lunes, agosto 04, 2008

Mi vecino Totoro



La cuarta película de la filmografía de Hayao Miyazaki es un esbozo de los rasgos que definirán, en pocas películas, la que se alzará como su obra más maestra e universal: El viaje de Chihiro. Como los bocetos de las grandes obras de arte, el boceto es bello y de rasgos más simples, pero adquiere un carácter ineludible en la construcción final de la obra magnánima. Este es el caso de Mi vecino Totoro, nunca tan compleja como aquel inolvidable viaje, pero depositora de las bases de parte del universo de Miyazaki: aquel que rinde una sincera oda a la infancia y al poder de la imaginación; la fascinación por el mundo que le rodea, y la necesidad de crecer con y ser amigo de la fantasía, compañero de viaje que un día abandonará el sendero, pero que hasta entonces será nuestra arma más poderosa frente a los obstáculos del mundo real.

Así, Mi vecino Totoro es una elegía a la infancia, bucólica y rebosante de magia. Las dos hermanas que protagonizan la película de Miyazaki, Sitsaku y Mei, representan respectivamente la niña que deja poco a poco la infancia atrás y la hermana pequeña que vive en la más absoluta inocencia y pureza de la niñez. Mientras Sitsaku empieza a afrontar las responsabilidades de un adulto o advierte la existencia del sexo masculino, su prioridad máxima es la de cuidar de su hermana Mei, risueña y jovial niña que sólo piensa en jugar y proclama su creencia en un mundo feérico que no está al alcance de los más adultos. Por esta razón Sitsaku se encuentra, cada vez más, en la incerteza de creerla o no cuando su hermana, adentrándose en un túnel que encontró en medio de la maleza, llegó al refugio de un extraño ser corpulento y de enorme boca al que llamó Totoro. Esta variación de la Alicia de Lewis Carroll en su entrada a un mundo fantástico y de fantasía inefable corresponde a las necesidades emocionales de la pequeña Mei. Y su nuevo vecino Totoro, ser entrañable donde los haya, será aquel al que le corresponda ayudarla cuando la infante se enfrente a los miedos que la invaden: el temor a quedarse sin el padre protector y comprensivo o la madre hospitalizada. Totoro es un ser extraordinario que sólo un niño puede entender con racionalidad indiscutible, precisamente porque es un ser que pertenece únicamente a su mundo, el de los sueños y los juegos con duendes del polvo y pequeños seres del bosque, aquel en que un gatobús acude en tu ayuda si crees en él y te dejas guiar por su rumbo.



Esconde Mi vecino Totoro, bajo su narración aparentemente simple, un soberbio cuento sobre la infancia y sus maravillas, lleno de lirismo y sencillez, desposeído de pretensiones y de ideales más allá que los del ecologismo y la bondad del ser humano. Y no por ello este micromundo creado por el siempre inspirado Miyazaki supone un cargante derroche de alegría y optimismo. Miyazaki propone en su película, de forma sutil y magistral, el miedo a la pérdida como el principal enemigo de la felicidad de la infancia: la pérdida de la madre, enferma y hospitalizada; la pérdida de Mei, en un viaje movido por el amor y nunca por la racionalidad; y la pérdida del mágico mundo de Totoro, ese ser capaz de devolver la sonrisa a una niña con juegos en los que la diversión hace crecer un árbol hasta el cielo o correr entre el bosque con el veloz gatobús. Estas pérdidas nos recuerdan, no muy lejanamente, a la trágica pero imprescindible La tumba de las luciérnagas (Hotaru No Haka, Isao Takahata, 1988), realizada el mismo año también por el Estudio Ghibli. Sin embargo, al contrario que en aquella, Mi vecino Totoro está forzada a validar su tesis a través de un final optimista y radiantemente feliz: la imaginación en la infancia es un tesoro que transforma, deforma e idealiza el a veces gris mundo real. Un tesoro que es preciso conservar mientras el corazón deje de imponerse a la razón, y el niño deje de serlo.

Miyazaki realizó con Mi vecino Totoro un notable ejemplo de cine exultantemente inteligente, tan dirigido a los mayores que observarán nostálgicos la profundidad de su mensaje como los más pequeños, quienes quedarán tan inscritos e identificados en ese mundo mágico que propone el genio japonés que sus escasos 86 minutos de metraje se quedarán en un suspiro. Un suspiro y un recuerdo que perdure como la joya con la que un día fueron más niños que nunca.
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Tonari no Totoro. Japón. 1988. 86'.
Director: Hayao Miyazaki.
Guión: Hayao Miyazaki.
Música: Jo Hisaishi.
Fotografía: Hisao Shirai.
Montaje: Takeshi Seyama.
Producción: Toru Hara.
Puntuación: 8,2
Entra en el refugio de Totoro...
http://bango.blogia.com/2007/070601-mi-vecino-totoro-el-laberinto-del-troll.php (magnífico artículo sobre la película en El Cronicón Cinéfilo)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hayao_Miyazaki (sobre Hayao Miyazaki)

7 comentarios:

moonriver dijo...

Vaya, pues se la tengo que recomendar a mi amiga Su y su novio, que son fans. Incluso tienen un peluche de Totoro. Vaya pelma que me han dao con el bicho este, que todavia no se muy bien lo que es.
PD: Escribo sin acentos porque estoy en Suiza y el teclado no tiene esta opcion.

Jordi Revert dijo...

El bicho tiene su encanto, y por cierto, se convirtió en el emblema del Estudio Gibhli. La película es increíble, recomendada queda.

Quién pudiera escribir sin acentos por estar en Suiza, ¡disfrútalo!

CMB dijo...

Esta es su cuarta pelicula? Yo pensaba que solo tenia La Princesa Mononoke, el Viaje de Chihiro y el Castillo ambulante. Y si no me equivoco, son todas posteriores. Bueno, tendre ke ver esta.
Por cierto, segun iba leyendo tu poste iba pensando en recomendar la de la tumba de las luciernagas, que la he visto hace no mucho, hasta ke vi ke hacias referencia a ella. Me parecio buenisima, por cierto.

Jordi Revert dijo...

Las tres que mencionas son las tres últimas que llegaron a España y las que le dieron la fama en occidente (sobre todo después de que "El viaje de Chihiro" ganara el Oso de Oro en el Festival de Berlín y el Oscar a mejor película animada). Pero antes de ellas hay un buen puñado de películas de Miyazaki, entre ellas esta de la que he hablado o "Porco Rosso", película que, aun por debajo de las mencionadas, también es una película muy recomendable. Entre las que no he visto se encuentran también "Nausicaa del valle del viento", "Laputa: El Castillo en el Cielo" o "Lupin III: El Castillo de Cagliostro".

Recomiendo la retrospectiva que realizó el blogger J.P. Bango de toda la filmografía de Miyazaki:

http://bango.blogia.com/temas/este-mes...-miyazaki.php

Jordi Revert dijo...

Ah, y sobre "La tumba de las luciérnagas", es una película trágica hasta llorar, pero necesaria. No recuerdo ninguna otra película que reflejara tan bien los horrores de la posguerra en Japón.

Lola dijo...

Miyazaki me encanta y tengo todas sus pelis en dvd. A mi hermano pequeño tb le encanta porque viendo sus películas es cuando no se mueve del sofá ni un minuto (bueno, con miyazaki y con la de Wallace y Gromit). Recuerdo una época que se veía todos los días "Niki, la aprendiz de bruja". Es del estilo de Totoro, más infantil pero con mucho encanto.
Yo tengo un cojín de un fotograma de la película :P
En fin, has tocado un tema que me encanta, podría estar escribiendo un gran rollo comentando todas sus películas pero no es cuestión de abusar... Creo que todas merecen un vistazo.

Saludos!

Jordi Revert dijo...

Me quedan unas pocas para acabar su filmografía... De todas maneras, ahí va una pequeña anécdota: hice el experimento de ponerles "Porco Rosso" a dos de mis primos pequeños y accedieron a verla muy a regañadientes, y sólo hacia el final de la película, fueron enganchándose un poco más. Creo que Disney había hecho ya demasiado mella en ellos, pero me alegró que por lo menos se dieran cuenta que existía algo más ahí fuera que las películas del tío Walt.