sábado, noviembre 18, 2006

Coe(n)táneos


Bienvenidos al particular universo del asombroso director bicéfalo. Su imaginario les maravillará y transportará a través del más variopinto catálogo de sensaciones y estímulos. Desde las extravagantes rarezas 'freak' a los homenajes al cine negro de los Bogart y Huston. Incluye el recorrido la revisión de los clásicos de Homero en tono ameno y distendido sin olvidar a los más pequeños, que tendrán la diversión asegurada con sus cartoons preferidos. Bonitas postales y añoranza de antiguos romances de cine les esperan, todo con un toque de distinguido humor, algo negro a veces si usted me permite la licencia. Es, no lo pueden negar, una oferta innegablemente atractiva, cortesía del asombroso director bicéfalo que muy gustosamente le presentaré en las siguientes líneas.

Corrigo. 'Les' presentaré. Sus nombres, Joel y Ethan, Ethan y Joel. Contemporáneos del cine, coetáneos y bandera del cine independiente norteamericano, autores con mayúsculas e identidad propia forjada desde su opera prima, los hermanos Coen nunca quisieron hacer muchas películas, pero sí hacerlas bien. Pocos casos se han dado en el séptimo arte de miembros de una familia prodigados en el arte de crear y filmar historias, pocos más allá de la actuación donde sí tienen mención linajes como el de los Fonda o los Baldwin. Los Coen son un bicho raro, en singular, porque son uno: el director bicéfalo. El apodo no lo he inventado yo, y responde a la compenetración que muchos de los actores de sus películas aseguran tienen, hasta el punto de recibir la misma respuesta de ambos a una pregunta sobre el guión o su personaje.

Llegados a este punto, prescindiré de más anécdotas y haré lo propio con los datos biográficos que podréis leer en cualquiera de los links que os esperan al final del post. La mejor explicación posible a los Coen es su inexplicable e imposible cine, y por aquí empezaremos. Trasgresión e inconformismo, surrealismo y estilo, sustantivos que sirven de coordenadas para un cine inclasificable que encierra mil y un recovecos que no caben en este párrafo. Sólo un repaso a los títulos dirigidos por Joel y Ethan Coen da una idea de la complejidad de su filmografía, tan aparentemente divergente y a la vez tan coherente. Ninguna de sus películas tiene nada que ver con la anterior y, salvo contada excepción, hace alarde de una frescura y estilo visual incomparables en el cine norteamericano desde que estos dos hermanos entraron en su escena. Es el sello Coen, que permanece en películas muy alejadas entre sí pero que en su heterogeneidad componen una carrera brillante en constante tira y afloja entre el gran público y los sectores más críticos.

Sangre Fácil (Blood Simple, 1984) fue su oscuro debut en la dirección*. Oscuro por ser un honroso e intenso tributo al cine negro con tintes del subgénero gore. Temprano encuentro de influencias ya en su primera película, que no olvidaba su etapa de montadores en diversos filmes de terror, a destacar Posesión Infernal, rodada bajo la batuta de Sam Raimi. En Sangre Fácil los Coen ya demostraron urgencia por verter todo el cine que llevaban viendo e imaginando desde siempre. Declaración de intenciones en cuanto a la posición de la cámara y los planos en sí, que contradecían con la naturaleza muerta y austera del cine negro clásico. Su inconformismo también se manifestaba en el montaje, aspecto fundamental de cualquiera de sus obras que aquí firmaron bajo el seudónimo de Roderyck Jaynes. Sangre Fácil sentaba las bases Coen tanto en el apartado estilístico como en el narrativo, donde se desarrollaba una siniestra y turbia historia de celos y asesinato donde ya veríamos a una de sus actrices fetiches y esposa de Joel (el pequeño), Frances McDormand.


Tras entrar con paso firme en el cine independiente y hacerlo con la bendición de la crítica, los Coen quisieron volver a sorprender, y lo hicieron. Arizona Baby (Raising Arizona, 1987) es una película extraña, surrealista y llena de personajes inusuales. La segunda película de los hermanos presentaba un universo 'freak' sin precedentes en una historia con un referente visual muy claro: los cartoons. El estilismo acusado de Arizona Baby hace de ella una película alejado de lo comercial y no tan fácil de digerir, apoyada principalmente en personajes peculiares: el delincuente que intenta reintegrarse en la sociedad pero en el fondo no puede dejar de hacer de las suyas (un gran Nicolas Cage), la policía que se enamora de él (Holly Hunter), un motorista que parece venir desde el mismo infierno y un par de presos fugitivos que enturbian la nueva y apacible vida familiar del protagonista (uno de ellos John Goodman, que se convertirá desde entonces en un indispensable para los hermanos). La suma es una comedia única en su especie que, de nuevo, nada tendría que ver con la siguiente película de los Coen.


Esa fue Muerte entre las flores (Miller's Crossing, 1990). Vuelta al cine negro, negrísimo, en su deseo de recuperar los clásicos en blanco y negro sin dejar de darle su personalísimo toque. Más parsimoniosa que sus dos anteriores propuestas, menos estilista y más rendida a las delicias de una excelente fotografía de Barry Sonnenfeld, otro de los habituales (y futuro director de La familia Addams y Men in Black). Un punto fuerte de Muerte entre las flores es descubrir cómo los Coen desenvuelven una historia de gángsteres absolutamente clásica sin renunciar a sus credenciales, con un guión sólido donde abundan los buenos diálogos. El otro punto fuerte corresponde al reparto, descubriendo de nuevo al que será un nuevo actor fetiche, John Turturro, que al igual que Byrne, Finney o Marcia Gay Harden componen sólidas actuaciones (algo que, por otra parte, raramente veremos desfallecer en la carrera del director bicéfalo, excelente director de actores).


En 1991 llegó la hora de la verdad para los Coen. Barton Fink (1991) es su obra más madura, la más personal y lo más parecido al espejo en el que se podrían mirar. Recibió, además, el merecido reconocimiento en Cannes donde ganó la Palma de Oro ese año. Con Turturro y Goodman a la cabeza del cartel y prácticamente únicos protagonistas, Barton Fink es una mirada interior hacia la crisis creativa del autor. En ella, las paredes empapeladas de la habitación de hotel que constituye casi el único escenario, ejercen una fuerza claustrofóbica sobre el protagonista y el espectador, inmerso en una densa y ambigua atmósfera en la que convive con los demonios del escritor en crisis. Pura creatividad creada a partir de la anticreatividad reposada sobre los hombros de un inmejorable Turturro. En Barton Fink el surrealismo del universo Coen se mezcla con el calor pegajoso y la sensación de agobio que traspasa la pantalla y te envuelve sin remisión. Puro arte.



Pero el inescrutable destino quiso que tras la obra que les consagraba, El gran salto (The Hudsucker Proxy, 1994) acabará de la peor manera posible: en un gran batacazo. No es que la quinta película de los hermanos fuera mala, sino que distaba mucho de estar al nivel que sus predecesoras y, lo que es peor, en su intento de lograr una comedia al más puro estilo capriano con, una vez más, dándole el toque Coen, el despropósito se hizo evidente y se quedó a medio camino de todo. Tras Muerte entre las flores y Barton Fink, en El gran salto Joel y Ethan pisaron el acelerador y el resultado fue una película atropellada, fallida e incluso pretenciosa. De nada sirvió que Tim Robbins y la leyenda viva Paul Newman mantuvieran el tipo en una película menor que, por primera vez desde que iniciaran su carrera como directores quedó por debajo de las expectativas y, de paso, dejó constancia del carácter inimitable del cine de Frank Capra. Un paso en falso que ganaría su redención dos años después.


"Sucedió donde nunca sucede nada", reza la frase promocional de Fargo (1996) y de la noche a la mañana, el pequeño pueblo de Dakota del Norte saltó a la fama junto con el mayor triunfo de la carrera de los Coen. 7 candidaturas a los oscar de los que ganó el mejor guión original y mejor actriz (Frances McDormand) y el aplauso unánime de la crítica que la encumbró como una de las obras capitales de los 90. Los paisajes nevados y desnudos de Fargo son el escenario de una historia de asesinatos y miserias humanas que presume de un impresionante guión trasladado con maestría a un thriller que consta de un envidiable pulso narrativo. Es en este punto de la filmografía de los Coen donde se alcanza la perfecta simbiosis entre el cine negro, aquí más policiaco, con ese innato y pícaro humor del que gozan, no exento de una cierta malicia ni tampoco inteligencia. Especulaciones a parte de si el "basado en hechos reales" al que se hace mención en la película fue una broma o no, Fargo se reveló como el compendio de todas las virtudes de los Coen, todo lo mejor de su cine unido en su brillante sexto trabajo. Seguramente, por ella serán recordados.



Y claro, la siguiente se antojaba más complicada con todos las miradas puestas en ellos y las expectativas por las nubes. Llamaron a buena parte de su repertorio actoral favorito (John Goodman, John Turturro, Steve Buscemi, Peter Stormare...) y transformaron a Jeff Bridges en El gran Lebowski (The big Lebowski, 1998), un hippie tirado y vago que accidentalmente se ve envuelto en una trama de secuestro y extorsión a un millonario del mismo nombre. El gran Lebowski supuso una comedia de enredo y/o equivocación que contaba con una galería de personajes otra vez rayantes en lo 'freak', pero que se movían en un contexto cultural y social concreto (la guerra del Golfo) que permitía a los hermanos agudizar su ironía e integrarla plenamente en una sátira en la que cabía hasta un brillante vídeo musical (exquisita banda sonora, con Costello y Dylan entre otros) con delirio alucinógeno de 'el nota' (Bridges) en el que se eleva el surrealismo a la enésima potencia. Bridges desempeñó la mejor actuación de su carrera como el más divertido y absurdo antihéroe de los Coen y Turturro hizo una breve pero magistral aparición (impagable Jesús Quintana bailando a ritmo de Hotel California de los Gypsy Kings). Si hay una película de culto en la filmografía de los Coen, sin duda es esta.


Otra de esas imágenes con las que uno identifica el universo Coen es la de tres presos correteando por los campos de Mississippi. Son George Clooney, Tim Blake Nelson y (como no) John Turturro. Cualquiera diría que están protagonizando una revisión de la odisea de Homero, aunque viendo O, brother where art you? (2000) no es difícil adivinarlo. Elementos no le faltan: el nombre del protagonista (Ulysses Everett McGill), el cíclope encarnado por John Goodman, las tres sirenas que atraen a los fugitivos hacia un oasis de placer y perdición... No deja de ser llamativo que el título de esta adaptación libre del clásico lo deba al nombre ficticio de la película que menciona el héroe de Los viajes de Sullivan, de Preston Surges (1941). En cualquier caso, O, brother... se ganó de nuevo el respeto de Cannes y le valió a Clooney su globo de oro, con lo que se puede decir que salieron triunfantes de una de sus propuestas más arriesgadas. Las claves que le hicieron contar con el aval de la crítica fueron su una vez más brillante estilo visual y su singular reflejo de la época de la Gran Depresión a ritmo de folk.

Tras dos acertadísimas comedias, Joel y Ethan sentían la necesidad de volver a su género predilecto, el negro. El hombre que nunca estuvo allí (The man who wasn't there, 2001) estaba protagonizada de nuevo por un Bogart, un Marlowe que debía reunir al tiempo las cualidades indispensables de antihéroe: peluquero, poco habilidoso galán y sólo aparente hombre duro. Billy Bob Thornton fue aquí uno de los mejores protagonistas del que han dispuesto los Coen, haciendo totalmente creíble un Ed Crane asqueado de su vida, que busca por primera vez en su vida la emoción allá donde no debe y acaba pagándolo. Él no es el detective, sino la víctima que se ve envuelta en el homicidio y gradualmente verá como todo lo poco que tuvo se va derrumbando a su alrededor. El hombre que... es una renovación del 'cine noir' que los Coen convierten en el particular drama de un hombre desarraigado. Luces tenues y sombras abundantes (excelente la fotografía de Roger Deakins), el humo del cigarrillo flotando en el blanco y negro, el rostro adusto de Thornton... todo aquí tiene olor a clásico. Un clásico de los Coen y nuestro tiempo.

La fructuosa relación laboral entre los hermanos y Clooney les llevó a repetir asociación en Crueldad Intolerable (Intolerable Cruelty, 2003). Tributo a las 'screwball comedies', las esplendorosas comedias románticas del Hollywood de los 30, ambientadas en la alta sociedad y casi siempre con un enredo de por medio y/o guerra de sexos. Crueldad Intolerable es la película más abiertamente 'comercial' de los Coen y, paralelamente, la que marca un bajón en su filmografía luego acentuado con The Ladykillers. La apuesta por la comedia romántica se quedó en una película simpática, pero nunca entrañable, donde la mayor baza era la innegable química entre George Clooney y Catherine Z. Jones. A pesar de contar con buenos diálogos cargados de acidez e inteligencia, Crueldad Intolerable tiene un acabado frío, distante y previsible que la hace contar entre las obras menores de sus creadores.

Por último, poco que contar de The Ladykillers (2004). Su última película hasta la fecha es, también, la más floja. De nuevo abiertamente comercial, nos pone en alerta del bajón en la trayectoria de los Coen. En el caso de The Ladykillers, ni siquiera se puede defender la idea de la originalidad, puesto que es un 'remake' de la obra homónima de 1955 aquí traducida como El quinteto de la muerte. Cuando dos creadores natos como los Coen recurren al 'remake' de una comedia clásica como recurso, dejando un resultado además muy inferior del esperado, existe motivo para la preocupación. Con Tom Hanks a la cabeza de la banda de atracadores que se hospedan en la casa de una apacible ancianita para planear un golpe maestro al banco, The Ladykillers deja mucho que desear en el momento es comparada con cualquiera de las obras precedentes. Más efectista, menos inteligente y lo que es peor, apenas divertida salvo momentos puntuales, hacen que sea una película para olvidar salvo su (de nuevo) estilizado retrato de la sociedad sureña. Triste manera de celebrar dos creativas décadas de buen cine.


Este es el legado Coen (de momento). No del todo perfecto, no del todo constante, pero sin duda uno de los más importantes en las dos últimas décadas. Próximamente podremos ver Paris, je t'aime, una película coral francesa donde varios directores cuentan una historia con su particular visión de la ciudad de las luces. Sin embargo, los proyectos que pueden hacer olvidar las dos últimas decepciones son Hail Caesar y No Country for Old Men. La primera cierra la idiot trilogy iniciada con O, Brother... y Crueldad Intolerable, situándose en el mundo del teatro. La segunda cuenta con el atractivo de un renovado reparto en el que veremos, entre otros, a Javier Bardem, Tommy Lee Jones y Woody Harrelson. Dos oportunidades más para un reencuentro feliz (y fraternal) con el mejor cine de este par de coe(n)táneos.

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*Aunque en los créditos siempre figure Joel Coen como director y Ethan habitualmente aparezca como responsable de la producción, ambos son responsables de todas las facetas de sus películas. No será hasta The Ladykillers cuando aparezca acreditada por primera vez la dirección compartida.

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Algunos links de interés:

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1924.html (sobre los Coen, en general)

http://es.wikipedia.org/wiki/Joel_Coen (sobre los Coen, en general)

http://www.cinestrenos.com/cinefilia/temas/coen/1.htm (sobre Sangre Fácil)

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article432.html (sobre Arizona Baby)

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article914.html (sobre Muerte entre las flores)

http://cinefilia.bloxus.com/historias/8521 (sobre Barton Fink)

http://www.miradas.net/0204/estudios/2002/05_jcoen/gransalto.html (sobre El gran Salto)

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1773.html (sobre Fargo)

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article722.html (sobre El gran Lebowski)

http://www.lenguaensecundaria.com/resenas/obrother.shtml (sobre O, brother...)

http://www.labutaca.net/49sansebastian/themanwhowasntthere.htm (sobre El hombre que...)

http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article1688.html (sobre Crueldad Intolerable)

http://www.labutaca.net/films/22/theladykillers5.htm (sobre The Ladykillers)

8 comentarios:

Jordi Revert dijo...

No lo volveré a hacer, lo prometo...

Le di vueltas a lo de hacerlo por entregas, pero la verdad es que finalmente no le vi mucho sentido, tratándose de una filmografía.

P.D.: Premio para el que se lo lea :b

Anónimo dijo...

Cansino.

Cual es el premio?

Jordi Revert dijo...

Tú leételo y luego te lo digo

Silver dijo...

El premio es un tocino de verdad.

La pena es que de todas solo he visto O'brother y Arizona Baby. La segunda era una de mis favoritas hace unos años (antes de que Nick Cage fuera tan famoso) porque me parecía una gran rallada, en especial el motorista que coge al bebé como a un balón de rugby.

La de O'brother era la de los chungos, ¿no?

Anónimo dijo...

Joder Jordi, realmente no se que decir, porque creo q sólo he visto una, la que sale George Clooney concretamente...pero me puedo cagar en ti por hacer un post tan largo!! Me faltaba el aire al final!!

Anónimo dijo...

Mentira. También he visto la de Ladykillers, pero no me gustó mucho. Supongo que por eso se me ha pasado por alto

Sus dijo...

Confieso que he leído el principio y después he ido saltando a las partes que más me interesaban (grande por poner los carteles de las pelis). He visto 3, y de esas me quedo con 2: 'El gran lebowski' y 'Fargo'.

Fargo me impresionó mucho visualmente (imágenes como cuando el protagonista va caminando hacia el coche y lo encuentra enterrado bajo la nieve). Y me encantó la actriz secundaria, la que hace de poli embarazada.

Vamos, que me queda tooooda la filmografía de los Cohen por ver, sobre todo lo que hicieron al principio.

PD: Nadie ha visto 'The Illusionist'? Yo tengo unas ganas...

Jordi Revert dijo...

La de Illusionist no me hace especial ilusión verla, pero me han dicho que no está mal. Por cierto que se ha estrenado (o se estrenará)"El truco final" o algo así, esta con Hugh Jackman, que tiene una pinta muy parecida.

Sobre Fargo, es impresionante su estilo visual. El del gran Lebowski es más colorido, más arrollador, más onírico, pero Fargo es una de esas películas que las recuerdas con una imagen muy clara, de las que se te graban en la memoria y ya no las olvidas. En mi caso la recuerdo con Steve Buscemi y la escena del maletín en la nieve, y también a Peter Stormare con la trituradora. Me encanta.