domingo, marzo 25, 2007

Las ventajas de ser protestante (según Monty Python)



Un matrimonio protestante observa la interminable fila de niños que sale por la puerta de la casa de enfrente. Son los hijos de un matrimonio católico que, ante la imposibilidad de mantenerlos, ha decidido venderlos como cobayas humanas para experimentos científicos. Harry, protestante orgulloso, mira a través de la ventana con desprecio.

- Marido protestante: Pero mira esos malditos católicos ¡Llenando el maldito mundo de maldita gente que no pueden alimentar!
- Esposa protestante: ¿Qué somos nosotros?
- M.: ¡Protestantes!¡Y a mucha honra!
- E.: Ajahm ¿Y por qué tienen ellos tantísimos hijos?
- M.: Pues porque cada vez que tienen relaciones sexuales tienen que tener un hijo.
- E.: Nosotros hacemos lo mismo, Harry.
- M.: ¿Qué insinúas?
- E.: Que nosotros tenemos dos hijos... y hemos tenido dos veces relaciones sexuales.
- M.: ¡Eso no tiene nada que ver! Nosotros podemos hacerlo cuando queramos.
- E.: ¿En serio?
- M.: ¡Claro! Es más, debido a que no creemos en la palabrería papista nosotros podemos tomar precauciones.
- E.: ¿Te refieres a cerrar la puerta?
- M.: No, no... Me refiero a que por ser miembros de la iglesia protestante reformada que desafió con éxito el autocrático poder del papado del siglo XVI, nosotros podemos utilizar unas cosas de goma para evitar "eso".
- E.: ¿A qué te refieres?
- M.: A que si quisiera yo podría tener relaciones sexuales.
- E. (emocionada): ¡Oh sí, Harry!
- M.: Ya que poniéndome una funda de goma en el pene podría estar absolutamente seguro de que al eyacular tú no te quedarías embarazada.
- E.: ¡Ohhh!
- M.: En eso consiste ser protestante ¡Esa es la iglesia para mí! ¡Esa es la iglesia para cualquiera que respete al individuo y el derecho del individuo a decidir por sí mismo o misma! Cuando Martín Lutero clavó su protesta en la puerta de la iglesia en 1517, tal vez no fuera consciente del significado de lo que estaba haciendo, pero 400 años más tarde y gracias a él, querida, yo puedo ponerme lo que me de la gana en mi pilila. Y el protestantismo no se limita al simple condón, no: uno puede usar preservativo que hacen cosquillas.
- E.: ¿El qué?
- M.: ¡Preservativos que hacen cosquillas, que rascan, que muerden...! Preservativos que no están diseñados sólo para proteger, sino también para intensificar la estimulación de la unión sexual.
- E. (excitada): ¿Tienes uno?
- M.: ¿Que si tengo? Pues no. Pero si quiero puedo ir siempre que lo desee a la tienda de Harry con la cabeza muy alta y pedirle con voz firme y segura: ¡Harry, quiero que me vendas en el acto un condón, y hoy quiero uno que haga cosquillas! ¡Y eso porque soy protestante!
- E.: ¿Y por qué no lo haces?
- M.: Pero ellos... ¡Ellos no pueden! Porque su iglesia nunca dio el gran salto de la Edad Media, ni de la dominación de la supremacía episcopal extranjera!
- Voz del narrador: Pero a pesar de los intentos de los protestantes para impulsar la idea del sexo por placer, los niños siguen multiplicándose por todas partes.

Monty Python. El sentido de la vida (Terry Jones, 1983)

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