruye a sí mismo. Ese es La Motta, un hombre que aspira a lograr el campeonato del mundo de pesos medios y acaba convirtiéndose en un gordo y triste showman sin gracia que debe pagar sus deudas y zafarse de la acusación de una menor de haberla pervertido. Nacimiento, cumbre y hundimiento de una "estrella" que no encuentra satisfacción en nada de lo que consigue en su vida y se arrepiente tarde, demasiado tarde, de todo aquello que perdió. Toro Salvaje maravilla desde los magníficos créditos iniciales en los que vemos a Jake bailar sus movimientos sobre el ring con una cámara lenta y una belleza paradójica del boxeador solitario. Desde ese momento Scorsese compone una de las mejores películas sobre un deporte y sobre un personaje, elegante y revolucionaria en cada plano, en cada asalto, en cada movimiento de cámara que sorprende por el nerviosismo y dinamismo que acompañan a cada combate. Michael Chapman es capaz de dar a una película de boxeo uno de los mejores trabajos de fotografía jamás vistos, presenciando un espectáculo deslumbrante de sudor, chorros de sangre y golpes que vuelan como una coreografía que Chapman captó sobre patines.



Pero quedarse en todo eso es bien poco. La brillantez con que el relato es narrado va acorde con el retrato de una época, los años 40 y 50 en los que La Motta vive su ascenso y decadencia. El detallismo de las escenas de bares y clubes que tanto le gusta a Scorsese rellenan cada fotograma de una obra sobre la masculinidad y lo salvaje de lo humano, tan ruda y violenta como atractiva e hipnótica. El tridente Paul Schrader-Martin Scorsese-Robert de Niro funciona con la misma perfección con que lo hizo en Taxi Driver, dando un resultado que cala inmendiatamente en la conciencia como película grande y encumbra en la gloria a su protagonista. Aspectos tan repetidamente señalados como la bestial transformación física de De Niro quedan en un segundo plano cuando le vemos encarnar de forma tan genuina y convincente al monstruo desamparado e incontrolable que es Jake La Motta. Lo es cuando golpea a su mujer empecinado en su infidelidad, lo es cuando se encuentra solo golpeando el muro de una cárcel, lo es mientras aguanta de pie una soberana paliza que le hace perder su cinturón de campeón, o lo es cuando se rebela y alza contra su ángel, su protector Joey. El eterno matón Joe Pesci es el hermano pequeño que hace de mayor, tierno, paternalista, pero también una bomba capaz de estallar en cualquier momento con consecuencias imprevisibles. Ambos están memorables y son una pareja protagonista sabida de su química y compenetración, aprovechada por el mejor Scorsese, el Marty de Taxi Driver, el de Historias de Nueva York, Casino y Al límite, capaz de hacer cine con mayúsculas y de parir algunos de los mayores logros del cine americano de las últimas décadas.

Toro Salvaje es una lección de cine casi perfecta, que tal vez pierde interés en sus últimos minutos pero que se presenta finalmente como un biopic donde todos los engranajes funcionan con precisión. Un clásico moderno como pocos, sorprendente por su vivacidad y su estética valiente, rápida y original en la filmación de los combates. Dos duras y bellas horas de cine personal y épico. De cine del mejor.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Raging Bull. Estados Unidos. 1980. 128'.
Director: Martin Scorsese.
Guión: Paul Schrader y Mardik Martin.
Música: Pietro Mascagni
Fotografía: Michael Chapman.
Intérpretes: Robert De Niro, Cathy Moriarty, Joe Pesci, Frank Vincent, Nicholas Colasanto, Theresa Saldana, Mario Gallo, Frank Adonis, Joseph Bono, Frank Topham, Lori Anne Flax, Charles Scorsese, Don Dunphy, Bill Hanrahan, Rita Bennett.
Puntuación: 9
Por si te pega fuerte la peli...
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1218.html (crítica de la peli)
http://www.tepasmas.com/datos.php/torosalvaje.htm (una curiosidad)
http://www.filmsite.org/ragi.html (sobre la peli, en inglés)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1560.html (sobre Robert de Niro)
http://es.wikipedia.org/wiki/Joe_Pesci (sobre Joe Pesci)
http://www.scorsesefilms.com/ (página dedicada a Martin Scorsese)
http://www.apocatastasis.com/taxi-driver-travis-bickle-schrader-scorsese.php (ENTREVISTA DE PAUL SCHRADER A MARTIN SCORSESE)

lunes, marzo 20, 2006

Cargo




Creo ya haber mencionado alguna vez por estos posts la influencia de las expectativas en el espectador. Uno nunca acude a ver una película con el mismo interés o ilusión que lo hace con otra, sea por su reparto, la mano responsable que hay tras ella o las referencias que le han sido facilitadas previa visualización de la misma. Huelga decirlo, hay veces que uno no se encuentra con especial disposición a sentarse en la sala oscura 90 minutos o lo hace a regañadientes. Tras un largo tiempo de acudir regularmente a estrenos de mayor o menor calidad pero siempre con un mínimo de decencia, un viernes noche fatídico topé con Cargo, y me recordó lo que era el sabor de la indiferencia, la decepción, y el nerviosismo en la butaca. No fue un reencuentro bonito.

Cargo parte de un tridente actoral que promete: Peter Mullan, Daniel Brühl y Luís Tosar. Los tres encabezan una cinta que además goza de la presencia en sus créditos de uno de los guionistas más reconocidos a nivel europeo: Paul Laverty, habitual de Ken Loach. Con estos elementos el debutante Clive Gordon tenía más que suficiente para hacer un thriller apasionante o cuanto menos que mantuviera aspectos interesantes de cara a la galería, un producto decente como mínimo. Pero una vez más se demuestra que en el cine todo es posible y si era poco probable meter la pata, resulta cuanto menos fascinante comprobar como el equipo de Cargo en su totalidad lo hace y hasta el fondo. No sólo se trata de un mal trabajo dirección, incapaz de dotar cualquier atisbo de emoción a la historia o potenciar el enorme talento de los tres protagonistas, sino que se trata de un texto absolutamente chirriante, vulgar y confuso que ni da profundidad a los personajes, ni sabe empezar, desarrollar o acabar el argumento que nos cuenta. No se entiende, por tanto, el patinazo del autor que escribiera Mi nombre es Joe o La canción de Carla. No se entiende tampoco que Peter Mullan, uno de los mejores actores europeos, se pase toda la película con la misma cara de tonto que descarga completamente de misterio su personaje del siniestro capitán Brookes o no se entiende que Luís Tosar pase tan desapercibido ni que Daniel Brühl nos resulte, tras los créditos finales, tan indiferente.

La película de Clive Gordon tiene la extraña habilidad de mantenerse tan distante del espectador que este nunca será capaz de sentir alguna implicación o interés por una historia que abre múltiples interrogantes para luego no cerrar la gran mayoría de ellos. El principal defecto de Cargo es que pretende ser tensa y acaba resultando irritante, sentimiento acrecentado con falsas situaciones de misterio o inquietud propias de películas de serie B o con los continuos y atronadores carreteos de los loros que pueblan la bodega del barco. Dejando por lo increíble de las situaciones dadas en pantalla como el menos detestable de sus defectos, cuesta imaginar un tedio mayor o una película en que la locura que aborda a un grupo de personas en condiciones extremas y su más que improbable redención como seres humanos esté peor tratado. Uno vuelve a casa pensando cómo es posible hacer tan confuso de algo tan sencillo como lo que se cuenta, lo que se agrava cuando descubrimos que el guión fue descargado de los tintes políticos y sociales de que constaba el texto original para acabar siendo el trhiller insulso y mediocre que es. Incomprensible.

Lo mejor que se puede decir de Cargo es, por tanto, que se olvida en 5 minutos y que con toda probabilidad pase sin pena ni gloria por la cartelera. Lástima de producción europea que pudo haber sacado lo mejor de los mejores, lástima de oportunidad perdida y de reconciliar la calidad con la taquilla, lástima de mancha en el excelente currículum de sus tres cabezas de cartel y que ahoga cualquier expectativa positiva en las mismas aguas en que navega el enorme carguero Gull.
----------------------------------------------------------------------------
Cargo. España, Reino Unido y Suecia. 2005. 90'.
Dirección: Clive Gordon.
Guión: Paul Laverty.
Música: Sergio Moure y Stephen Warbeck.
Fotografía: Sean Bobbitt.
Montaje: Fernando Franco.
Dirección artística: Jordi Yrla.
Vestuario: Bina Daigeler.
Puntuación: 3
Sigue navegando en la red...
http://www.labutaca.net/films/34/cargo.htm (sobre la peli)
http://www.cargo-themovie.com/ (página web oficial)
http://www.elmundo.es/metropoli/2006/03/10/cine/1141945204.html (entrevista a Peter Mullan)
http://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Brühl (sobre Daniel Brühl)
http://www.rebelion.org/cultura/paullaverty240403.htm (entrevista a Paul Laverty)
http://www.nuestrocine.com/personal.asp?idpersona=508 (sobre Luís Tosar)

martes, marzo 14, 2006

Brokeback Mountain



Ang Lee dice que si volviera a hacer Brokeback Mountain, no cambiaría nada. Tal vez un exceso en las palabras del cineasta taiwanés que obvian que (casi) cualquier película tiene sus defectos y se podría mejorar. Partimos de que la perfección es un concepto muy cuestionable en el cine y continuamos con que la película de Lee es buena, pero ni mucho menos perfecta.

Y es que Brokeback Mountain es una paso adelante en la reivindicación homosexual en el cine de Hollywood, en un año donde se han dado cita en la gran ceremonia de la Academia películas comprometidas, cine acompañado de mensaje y no de espectáculo, con unos actores en competencia que rayaban un nivel altísimo. Mejor ejemplo de esa conjunción que la ganadora Crash (un servidor echa de menos una película más sólida detrás de un mensaje tan alentador) era Buenas noches, buena suerte de Clooney, pero es cuestión de gustos y aquí la cosa va de amor entre dos vaqueros machotes. Pocos a estas alturas desconocen la historia basada en el relato de Annie Proulx que tantas ampollas ha levantado en el sector más puritano de la sociedad yanki. El alegato de Ang Lee es una historia bien contada y llena de sensibilidad, que sigue los cánones de una película romántica con precisión y se abandona al ritmo pausado y comtemplativo de los paisajes idílicos que la colman por los cuatro costados. A ritmo lento de la música de Santaolalla, la mano profesional de su autor se deja ver en cada una de las escenas, prendidas de sentimiento gracias en gran parte a la labor de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal, que saben hacer creíble esta historia de romance imposible entre dos hombres con una vida más que previsible. Hasta el acento cerrado de dos cowboys de la américa profunda está perfectamente marcado si se disfruta en su versión original, lo que habla y muy bien del trabajo de ambos actores y de la dirección de Lee.

El pero viene cuando a esta montaña le faltan unos cuantos metros más para estar entre las más altas. Brokeback es un buen film, necesario más en su país de orígen que para otros, una manera de romper un tabú que no es superficial pero que no profundiza todo lo que debiera. El principal defecto está en su poco interés en mostrar la fricción, el choque que produce el amor gay en una sociedad imperada por la tradición y la masculinidad. Durante la película observamos los continuos encuentros entre Jack Twist (Gyllenhaal) y Ennis del Mar (Ledger) a escondidas de los demás para posteriormente mostrarnos la vida familiar e infeliz de cada uno de ellos por separado. A excepción de un par de escenas puntuales, la tensión y el rechazo social a ese amor no está representado en imágenes y se dejan bastante de lado. Error. Puede que Ang Lee haya puesto cartas sobre la mesa, pero pudo jugar al descubierto y crear un mayor impacto y en consecuencia, una mayor conciencia. Brokeback Mountain corre el peligro de caer en la monotonía en algunos momentos, pero sabe resolver sin embargo con unas cuantas escenas brillantes que desvelan a su director como un grande (la escena de la camisa o aquella en la que ambos acaban llorando a la orilla de un lago son buena muestra de ello). Lejos de gigantes masas verdes, sabe demostrar ser capaz de poner en escena inolvidables leyendas imposibles (Tigre y Dragón) para luego adaptar con saber hacer e inteligencia una historia que rompe moldes por los prejuicios establecidos pero que, más allá de eso, no tiene mucha más miga.

Por lo demás, merecido reconocimiento el suyo. Triunfa el hijo pródigo del cine asiático en tierras ajenas, y nosotros le aplaudimos. Siempre será así mientras se mantenga fiel a las coordenadas que configuran su cine: sinceridad, sensibilidad y belleza.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Brokeback Mountain. Estados Unidos. 2005. 134'.
Director: Ang Lee.
Guión: Larry McMurtry y Diana Ossana; basado en un relato de Annie Proulx.
Música: Gustavo Santaolalla.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Montaje: Geraldine Peroni y Dylan Tichenor.
Diseño de producción: Judy Becker.
Vestuario: Marit Allen.
Puntuación: 7
Visita Brokeback Mountain por aquí...
http://www.labutaca.net/films/36/brokebackmountain.htm (sobre la peli)
http://www.brokebackmountain.com/ (página web oficial)
http://www.brokebackmountain.com/ (página web España)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1418 (sobre Heath Ledger)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1429.html (sobre Jake Gyllenhaal)
http://www.miradas.net/articulos/2003/0307_anglee.html (sobre Ang Lee)
http://rock.com.ar/bios/0/91.shtml (sobre Gustavo Santaolalla)

martes, marzo 07, 2006

Momentos de cine (I): Magnolia

Buscando la manera de materializar una idea que me venía rondando la cabeza, he decidido comenzar una especie de serie por entregas de grandes momentos del celuloide que me han marcado de una manera u otra. No son pocos, y hay días en los que me gustaría volver a recordarlos con cariño y una cierta dosis de análisis, para entender un poco mejor qué es lo que los hacen especiales para mí. Seguramente algunos estén nacidos para la discrepancia, otros no tanto, pero me agrada la idea de hacerles un homenaje a todos ellos y, por consiguiente, al cine que adoro y no me cansaría de ver; y, ya de paso, tal vez alargar un poco más la vida de este blog, para suerte o desgracia.

Siempre he mantenido que 1999 fue uno de los mejores años de cine de la pasada década. El fin de milenio trajo con sí películas que iniciaron tendencias, marcaron revolución o provocaron el escándalo. American Beauty fue un tan bello como ácido retrato de la família media-alta norteamericana, Tres Reyes una extraña comedia antibelicista que abría fuego directamente contra la incursión americana en Irak, Todo sobre mi madre, una de las cumbres del cine español, Eyes Wide Shut, el testamento cinematográfico del maestro Kubrick... Y por si fuera poco, llegó Matrix para poner patas arriba la ciencia-ficción y un tipo raro llamado Spike Jonze nos explicó Cómo ser John Malkovich. Para un servidor, sin embargo, dos películas de corte bien distinto le marcaron como pocas. Una es El Club de la lucha, de la que tengo otros muchos momentos. La otra y que aquí nos ocupa es Magnolia, de Paul Thomas Anderson, figura clave del cine independiente americano y alumno (muy) aventajado de Robert Altman.
Magnolia es una película tan grande como la vida misma, humana como pocas. Tantas reflexiones se pueden extraer de esta película que resulta imposible permanecer impasible a las historias de vida que se cruzan en una película sobre personas destrozadas que buscan su sitio en el mundo. Un showman misógeno (Tom Cruise), un niño prodigio (Jeremy Blackman), un viejo moribundo (Jason Robards), su esposa (Julianne Moore) y el enfermero (Philip Seymour Hoffman), una alcohólica y drogadicta (Melora Walters) que mantendrá un inesperado romance con un policía de gran corazón (John C. Reilly), un popular presentador de un programa de televisión que se muere (Philip Baker Hall)... Durante 3 horas Magnolia se rebela como una introspección en sentimientos humanos como la culpa, la redención, la esperanza, el destino y sobre todo, la soledad. Pero hay, por encima de todos, un momento, una escena capaz de ponerme los pelos de punta y conmoverme con la misma facilidad que la primera vez que la contemplé. Philip Seyomur Hoffman, en primer plano, derrama lágrimas mientras suministra al moribundo Earl la inyección que por fin le despojará del sufrimiento. De fondo, comienzan a oírse los primeros acordes de Wise up, la canción de Aimee Mann. Los personajes de Magnolia se irán sucediendo ante la cámara en su infinita soledad, en su falta de amor, mientras cantan la letra de la canción con una tristeza insoportable, pero con un atisbo de esperanza que tal vez para ellos nunca se llegue a consumar... o tal vez sí. Se trata de un pasaje único en su especie, ya que resulta difícil encontrar en el cine contemporáneo reciente una escena similar que no esté ubicada en un musical. Lejos de caer en el ridículo que podría haber significado semejante riesgo (y que vuelve a tomar en la lluvia de ranas posterior, con también un atractivo resultado), Paul Thomas Anderson encontró la armonía, la paz y la belleza conjuntadas en la pantalla. Una emoción contenida de sus personajes que estalla en forma melódica, reclamando ser amados, y que resulta difícil de olvidar.


It's not
What you thought
When you first began it
You got
What you want
Now you can hardly stand it though,
By now you know
It's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up

You're sure
There's a cure
And you have finally found it
You think
One drink
Will shrink you 'til you're underground
And living down
But it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up

Prepare a list of what you need
Before you sign away the deed
'Cause it's not going to stop
It's not going to stop
It's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
So just...give up