Antes de Magnolia, Paul Thomas Anderson ya había decidido tomar la senda del riesgo, la de la gran superproducción de larga duración y el cúmulo de secundarios genuinos y genialmente desarrollados. Fue en 1997 cuando Boogie Nights escandalizó a algunos y maravilló a unos cuantos más, fue cuando el nombre de su autor empezó a sonar como nuevo enfant terrible del cine independiente norteamericano, expectativa confirmada dos años después con su mencionada obra cumbre.
Boogie Nights es el retrato sórdido y al tiempo cariñoso de la industria pornográfica a caballo entre los 70 y 80. Dos personajes principales copan la atención de ese heterogéneo y complicadísimo retrato: por un lado, el rescatado Burt Reynolds desempeña su más mítico papel como el director de cine porno Jack Horner; por otro, un desconocido Mark Wahlberg hace de un talento adolescente que crecerá con la industria del porno y que le convertirá en la estrella Dirk Diggler o, en su defecto, Mr. 33 cm. La relación entre ambos personajes configura buena parte de Boogie Nights, relación de padre-hijo del todo incorrecta, del todo rupturista con cualquier convencionalismo o estereotipo familiar conservador (también entra en juego Amber [Julianne Moore], esposa de Horner y madre desolada que ansía el hijo cuya custodia perdió) , pero igualmente limitada y, a la postre, rota. La escena final en la fastuosa casa de Jack Horner no deja dudas en cuanto a los vínculos familiares que llegan a crearse entre los personajes de Boogie Nights. Muchos de esos personajes son irrefutablemente andersianos, secundarios de muy distinta condición que acabas conociendo a la fuerza porque los vuelves a ver en Magnolia y detrás de las mismas caras: Philip Seymour Hoffman como ese gay tierno pero destrozado por dentro desde que se enamora de Dirk; John C. Reilly, ese eterno y brillante secundario que aquí forma pareja artística con Dirk en una serie de películas que bien podrían ser una especie de Starsky y Hutch del porno; o William H. Macy, iluminador de las películas de Jack que ha de tragar con una esposa que folla con y delante de otros en las fiestas.
Además de por su espléndido reparto, Boogie Nights es una película notable por muchas otras cosas. Para empezar, el gusto de Anderson por mover la cámara a través de la gente en las fiestas, en las escenas corales, filmando una coreografía interpretativa brillante. En uno de esos planos secuencias de enorme complejidad, Anderson sorprende cuando finaliza el plano metiendo la cámara en la piscina justo antes contemplar un salto de Dirk desde el trampolín. Los (agradecidos) caprichos estéticos de los que se sirve Anderson (en otro momento de la película decide dividir la pantalla en cuatro), no obstante, no eclipsan nunca la increíble capacidad de este cineasta para contar historias y hacerlo siempre a partir de sus personajes. Desde el principio observamos su evolución, su paso por diferentes etapas que, por supuesto, lidiaran con el conflicto y la decadencia. En este sentido, no hay ninguna lección moral ni reprobatoria. Los personajes que forman parte de la industria no son castigados ni por su oficio ni su obscenidad, sino por su caída en el hoyo de la cocaína.
A través de un lustro, Boogie Nights da un repaso a la América obviada en el cine, la del "otro" cine, que encontró su cumbre por entonces y antes de que el formato del video llegara para cambiar por siempre su razón de ser. Ese viaje a través del submundo de la pornografía lo hacemos oyendo a imprescindibles de la época: The Beach Boys, E.L.O., Marvin Gaye o el mismo Mark Wahlberg riéndose de sí mismo como cantante en una desternillante escena ponen la música mientras Jack Horner y amigos follan como descosidos, se ponen hasta las cejas de drogas o se cargan a un tipo por accidente. El cierre de Boogie Nights es un broche de oro, una conclusión brillante en la que vemos a Wahlberg en un monólogo ante el espejo. Diggler se levanta y deja su cabeza fuera de plano, se desabrocha los pantalones y es Anderson, en un acto de provocación, el que muestra aquello que siempre sugirió y nunca enseñó. Es entonces cuando queda a la vista el enorme miembro y Dirk se despide recordándonos quién fue:
- "Soy una estrella. Una gran estrella. Soy una brillante y cegadora estrella... Eso es".
------------------------------------------------------------------------------------Boogie Nights es el retrato sórdido y al tiempo cariñoso de la industria pornográfica a caballo entre los 70 y 80. Dos personajes principales copan la atención de ese heterogéneo y complicadísimo retrato: por un lado, el rescatado Burt Reynolds desempeña su más mítico papel como el director de cine porno Jack Horner; por otro, un desconocido Mark Wahlberg hace de un talento adolescente que crecerá con la industria del porno y que le convertirá en la estrella Dirk Diggler o, en su defecto, Mr. 33 cm. La relación entre ambos personajes configura buena parte de Boogie Nights, relación de padre-hijo del todo incorrecta, del todo rupturista con cualquier convencionalismo o estereotipo familiar conservador (también entra en juego Amber [Julianne Moore], esposa de Horner y madre desolada que ansía el hijo cuya custodia perdió) , pero igualmente limitada y, a la postre, rota. La escena final en la fastuosa casa de Jack Horner no deja dudas en cuanto a los vínculos familiares que llegan a crearse entre los personajes de Boogie Nights. Muchos de esos personajes son irrefutablemente andersianos, secundarios de muy distinta condición que acabas conociendo a la fuerza porque los vuelves a ver en Magnolia y detrás de las mismas caras: Philip Seymour Hoffman como ese gay tierno pero destrozado por dentro desde que se enamora de Dirk; John C. Reilly, ese eterno y brillante secundario que aquí forma pareja artística con Dirk en una serie de películas que bien podrían ser una especie de Starsky y Hutch del porno; o William H. Macy, iluminador de las películas de Jack que ha de tragar con una esposa que folla con y delante de otros en las fiestas.
Además de por su espléndido reparto, Boogie Nights es una película notable por muchas otras cosas. Para empezar, el gusto de Anderson por mover la cámara a través de la gente en las fiestas, en las escenas corales, filmando una coreografía interpretativa brillante. En uno de esos planos secuencias de enorme complejidad, Anderson sorprende cuando finaliza el plano metiendo la cámara en la piscina justo antes contemplar un salto de Dirk desde el trampolín. Los (agradecidos) caprichos estéticos de los que se sirve Anderson (en otro momento de la película decide dividir la pantalla en cuatro), no obstante, no eclipsan nunca la increíble capacidad de este cineasta para contar historias y hacerlo siempre a partir de sus personajes. Desde el principio observamos su evolución, su paso por diferentes etapas que, por supuesto, lidiaran con el conflicto y la decadencia. En este sentido, no hay ninguna lección moral ni reprobatoria. Los personajes que forman parte de la industria no son castigados ni por su oficio ni su obscenidad, sino por su caída en el hoyo de la cocaína.
A través de un lustro, Boogie Nights da un repaso a la América obviada en el cine, la del "otro" cine, que encontró su cumbre por entonces y antes de que el formato del video llegara para cambiar por siempre su razón de ser. Ese viaje a través del submundo de la pornografía lo hacemos oyendo a imprescindibles de la época: The Beach Boys, E.L.O., Marvin Gaye o el mismo Mark Wahlberg riéndose de sí mismo como cantante en una desternillante escena ponen la música mientras Jack Horner y amigos follan como descosidos, se ponen hasta las cejas de drogas o se cargan a un tipo por accidente. El cierre de Boogie Nights es un broche de oro, una conclusión brillante en la que vemos a Wahlberg en un monólogo ante el espejo. Diggler se levanta y deja su cabeza fuera de plano, se desabrocha los pantalones y es Anderson, en un acto de provocación, el que muestra aquello que siempre sugirió y nunca enseñó. Es entonces cuando queda a la vista el enorme miembro y Dirk se despide recordándonos quién fue:
- "Soy una estrella. Una gran estrella. Soy una brillante y cegadora estrella... Eso es".
Boogie Nights. Estados Unidos. 1997. 152'.
Director: Paul Thomas Anderson.
Guión: Paul Thomas Anderson.
Música: Michael Penn.
Fotografía: Robert Elswit.
Montaje: Dulan Tichenor.
Producción: Paul Thomas Anderson, Lloyd Levin, John S. Lyons y Joanne Sellar.
Intérpretes: Mark Wahlberg (Eddie Adams/Dirk Diggler), Burt Reynolds (Jack Horner), John C. Reilly (Reed Rothchild), Julianne Moore (Amber Waves/Maggie), Heather Graham (Brandy 'Rollergirl'), Don Cheadle (Buck Swope), Luis Guzmán (Maurice TT Rodríguez), Philip Seymour Hoffman (Scotty J.), William H. Macy (Little Bill).
Puntuación: 8
Boogie links...
http://www.imdb.com/title/tt0118749/ (sobre la peli)
http://tepasmas.com/curiosidades/boogien (curiosidades sobre la peli)
http://www.pasadizo.com/portada.jhtml?ext=1&cod=283 (sobre Paul Thomas Anderson)
http://www.imdb.com/name/nm0000608/ (sobre Burt Reynolds)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1419 (sobre Heather Graham)
http://es.wikipedia.org/wiki/Mark_Wahlberg (sobre Mark Wahlberg)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1470.html (sobre Julianne Moore)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1987.html (sobre William H. Macy)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article2970.html (sobre Philip Seymour Hoffman)