sábado, septiembre 29, 2007

Momentos de cine (X): Acordes y desacuerdos

Hay en Acordes y desacuerdos (Sweet & Lowdown, 2000) un cariño paternal de Woody Allen hacia sus personajes, sus diálogos y, sobre todo, hacia el jazz en su época primigenia. Sería injusto decir que Acordes y desacuerdos escapa por completo al concepto de película alleniana por antonomasia. Más bien sería de recibo decir que pertenece a esa otra vertiente menos explotada por el cineasta, aquella correspondiente al falso biopic que ya desempeñó en Zelig (1983) y también a aquella otra en la que el neoyorquino no puede dejar de rendir homenaje a su gran pasión: el jazz. Emmet Ray (Sean Penn) es el hijo nato de esa combinación de falsa película biográfica y amor por la música y como vástago es, sin duda, uno de los personajes más brillantes y genuinos que Allen nunca haya creado. Tanto que resulta descorazonador ver Acordes y desacuerdos con inocencia impoluta y luego enterarnos de que el tal Emmet Ray nunca existió. Porque Ray es patético, mujeriego, un niño grande con un ego aún más grande, un genio con una completa incapacidad para relacionarse emocionalmente. Un personaje con rasgos del propio Woody Allen, pero diametralmente opuesto en su simplicidad y primitivismo. Emmet Ray es una creación tan endiabladamente genuina que puede situarse a la altura de los mismísimos Alvy Singer o Harry Black en la extensa filmografía de su autor, y ese parangón le debe mucho a la increíble, hipnótica, e inolvidable del siempre enorme Sean Penn.

En Acordes y desacuerdos, una de las escenas que mejor resume la personalidad de Emmet Ray es también la más representativa. A raíz de un sueño que ha tenido, Ray se encapricha con aparecer en su próxima actuación subido en una dorada y menguante luna que descenderá desde las alturas del escenario. A pesar de que todo el mundo le advierte de la solemne tontería que supone (salvo dos mendigos con los que se emborracha en un vertedero), Emmet manda construir la luna sin cesar de imaginar su estelar e idílica aparición. Pero una vez construida, uno de los empleados que vagan por la sala comenta la espectacular caída que supondría (“para partirse el cuello”, añade) y Emmet empieza a obsesionarse con la funesta idea hasta el mismo día de la actuación. La escena es grandiosamente divertida: se abre el escenario y aparecen los músicos tocando; al momento se ve caer descolgándose la luna con violentos balanceos y sobre ella, un Emmet Ray completamente borracho y aterrorizado. La cámara mira a un público que no entiende nada de lo que está sucediendo y luego vuelve para ver como Emmet sigue descendiendo, cogiéndose de donde puede y tambaleándose al aterrizar definitivamente sobre los tablones del escenario. La luna vuelve a ascender y desaparece durante unos segundos hasta que, inesperadamente, irrumpe de nuevo en escena al caer estrepitosamente en el fondo del escenario.

Una escena hilarante que en pocos segundos tanto resume el patetismo de Ray como su carácter caprichoso y el genio de sus manos sobre las cuerdas de una guitarra. Por algo fue el segundo mejor guitarrista del mundo, después de aquel gitano en Francia...

lunes, septiembre 24, 2007

Memorias de Queens



O el manual de cómo reconocer a tus santos. Así reza el título original de película y novela (A guide to recognizing your saints), ambas señalando su autoría hacia el mismo responsable. Dito Montiel de este, uno de los proyectos más celebrados en la escena independiente y sin duda, una de las mejores películas que hayan pasado (aunque fugazmente como suele suceder con estas pequeñas joyas) por cartelera este año.

Memorias de Queens es un relato autobiográfico nada disimulado. Una de esas historias que harían las delicias de un cineasta como Martín Scorsese y que recuerdan a algún que otro debut (las similitudes con Una historia del Bronx de Robert de Niro o Malas Calles de Scorsese son notorias) que en su día también dejara muy buen sabor de boca. En el relato que aquí nos ocupa encontramos a Robert Downey Jr. como el Dito adulto, un escritor de naciente éxito que decide volver a su barrio natal después de haberlo abandonado en su juventud huyendo de la violencia y la sordidez de sus calles. Esta es, claro está, la excusa para retroceder en el tiempo y volver al Queens de los 70, en el que el joven Dito (el nuevo chico de oro de Hollywood, Shia Labeouf) vaga por su barrio con sus amigos, el violento Antonio (Channing Tatum), su hermano retrasado Giuseppe (Adam Scarimbolo) y Nerf, amigo fiel pero de pocas luces. Su día a día pasa por cortejar a las chicas del barrio, pasar el rato en los parques o en los apeaderos y mantener la ilusión de poder en su propio territorio. En ese contexto nacerán para ellos el amor, el sexo, las drogas y en general el clímax de una juventud que está condenada a extinguirse o a romperse en cuanto la violencia aparezca en escena. Porque Queens es un barrio en el que sobrevive el más fuerte y no hay lugar para las grandes aspiraciones, donde cualquiera que sobreviva a su juventud será condenado a una existencia vulgar y desahuciada en la que convencerse que nada de esto es cierto y que todo va bien (imagen proyectada en el padre de Dito, magistral Chazz Palminteri) . Así, Dito no se muestra desde el principio como el más listo, pero sí como el más inteligente del reducido grupo. Nace la inquietud en él cuando conoce al “nuevo” de la clase, un escocés que le propone viajar más allá de las calles, ganar un dinero paseando perros para un amigo gay y reunir lo bastante para formar un grupo de música e irse a California un tiempo. La posibilidad de una vida nueva, y la mecha que enciende el conflicto con sus amigos y su familia.

El debut de Dito Montiel es entrañable casi desde el principio. Una sucesión de escenas de la calle retratadas con la mirada nostálgica del autor que mira con cariño a su propia vida y contadas con desnuda sencillez. Memorias de Queens es un muestrario de deseos frustrados, castrados por la violencia o por la miopía de un padre incapaz de comprender ni tan solo escuchar a su propio hijo. La fórmula de la película de Montiel radica en sus pocas pretensiones y en sus tripas, aquellas que le permiten recrear su memoria en la pantalla dotándola de una inusual fuerza dramática que alcanza su cumbre en la escena que Palminteri y Labeouf comparten en el baño. Dito hijo, dentro de la bañera, se encuentra conmocionado por la experiencia de la muerte en directo. Dito padre intenta convencerle de que todo va y saldrá bien sin siquiera conocer el problema. Un explícito retrato en una sola escena de la incomunicación.

Sólo cabe añadir que buena parte de la solidez del drama que reside en Memorias de Queens se sostiene en un elenco joven pero consistente de actores acompañados de otros secundarios de cuya calidad ya sabíamos. Si Palminteri está enorme, Dianne Wiest está sencillamente magnífica en el papel de madre intermediaria entre el conflicto padre-hijo. Robert Downey Jr. vuelve a demostrar su gran talento y tanto Shia Labeouf como Channing Tatum convencen y conmueven como jóvenes sin esperanza posible y a los que sólo les queda la amistad para sobreponerse a la puta realidad. Se mire por donde se mire, un regalo para los sentidos.
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A guide to recognizing your saints. Estados Unidos. 2007. 98'.
Director: Dito Montiel.
Guión: Dito Montiel, basado en su propio libro.
Producción: Trudie Styler, Travis Swords, Cjarlie Corwin y Clara Markowicz.
Fotografía: Eric Gautier.
Montaje: Christopher Tellefsen y Jake Pushinsky.
Dirección artística: Jody Asnes.
Vestuario: Sandra Hernández.
Intérpretes: Robert Downey Jr. (Dito), Shia LaBeouf (Dito de joven), Chazz Palminteri (Monty), Dianne Wiest (Flaurie), Channing Tatum (Antonio joven), Eric Roberts (Antonio), Rosario Dawson (Laurie), Melonie Díaz (Laurie joven), Martin Compston (Mike O'Shea), Adam Scarimbolo (Giuseppe), Julia Garro (Diane), Scott Campbell (Nerf).

Puntuación: 8
Conoce Queens a través de estos links...
http://www.labutaca.net/films/48/aguidetorecognizingyoursaints.htm (sobre lapeli)
http://www.firstlookstudios.com/guide/ (web oficial)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3406.html (sobre Shia Labeouf)
http://theeveningclass.blogspot.com/2006/09/guide-to-recognizing-your-saintsthe.html (entrevista a Dito Montiel, en inglés)
http://www.imdb.com/name/nm0001590/ (sobre Chazz Palminteri)
http://es.wikipedia.org/wiki/Dianne_Wiest (sobre Dianne Wiest)

miércoles, septiembre 12, 2007

Grindhouse: Death Proof



En la última década, cada nueva película de Tarantino ha sido celebrada con un gran acontecimiento cinematográfico. No es para menos. Después del estreno de la olvidada e infravalorada Jackie Brown (1997), el de Knoxville tardó nada menos que seis años en volver a aprecer. Su regreso fue, sin duda, una nueva demostración de lo que el director era capaz. Kill Bill, en sus dos mitades, ofreció una espléndida muestra de su capacidad para crear un imaginario visual auténtico y exclusivo del sello Tarantino sin, por supuesto, dejar de partir de la más absoluta referencialidad.

Death Proof es, más que nunca, un festival de la referencialidad. Un puzzle de homenajes que se reparten por todos y cada una de sus imágenes, el homenaje entre homenajes que Quentin Tarantino haya realizado a su cúmulo de cultura cinematográfica y musical. Algunos de estos tributos son especialmente brillantes (la escena en la que el asesino "especialista Mike" saca fotos de las chicas desde lejos es tomada, música inclusive, de El pájaro de las plumas de cristal, obra de Dario Argento estandarte del cine giallo), otros están escondidos (la matrícula de Mike es la misma que la del coche de Frank Bullit) y con otros uno no puede dejar de preguntarse cómo han llegado hasta ahí ni por qué motivo (hablo del póster de El límite del amor que aparece en una de las localizaciones, cartel en que se distinguen a Charo López y Juan Luis Galiardo como protagonistas y en el que incluso se puede distinguir la palabra "Moncada").
El caso que en ese universo de referencialidad constante y por doquier, nadie le puede negar la riqueza de las imágenes que Tarantino filma para Death Proof, como nadie se lo había negado con ninguna de sus obras hasta la fecha. Ahora bien, esto no es óbice para reconocer que Death Proof es, hasta la fecha, su película más sencilla y menos inspirada, un slasher de carretera que sigue bebiendo de numerosas fuentes, pero que es incapaz de generar un universo visual de la riqueza de Kill Bill o Pulp Fiction, y ni mucho menos de alcanzar la pericia narrativa de esta última.

Aquí el verdadero espectáculo está en asistir a la mejor recuperación que Tarantino haya hecho de una vieja gloria del cine: Kurt Russell se suma a una lista en la que ya figuraban gente como John Travolta, Pam Grier o David Carradine. Russell disfruta como nunca con un papel que le viene como un traje a medida. Tanto es así que su personaje "stuntman Mike" es lo más memorable de la película, un carismático asesino de no menos carismático tupé, chupa colmada de pegatinas y enorme cicatriz que cruza su cara. Un aspecto extrañamente inquietante que se complementa con su terrorífico coche: un vehículo preparado para realizar acrobacias y choques de cine cuyo uso ha sido remodelado a gusto de las sádicas pretensiones de su conductor. El encanto del asesino interpretado por Russell consiste en tratar de parecer afable de cara a las chicas a las que pretende llevar a casa, para luego, una vez echado el pestillo, estremecerlas con su terrorífica carcajada.



Mike es uno de los mejores personajes incorporados por Tarantino a su obra, hasta el punto de que buena parte del carisma de Death Proof se centra en su (supuesto) personaje principal. El problema es que a mitad de película "stuntman Mike" desaparece (casi) por completo (y el casi es para que el espectador tenga que buscarlo entre los figurantes durante la segunda mitad del metraje). Cuando la película cambia de localización y cambia de grupo de chicas objeto de la perversa mirada del asesino, son ellas las que toman el relevo protagonista: Zoë Bell (doble de Uma Thurman en Kill Bill), Rosario Dawson, Tracie Thorns y Mary Elizabeth Winstead (hija de Willis en La jungla 4.0) paran a comprar algunas revistas y refrescos, hablan sobre tíos largo y tendido y se paran en una cafetería a rememorar viejas anécdotas, también largo y tendido. Demasiado largo y tendido. Sorprende en este punto que gran parte de esas conversaciones estén descargadas de referencialidad, homenaje o cultura/subcultura de cualquier tipo/subtipo, llegando a ser exasperante el momento en que se narra una anécdota de una foto cerca de una zanja en la que una de ellas calló, que nada nos interesa ni nada aporta al conjunto de la obra.
No es que sea injustificable que cuatro amigas hablen de cosas banales, sino que lo es el hecho de alargarlo en exceso y en detrimento de la desaparición del personaje con más fuerza que sólo volverá a tiempo para el gran duelo final. Incomprensible.

Death Proof es una obra menor de Tarantino, lo que en su caso sigue siendo una buena película. Sólo hay que recordar cualquiera de sus anteriores cinco películas para darse cuenta que reúnen más riqueza argumental, dialéctica y visual. En este caso lo mejor es contemplarla como el divertimento con clase que es, disfrutar del excelente repertorio musical de parte de la colección particular de discos de Quentin y jugar a buscar las pistas escondidas en cada rincón, cada fotograma...
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Grindhouse: Death Proof. Estados Unidos. 2007. 113'.
Director: Quentin Tarantino.
Guión: Quentin Tarantino.
Montaje: Sally Menke.
Fotografía: Quentin Tarantino.
Producción: Elizabeth Avellan, Robert Rodriguez, Erica Steinberg y Quentin Tarantino.
Diseño de producción: Steve Joyner y Caylah Eddleblute.
Vestuario: Nina Proctor.
Intérpretes: Kurt Russell (Stuntman Mike), Sydney Tamiia Poitier (Jungle Julia), Rosario Dawson (Abernathy), Vanessa Ferlito (Arlene), Jordan Ladd (Shanna), Rose McGowan (Pam), Tracie Thoms (Kim), Mary Elizabeth Winstead (Lee), Zoë Bell (Zoë), Omar Doom (Nate), Michael Bacall (Omar), Eli Roth (Dov), Quentin Tarantino (Warren), Monica Staggs (Lanna), Michael Parks (Earl).
Puntuación: 6,5
Ponte a prueba...
http://www.labutaca.net/films/53/grindhousedeathproof.htm (sobre la peli)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3438.html (crítica de la peli)
http://www.grindhousemovie.net/ (web oficial de Grindhouse)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1681.html (sobre Quentin Tarantino)
http://es.wikipedia.org/wiki/Kurt_Russell (sobre Kurt Russell)
http://www.cinefantastico.com/entrevista.php?id=80 (entrevista a Quentin Tarantino)

sábado, septiembre 08, 2007

La jungla 4.0



John McClane se hace mayor (unos 18 años mayor desde que salvó la Nakatoni Tower de manos terroristas), pero los tipos como él tienen dicho propio y se empeñan en aquello de que perro viejo nunca muere. De todas maneras ya sabíamos que McClane/Willis es invencible y que era capaz de cualquier cosa, desde salir ileso de la explosión de un carguero hasta de reventar un avión en pleno despegue. Lo que no sabíamos era que pasaría si McClane, policía duro y chapado a la antigua se enfrentara a una amenaza con la que no supiera por donde empezar ni tan siquiera hacerle frente. Ahora ya lo sabemos.

De eso va La jungla 4.0. Se agradece la capacidad de renovación de la amenaza que ha mostrado la saga en cada una de sus entregas, y ciertamente, esta última aventura de McClane parte de una premisa tan poderosa para captar la atención del espectador como inquietante para su sensación de seguridad: ¿qué pasaría si todo lo que funciona con ordenadores, es decir, casi todo, dejara de funcionar? McClane no entiende de ordenadores. Es más, en determinados pasajes de la película uno tiene la duda de si ha llegado a tocar alguno en su larga carrera policial. Esa es precisamente la mayor virtud de la película de Len Wiseman (tercera en su filmografía tras Underworld y Underworld: evolution): durante la primera hora de película, sin duda alguna la mejor, asistimos a un colapso progresivo de las instalaciones informáticas, de luz, agua e infraestructuras en general. Un ataque terrorista a gran escala que va insuflando una creciente sesión de terror e impotencia en la población, que va provocando el caos empezando por el tráfico y terminando por la transmisión en directo de la demolición del congreso. En medio de ese "caos total" (así se denomina está supuestamente utópica amenaza de gran magnitud), McClane recibe una rutinaria misión de detener al hacker Matt Farrell (Justin Long) y llevarlo a comisaría. Pero como no podía ser de otra manera, McClane está apareciendo de nuevo en el momento más inoportuno y en el lugar equivocado, y allí están esperando para asediar la casa un grupo de asesinos cargados de armamento militar y muy mala leche dispuestos a matar al joven hacker.



Así, La jungla 4.0 ofrece una intensidad constante, pero más hipnótica durante el primer tramo de película y justo antes de que la película se olvide del leitmotiv de su narración para desembocar en tiroteos y espectaculares escenas pirotécnicas sin descanso para el espectador. Esa es la diferencia entre Wiseman y McTiernan, entre La jungla 4.0 y sus predecesoras: McTiernan sabe, durante toda la película, lograr un tira y afloja entre vibrantes escenas de acción y momentos de desbordante suspense. Esas escenas además, solían funcionar por la utilización de unos secundarios de probada eficacia (Larry Bryggman en la tercera entrega, o Reginald VelJohnson en la original) que aquí no existe salvo em la excepción de Cliff Curtis en el papel de Bowman. Para cuando La jungla 4.0 descarrila en mecánicas y continuadas escenas de acción sin medida ninguna (alcanza el súmmum en la escena en la que un F-35 persigue y bombardea al enorme tráiler conducido por McClane), el malo de la película, Thomas Gabriel/Timothy Olyphant ya ha dejado ver su endeblez y el sustento de la película ya sólo está en manos de McClane. Porque aquí, sí que no hay nada que reprochar: Willis, a sus 52 años sigue demuestra una entrega más que McClane es el papel de su vida. Nació para ese papel, lo sabe ejecutar a la perfección y, aunque las circunstancias que le rodeen no sean las mismas que en Nakatoni, él solito es capaz de aguantar la película en los ya flojísimos minutos finales (el enfrentamiento final con Gabriel más que decepcionante es poco menos que ridículo).

Si bien pues hay lugar a la decepción en esta cuarta entrega, no es tanta como habría cabido esperar. Parece que los impulsores de este reinicio de la saga no se dieron cuenta de que no es Bruce Willis toda La jungla, sino que había otra parte responsable de aquella mítica película de acción de finales de los 80: John McTiernan. A día de hoy, la saga parece agotada como lo parecía hasta el estreno de esta entrega, y sólo queda disfrutarla como entretenimiento liviano e intrascendente mientras en nuestro fuero interno desearíamos darle el pasaporte a algún que otro productor mientras recitábamos aquello de "Yippee-ki-yay, hijo de...
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Live free or die hard. Estados Unidos. 2007. 130'.
Director: Len Wiseman.
Guión: Mark Bomback; basado en un argumento de Mark Bomback y David Marconi; sobre el artículo "A farewell to arms" de John Carlin.
Producción: Michael Fottrell.
Música: Marco Beltrami.
Fotografía: Simon Duggan.
Montaje: Nicolas de Toth.
Diseño de producción: Patrick Tatopoulos.
Vestuario: Denise Wingate.
Puntuación: 5
Entra en la jungla...
http://www.labutaca.net/films/53/lajungla40.htm (sobre la peli)
http://www.lajungla4.es/ (web oficial España)
http://www.livefreeordiehard.com/ (web oficial E.E.U.U.)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1349 (sobre Bruce Willis)
http://www.imdb.com/name/nm0936482/ (sobre Len Wiseman)
http://www.imdb.com/name/nm0193295/ (sobre Cliff Curtis)
http://www.lashorasperdidas.com/reportajes/nov2003.htm (sobre John McTiernan)

lunes, septiembre 03, 2007

De tres en tres: La jungla

Ahora sí. A pocos días del estreno de La jungla 4.0, incluso las televisiones se apuntan a recordar una saga que revitalizó en los 90 el cine de acción. Aunque las expectativas no son pocas cabe reseñar que en Live free or die hard, el único que repite es la pieza imprescindible: Bruce Willis o su alter ego John McClane. El que para muchos nos resulta la otra pieza básica del engranaje, el director John McTiernan (responsable de la primera y tercera entrega, la segunda fue dirigida por Renny Harlin), le pasa el testigo a Len Wiseman, cuyo currículum no es muy esperanzador, pues sólo tiene en su haber Underworld y Underworld: Evolution.


Pero antes de que sucumbamos a la decepción o a la sorpresa, siento que debo relanzar la pregunta de nuevo: ¿qué aventura de John McClane es vuestra preferida? ¿aquella en la que él solito reconquistaba un rascacielos tomado por terroristas? ¿esa en la que acaba haciendo explotar un avión en pleno despegue? ¿o más bien la última, en la que la pareja McClane-Zeus corrían como posesos de un lado a otro de Nueva York buscando bombas que desactivar? Servidor ya tiene su respuesta pensada...