No hay en el cine género que más haya necesitado reinventarse para sobrevivir que el fantástico en general, y el de terror en particular. Esto es tan cierto como que al establecimiento y consolidación de los distintos subgéneros les siguió su decadencia, posterior revisión tardía (en algunos casos) y nueva decadencia posterior. Si no, ahí están los clásicos de la Universal, que hicieron de Drácula y el Doctor Frankenstein formas de arte y acabaron muriendo para ser recuperados décadas más tarde por la Hammer británica. Lo propio sucedió con los vientos nórdicos de brujería que soplaron en los inicios del cine, el terror gótico italiano de los 60 y 70 o el nuevo terror asiático que en la segunda mitad de nuestra década se encuentra ya agotado. La cantidad de corrientes generadas por el cine de terror se corresponde en una buena parte a lo legendario y supersticioso, parte a los mitos que sobrevivieron al paso del tiempo y parte indispensable a los miedos inherentes a la naturaleza del hombre. Son formas diferentes que puede adoptar el terror, diferentes caras para hacer crecer la inquietud, el desquicio o el repelús. En dos palabras: dar miedo.
Sin embargo, la repetición de los miedos mencionados y sus variantes hasta la extenuación han hecho del cine de terror un género inevitablemente cargado de tópicos, con la consiguiente dificultad para esquivarlos. Es tras esa extenuación que revisar modelos a seguir del género puede ser la mejor receta para saber por donde empezar. Eso o volver a los puntos de inspiración de algunas de esas corrientes. La tercera vía pasa por esperar la sorpresa en un tiempo en el que casi todo está inventado, algo tan poco probable a estas alturas que, cuando sucede, resulta más grato que nunca. He aquí tres ejemplos de las caras que puede adoptar el terror:
Suspiria (1977) de Dario Argento pertenece al primer grupo. Se trata de un indiscutible modelo a seguir que ya merece la categorización de clásico. Argento tuvo como maestro en Mario Bava y prosiguió la corriente gótica italiana con una historia de brujas en una telúrica escuela de ballet alemana. Suspiria actualiza el mito de la brujería a un escenario tan tenebroso como el mismo medievo y lo adapta con una textura de tonos chillones, rojos perturbadores que colman cada escena y componen un estilo escandalosamente visual y una de las fotografías (a cargo de Luciano Tovoli) más llamativas que se recuerden. La perturbación se completa con la comunión de la escandalosa imagen con la atípica banda sonora que el mismo Dario Argento compuso con la banda de progressive rock Goblin, una suma de experimentales sonidos electrónicos, indefinibles instrumentos y voces de ultratumba. Solo esos dos ingredientes ya convierten a Suspiria en una delicia estética que, además, esconde tras el envoltorio una soberbia historia de asesinatos, magia negra y espíritus malignos. En un primer momento engaña con una escena truculenta, un asesinato más propio de los serial, sumamente desagradable e impactante en una escenario enrarecido hasta el extremo, casi expresionista. Entonces Suspiria cambia de registro y se mete de lleno en una atmósfera hostil, dictatorial en la que un miedo oculto se esconde para ir creciendo alrededor de la inocente Suzy (Jessica Harper). El desquicio imperante se delata en la extraña aparición de una plaga de gusanos, el ataque del perro-guía del pianista ciego de la escuela al sobrino de una de las regidoras y, pronto, las inevitables desapariciones y asesinatos de algunas de las alumnas que sabían demasiado. Susurros, pasillos lúgrubes, habitáculos desconocidos, trampas mortales... Suspiria se disfruta tanto como se sufre con su ambientación extrema y desquiciante que va in crescendo hasta culminar en un final extravagante y casi referencial a la serie B. Pero esto, claro, no le impide ser candidata a la mejor película de terror parida en Italia y un clásico no del todo consolidado en el género. Puntuación: 9
Ringu (1998) de Hideo Nakata no necesita presentación. Es la responsable directa de la propagación del cine de terror asiático que durante cerca de una década ha dado suculentos beneficios no sólo a las cinematografías de extremo oriente, sino también a las productoras norteamericanas que no tardaron en explotar el filón hasta el agotamiento mediante secuelas, precuelas, remakes y fantochadas de diversa calaña. La lista es larga y dejó de tener sentido para aburrir al público en algún momento, pero antes de todo eso, Hideo Nakata realizó una loable adaptación de la ya archiconocida historia de Sadako, el espíritu maligno de una niña asesinada que propagaba su maldición a través de una cinta de video. Cuando en 1991 Koji Suzuki escribió The Ring ni podía imaginar la repercusión que alcanzaría su segunda novela para convertirse en serial radiofónico, videojuegos, manga, película y acabar dando con ella el pistoletazo de salida a toda una oleada de terror nipón en el cine secundada por sus vecinos. Ringu presenta los primeros trazos de esa oleada y hace de ellos su premisa básica. Por ejemplo, huye del terror a golpe de sustos y violento subidón de volumen que formaba parte del repertorio de efectismos baratos del que Gore Verbinski dio buena cuenta en el remake norteamericano. Nakata teje la trama en una atmósfera deprimente y gris, casi siempre acompañada de lluvia, y deja que sea la propia historia la que asuste, sin necesidad de reventar tímpanos. No deja de ser una investigación de lo paranormal que es, en paralelo, un viaje al origen del horror, camino en el que la angustia de los personajes es inversamente proporcional a los días que les queda hasta la fecha de su muerte. Contagiar esa angustia fuera de la pantalla es su principal mérito; conseguir una aparición tan espeluznante del fantasma de Sadako arrastrándose fuera del televisor, su mérito más terrorífico. Puntuación: 7
Casi diez años y unas cuantas bazofias después, es inevitable desconfiar de la última exportación del género venida desde el lejano oriente o su correspondiente homóloga yanqui. Por eso The Host (2006) de Bong Joon-ho resulta una muy grata sorpresa a todas luces, partiendo de dejar atrás las historias de fantasmas con mala leche para volver al cine de monstruos. Y lo hace para bien, rehusando escenas sanguinolentas y de destrucción masiva en favor de un monstruo cuya motivación es la de cazar personas con las que alimentarse en su guarida de las cloacas. Los héroes son estúpidos, torpes y no se mueven por una conciencia de seguridad colectiva sino por salvar a un ser querido de las garras del monstruo. Ni siquiera está presente el estereotipado villano, sea el mismo monstruo o el antagonista cojonero que se interpone a toda costa en los objetivos del héroe. Si cabe apuntar hacia algún eje del mal son los mismos gobernantes, los que ponen en alerta biológica a la población y ejercen la política del miedo a través de las armas químicas. The Host tiene esos tintes sociales como los tiene de un cierto humor que va desde el gag hasta el humor negro, a pesar de que los desiguales resultados en este último campo den con alguna escena rayana en el ridículo (la familia llorando la desaparición de la niña). Tan original como el mismo monstruo que le da título (una creación digital brillante y de movimientos elegantísimos), la película de Joon-ho es una nueva esperanza para la recuperación del género. De una belleza visual por momentos impresionante, la escena que más elogios debería merecer es la correspondiente al primer ataque del monstruo: nada que envidiar a los mejores momentos de intocables como Alien. Puntuación: 7
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http://es.wikipedia.org/wiki/Dario_Argento (sobre Dario Argento)
http://en.wikipedia.org/wiki/Suspiria (sobre Suspiria, en inglés)
http://www.aullidos.com/leerarticulo.asp?id_articulo=36&id_Pagina=1 (sobre el terror asiático)
http://es.wikipedia.org/wiki/Ringu (sobre Ringu)
http://www.labutaca.net/films/43/thehost.htm (sobre The Host)
http://www.hostmovie.com/ (página web oficial de The Host)
Sin embargo, la repetición de los miedos mencionados y sus variantes hasta la extenuación han hecho del cine de terror un género inevitablemente cargado de tópicos, con la consiguiente dificultad para esquivarlos. Es tras esa extenuación que revisar modelos a seguir del género puede ser la mejor receta para saber por donde empezar. Eso o volver a los puntos de inspiración de algunas de esas corrientes. La tercera vía pasa por esperar la sorpresa en un tiempo en el que casi todo está inventado, algo tan poco probable a estas alturas que, cuando sucede, resulta más grato que nunca. He aquí tres ejemplos de las caras que puede adoptar el terror:
Suspiria (1977) de Dario Argento pertenece al primer grupo. Se trata de un indiscutible modelo a seguir que ya merece la categorización de clásico. Argento tuvo como maestro en Mario Bava y prosiguió la corriente gótica italiana con una historia de brujas en una telúrica escuela de ballet alemana. Suspiria actualiza el mito de la brujería a un escenario tan tenebroso como el mismo medievo y lo adapta con una textura de tonos chillones, rojos perturbadores que colman cada escena y componen un estilo escandalosamente visual y una de las fotografías (a cargo de Luciano Tovoli) más llamativas que se recuerden. La perturbación se completa con la comunión de la escandalosa imagen con la atípica banda sonora que el mismo Dario Argento compuso con la banda de progressive rock Goblin, una suma de experimentales sonidos electrónicos, indefinibles instrumentos y voces de ultratumba. Solo esos dos ingredientes ya convierten a Suspiria en una delicia estética que, además, esconde tras el envoltorio una soberbia historia de asesinatos, magia negra y espíritus malignos. En un primer momento engaña con una escena truculenta, un asesinato más propio de los serial, sumamente desagradable e impactante en una escenario enrarecido hasta el extremo, casi expresionista. Entonces Suspiria cambia de registro y se mete de lleno en una atmósfera hostil, dictatorial en la que un miedo oculto se esconde para ir creciendo alrededor de la inocente Suzy (Jessica Harper). El desquicio imperante se delata en la extraña aparición de una plaga de gusanos, el ataque del perro-guía del pianista ciego de la escuela al sobrino de una de las regidoras y, pronto, las inevitables desapariciones y asesinatos de algunas de las alumnas que sabían demasiado. Susurros, pasillos lúgrubes, habitáculos desconocidos, trampas mortales... Suspiria se disfruta tanto como se sufre con su ambientación extrema y desquiciante que va in crescendo hasta culminar en un final extravagante y casi referencial a la serie B. Pero esto, claro, no le impide ser candidata a la mejor película de terror parida en Italia y un clásico no del todo consolidado en el género. Puntuación: 9
Ringu (1998) de Hideo Nakata no necesita presentación. Es la responsable directa de la propagación del cine de terror asiático que durante cerca de una década ha dado suculentos beneficios no sólo a las cinematografías de extremo oriente, sino también a las productoras norteamericanas que no tardaron en explotar el filón hasta el agotamiento mediante secuelas, precuelas, remakes y fantochadas de diversa calaña. La lista es larga y dejó de tener sentido para aburrir al público en algún momento, pero antes de todo eso, Hideo Nakata realizó una loable adaptación de la ya archiconocida historia de Sadako, el espíritu maligno de una niña asesinada que propagaba su maldición a través de una cinta de video. Cuando en 1991 Koji Suzuki escribió The Ring ni podía imaginar la repercusión que alcanzaría su segunda novela para convertirse en serial radiofónico, videojuegos, manga, película y acabar dando con ella el pistoletazo de salida a toda una oleada de terror nipón en el cine secundada por sus vecinos. Ringu presenta los primeros trazos de esa oleada y hace de ellos su premisa básica. Por ejemplo, huye del terror a golpe de sustos y violento subidón de volumen que formaba parte del repertorio de efectismos baratos del que Gore Verbinski dio buena cuenta en el remake norteamericano. Nakata teje la trama en una atmósfera deprimente y gris, casi siempre acompañada de lluvia, y deja que sea la propia historia la que asuste, sin necesidad de reventar tímpanos. No deja de ser una investigación de lo paranormal que es, en paralelo, un viaje al origen del horror, camino en el que la angustia de los personajes es inversamente proporcional a los días que les queda hasta la fecha de su muerte. Contagiar esa angustia fuera de la pantalla es su principal mérito; conseguir una aparición tan espeluznante del fantasma de Sadako arrastrándose fuera del televisor, su mérito más terrorífico. Puntuación: 7
Casi diez años y unas cuantas bazofias después, es inevitable desconfiar de la última exportación del género venida desde el lejano oriente o su correspondiente homóloga yanqui. Por eso The Host (2006) de Bong Joon-ho resulta una muy grata sorpresa a todas luces, partiendo de dejar atrás las historias de fantasmas con mala leche para volver al cine de monstruos. Y lo hace para bien, rehusando escenas sanguinolentas y de destrucción masiva en favor de un monstruo cuya motivación es la de cazar personas con las que alimentarse en su guarida de las cloacas. Los héroes son estúpidos, torpes y no se mueven por una conciencia de seguridad colectiva sino por salvar a un ser querido de las garras del monstruo. Ni siquiera está presente el estereotipado villano, sea el mismo monstruo o el antagonista cojonero que se interpone a toda costa en los objetivos del héroe. Si cabe apuntar hacia algún eje del mal son los mismos gobernantes, los que ponen en alerta biológica a la población y ejercen la política del miedo a través de las armas químicas. The Host tiene esos tintes sociales como los tiene de un cierto humor que va desde el gag hasta el humor negro, a pesar de que los desiguales resultados en este último campo den con alguna escena rayana en el ridículo (la familia llorando la desaparición de la niña). Tan original como el mismo monstruo que le da título (una creación digital brillante y de movimientos elegantísimos), la película de Joon-ho es una nueva esperanza para la recuperación del género. De una belleza visual por momentos impresionante, la escena que más elogios debería merecer es la correspondiente al primer ataque del monstruo: nada que envidiar a los mejores momentos de intocables como Alien. Puntuación: 7
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http://es.wikipedia.org/wiki/Dario_Argento (sobre Dario Argento)
http://en.wikipedia.org/wiki/Suspiria (sobre Suspiria, en inglés)
http://www.aullidos.com/leerarticulo.asp?id_articulo=36&id_Pagina=1 (sobre el terror asiático)
http://es.wikipedia.org/wiki/Ringu (sobre Ringu)
http://www.labutaca.net/films/43/thehost.htm (sobre The Host)
http://www.hostmovie.com/ (página web oficial de The Host)
8 comentarios:
No he visto ninguna, para variar, así que sólo diré que el bicho mola un huevo.
P.D.: Me acabo de bajar Annie Hall y se ve toda verde ¬¬...
Eso es que le falta madurar...
También he visto hace poco "Los sin nombre", que creo que me la recomendaste. La verdad que, quitando del final que me pareció demasiado brusco y forzado, me pareció una buena película de terror, con algún momentos destacables y un Karra Elejalde al que el papel le viene como un guante. Además, el abuelo argentino da un miedo que te cagas...
Sí, sí. Yo la vi en el cine y me impactó. El abuelo argentino acojona, es la versión latina de hanibal o algo así. Tristán Ulloa también lo hace muy bien.
He querido seguir al director ese (creo que hizo Darkness o algo así), pero la verdad es que aún no he visto ninguna más suya. Tampoco he tenido muy buenas referencias del resto de su filmografía...
Sí, Jaume Balagueró tiene alguna más. Podrías empezar por "OT: la película", pero yo casi que me arriesgaría con "Darkness" o "Frágiles" (esa que sale Ally McBeal). Yo tampoco las he visto, así que habrá que seguirle la pista.
Pues ya debe andar lejos...
El terror tiene más caras que un "Quién es quién".
(leído con voz de Chiquito, cada uno como pueda)
Me aburro. A ver si actualizamos...
A ver si actualizas el tuyo...
Me aburro. A ver si actualizamos...
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