Nos encontramos ante una película única en su especie. Un western excepcional a todas luces y uno de los ejemplos más particulares del género por las coordenadas en las que se sitúa. No deja de ser una lástima que una película de una calidad tan extraordinaria haya pasado completamente desapercibida en nuestras pantallas y que haya resultado sólo parcialmente alabada por un sector de la crítica, aquel que no se ha limitado a atacar la película de Andrew Dominik fundamentándose en la longitud de su metraje y en el ritmo de su narración. Así que partamos de este punto y digamos que donde aquellos dijeron excesivo yo diré cautivador, y que donde aquellos dijeron parsimoniosa yo diré profunda e indagadora.
Hablo convencido de la excepcionalidad de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford desde que no retengo en mi memoria, quizás desde el Río Rojo de Howard Hawks (1948), una obra del género capaz de realizar una exploración tan profunda y tan rica de los personajes que la pueblan, haciendo de esa inspección de su detenido estudio de los dos hombres que gobiernan en el título y en la película, eje central que se sitúa bien lejos de cualquier convención que la tildara de un western más. A través de una profunda, fascinante y sí, extensa exploración de los caminos paralelos, tangentes y divergentes del afamado asesino y ladrón Jesse James (Brad Pitt) y del joven miembro de su banda Robert Ford (Casey Affleck), Dominik ha conseguido crear una historia que va más allá de los personajes para retratar brillantemente un tiempo y un lugar específicos (las últimas décadas del siglo XIX) y de paso recoger un análisis de una sociedad americana que, pese a pertenecer a aquel contexto, representa un comportamiento perpetuado a través de los tiempos. Un comportamiento en el que una figura tan amoral pero tan carismática como la de Jesse James puede acabar siendo saludada como leyenda y honrada por la memoria de la gente mientras un héroe anónimo como Robert Ford es reprendido como cobarde y despreciado por su acto por el resto de su existencia. Y después, sumergido en el olvido.
Pero tal es la complejidad que atesora la película de Dominik que hace que las últimas líneas escritas sigan, pese a todo, resultando enormemente tendenciosas. Y la razón es que la exploración psicológica de ambos personajes es de tal calado que nos es imposible situarnos en la posición de juez, un mérito que raramente han alcanzado pocos cineastas. Jesse James es el bandido despiadado y sanguinario que forja su leyenda a cada robo o asesinato perpetrado, cuyo carisma y capacidad para no ser atrapado a lo largo de su larga carrera delictiva ha inspirado la admiración de jóvenes que han crecido oyendo sus leyendas, entre ellos Robert Ford. Pero Jesse James también se nos presenta como un hombre profundamente desequilibrado, de un comportamiento impredecible que desvela su lucha interna y que le hace pasar de la afabilidad y el cariño que muestra para con su familia a la explosiva violencia con la que es capaz de golpear repetidamente a un niño para después romper a llorar. Un hombre que se ríe del extraño Ford ante los demás mientras que en solitario se sabe más común a él que a cualquier otro ser humano. Y él, Robert Ford, su más ferviente admirador, se presenta como un alma igualmente torturada por la cercanía a su héroe y el desprecio del mismo (“¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?”). Joven vulnerable, de voz quebrada y tez pálida, es el habitual objeto de burla por su rara naturaleza, en constante fricción con sus ansias de leyenda, de suscribir su nombre junto al de James en la historia y cuyo castigo será el de asesinar al hombre que admiró para cumplir la posterior condena del eterno odio popular.
La riquísima construcción de ambos personajes se rubrica con sendas memorables actuaciones de Brad Pitt y Casey Affleck. Esta película sólo puede existir a través de sus personajes, y tanto Pitt como Affleck no sólo se limitan a cumplir su cometido, sino a revivirlos con la magnitud suficiente para inscribirlos en la memoria del espectador. Si bien sabíamos del talento de Pitt (galardonado con la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia), Affleck toma aquí la oportunidad y la aprovecha para demostrar su calidad como intérprete, ya confirmada por encima de la de su hermano, pero llevada aquí hasta una inesperada enormidad que le llevó a una bien merecida nominación al Oscar como mejor actor secundario (pese a que este no pueda resultar secundario a Brad Pitt más allá de los títulos de crédito). A su alrededor, un conjunto de personajes, estos sí, secundarios, conforman la banda de Jesse James, todos ellos definidos y explorados con meticuloso esmero, en especial el hermano mayor de los James, Frank, interpretado por un siempre excepcional Sam Shepard.
Pero no sólo se condimenta de personajes la película de Andrew Dominik para construir una de las películas más destacadas del año. El cineasta deja claro que prefiere paisajes desolados tales como estepas nevadas y campos de trigo à la Gladiator, a áridos desiertos y poblados manufacturados. La cámara los contempla descubriendo en ellos su desnuda belleza con una sensibilidad digna del mismísimo Terrence Malick. Deja ver, Dominik, un particular toque de estilo cuando opta en los grandes planos generales, por dejar únicamente el centro del objetivo enfocando el paisaje mientras que el resto del plano permanece desenfocado. Tampoco faltan los homenajes a Centauros del Desierto (The Searchers, John Ford, 1956) ni incluso a los orígenes mismos del cine anclados en la fotografía y el teatro (el retrato fotográfico del cadáver de James, asistido por un numeroso público rememora, significantemente, los precedentes históricos del cine). Presentes están también las particulares obsesiones del cineasta (acá las botas sueltas, adelantando o significando la muerte de uno de los personajes o las sillas como señal de la pérdida, el abandono, o como lugar donde ambos protagonistas mecen sus guerras interiores), así como un meticuloso gusto por el detalle que se deja ver en esa cuchara removiendo el café que deja de moverse en el momento sabemos que Jesse James ha leído cierta noticia en el periódico. Se trata de un detallismo extremo que impregna toda la narración que, sin embargo, no oculta uno de los escasos “peros” que le pueden ser atribuida, este es, el uso de una voz narradora que vaga a la deriva por toda la película y se muestra demasiado inconstante, demasiado oportunista para ser tomada completamente en serio.
Pese a ello, las mencionadas virtudes forman una triada perfecta con el magistral tratamiento de los personajes (e, implícitamente, la dirección que Dominik ha ejercido sobre sus actores) y con el virtuosismo y la excelencia del apartado técnico, en el que la fotografía de Roger Deakins se revela simplemente mayestática: basta prestar nuestra atención a la escena en la que la familia James abandona su hogar y la cámara se detiene a observar, en la vacía casa, como las luces que se proyectan desde el exterior van desvaneciéndose lentamente. Por último, la conmovedora y nunca solemne música compuesta a la par por Nick Cave y Warren Ellis otorga a la película de Dominik una partitura acorde a las intenciones y magnitud de la obra, alcanzando su momento más excelso en la escena en la que Ford deambula por la casa vacía de Jesse James siendo Jesse James: acostándose en su cama y probando el tacto de las sábanas, acariciando su ropa y probándose su sombrero, pretendiendo tener las dos heridas de bala que él tiene alojadas en su cuerpo… Una pretensión de unicidad que es el fracaso de Ford y es el triunfo de la película. Una obra compleja, única y solitaria que ojalá el tiempo ponga en el lugar que merece.
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The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford. Estados Unidos. 2007. 160'.
Director: Andrew Dominik.
Guión: Andrew Dominik; basado en la novela de Ron Hansen.
Música: Nick Cave y Warren Ellis.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Dylan Tichenor y Curtiss Clayton.
Producción: Brad Pitt, Dede Gardner, Ridley Scott, Jules Daly, Brad Grey y David Valdes.
Diseño de producción: Patricia Norris.
Intérpretes: Brad Pitt (Jesse James), Casey Affleck (Robert Ford), Sam Shepard (Frank James), Mary-Louise Parker (Zee James), Paul Schneider (Dick Liddil), Jeremy Renner (Wood Hite), Zooey Deschanel (Dorothy), Sam Rockwell (Charley Ford), Garret Dillahunt (Ed Miller).
Puntuación: 8,5
Para saber más de la leyenda...
http://jessejamesmovie.warnerbros.com/ (web oficial)
http://wwws.warnerbros.es/assassinationofjessejames/ (web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/56/theassassinationofjessejames.php (sobre la película)
http://www.septimovicio.com/criticon/15112007_el_asesinato_de_jesse_james_por_el_cobarde_robert_ford_por_carlos_polite/ (reseña en Séptimo Vicio)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1342 (sobre Brad Pitt)
http://en.wikipedia.org/wiki/Casey_Affleck (sobre Casey Affleck, en inglés)
http://es.wikipedia.org/wiki/Andrew_Dominik (sobre Andrew Dominik)
Hablo convencido de la excepcionalidad de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford desde que no retengo en mi memoria, quizás desde el Río Rojo de Howard Hawks (1948), una obra del género capaz de realizar una exploración tan profunda y tan rica de los personajes que la pueblan, haciendo de esa inspección de su detenido estudio de los dos hombres que gobiernan en el título y en la película, eje central que se sitúa bien lejos de cualquier convención que la tildara de un western más. A través de una profunda, fascinante y sí, extensa exploración de los caminos paralelos, tangentes y divergentes del afamado asesino y ladrón Jesse James (Brad Pitt) y del joven miembro de su banda Robert Ford (Casey Affleck), Dominik ha conseguido crear una historia que va más allá de los personajes para retratar brillantemente un tiempo y un lugar específicos (las últimas décadas del siglo XIX) y de paso recoger un análisis de una sociedad americana que, pese a pertenecer a aquel contexto, representa un comportamiento perpetuado a través de los tiempos. Un comportamiento en el que una figura tan amoral pero tan carismática como la de Jesse James puede acabar siendo saludada como leyenda y honrada por la memoria de la gente mientras un héroe anónimo como Robert Ford es reprendido como cobarde y despreciado por su acto por el resto de su existencia. Y después, sumergido en el olvido.
Pero tal es la complejidad que atesora la película de Dominik que hace que las últimas líneas escritas sigan, pese a todo, resultando enormemente tendenciosas. Y la razón es que la exploración psicológica de ambos personajes es de tal calado que nos es imposible situarnos en la posición de juez, un mérito que raramente han alcanzado pocos cineastas. Jesse James es el bandido despiadado y sanguinario que forja su leyenda a cada robo o asesinato perpetrado, cuyo carisma y capacidad para no ser atrapado a lo largo de su larga carrera delictiva ha inspirado la admiración de jóvenes que han crecido oyendo sus leyendas, entre ellos Robert Ford. Pero Jesse James también se nos presenta como un hombre profundamente desequilibrado, de un comportamiento impredecible que desvela su lucha interna y que le hace pasar de la afabilidad y el cariño que muestra para con su familia a la explosiva violencia con la que es capaz de golpear repetidamente a un niño para después romper a llorar. Un hombre que se ríe del extraño Ford ante los demás mientras que en solitario se sabe más común a él que a cualquier otro ser humano. Y él, Robert Ford, su más ferviente admirador, se presenta como un alma igualmente torturada por la cercanía a su héroe y el desprecio del mismo (“¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?”). Joven vulnerable, de voz quebrada y tez pálida, es el habitual objeto de burla por su rara naturaleza, en constante fricción con sus ansias de leyenda, de suscribir su nombre junto al de James en la historia y cuyo castigo será el de asesinar al hombre que admiró para cumplir la posterior condena del eterno odio popular.
La riquísima construcción de ambos personajes se rubrica con sendas memorables actuaciones de Brad Pitt y Casey Affleck. Esta película sólo puede existir a través de sus personajes, y tanto Pitt como Affleck no sólo se limitan a cumplir su cometido, sino a revivirlos con la magnitud suficiente para inscribirlos en la memoria del espectador. Si bien sabíamos del talento de Pitt (galardonado con la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia), Affleck toma aquí la oportunidad y la aprovecha para demostrar su calidad como intérprete, ya confirmada por encima de la de su hermano, pero llevada aquí hasta una inesperada enormidad que le llevó a una bien merecida nominación al Oscar como mejor actor secundario (pese a que este no pueda resultar secundario a Brad Pitt más allá de los títulos de crédito). A su alrededor, un conjunto de personajes, estos sí, secundarios, conforman la banda de Jesse James, todos ellos definidos y explorados con meticuloso esmero, en especial el hermano mayor de los James, Frank, interpretado por un siempre excepcional Sam Shepard.
Pero no sólo se condimenta de personajes la película de Andrew Dominik para construir una de las películas más destacadas del año. El cineasta deja claro que prefiere paisajes desolados tales como estepas nevadas y campos de trigo à la Gladiator, a áridos desiertos y poblados manufacturados. La cámara los contempla descubriendo en ellos su desnuda belleza con una sensibilidad digna del mismísimo Terrence Malick. Deja ver, Dominik, un particular toque de estilo cuando opta en los grandes planos generales, por dejar únicamente el centro del objetivo enfocando el paisaje mientras que el resto del plano permanece desenfocado. Tampoco faltan los homenajes a Centauros del Desierto (The Searchers, John Ford, 1956) ni incluso a los orígenes mismos del cine anclados en la fotografía y el teatro (el retrato fotográfico del cadáver de James, asistido por un numeroso público rememora, significantemente, los precedentes históricos del cine). Presentes están también las particulares obsesiones del cineasta (acá las botas sueltas, adelantando o significando la muerte de uno de los personajes o las sillas como señal de la pérdida, el abandono, o como lugar donde ambos protagonistas mecen sus guerras interiores), así como un meticuloso gusto por el detalle que se deja ver en esa cuchara removiendo el café que deja de moverse en el momento sabemos que Jesse James ha leído cierta noticia en el periódico. Se trata de un detallismo extremo que impregna toda la narración que, sin embargo, no oculta uno de los escasos “peros” que le pueden ser atribuida, este es, el uso de una voz narradora que vaga a la deriva por toda la película y se muestra demasiado inconstante, demasiado oportunista para ser tomada completamente en serio.
Pese a ello, las mencionadas virtudes forman una triada perfecta con el magistral tratamiento de los personajes (e, implícitamente, la dirección que Dominik ha ejercido sobre sus actores) y con el virtuosismo y la excelencia del apartado técnico, en el que la fotografía de Roger Deakins se revela simplemente mayestática: basta prestar nuestra atención a la escena en la que la familia James abandona su hogar y la cámara se detiene a observar, en la vacía casa, como las luces que se proyectan desde el exterior van desvaneciéndose lentamente. Por último, la conmovedora y nunca solemne música compuesta a la par por Nick Cave y Warren Ellis otorga a la película de Dominik una partitura acorde a las intenciones y magnitud de la obra, alcanzando su momento más excelso en la escena en la que Ford deambula por la casa vacía de Jesse James siendo Jesse James: acostándose en su cama y probando el tacto de las sábanas, acariciando su ropa y probándose su sombrero, pretendiendo tener las dos heridas de bala que él tiene alojadas en su cuerpo… Una pretensión de unicidad que es el fracaso de Ford y es el triunfo de la película. Una obra compleja, única y solitaria que ojalá el tiempo ponga en el lugar que merece.
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The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford. Estados Unidos. 2007. 160'.
Director: Andrew Dominik.
Guión: Andrew Dominik; basado en la novela de Ron Hansen.
Música: Nick Cave y Warren Ellis.
Fotografía: Roger Deakins.
Montaje: Dylan Tichenor y Curtiss Clayton.
Producción: Brad Pitt, Dede Gardner, Ridley Scott, Jules Daly, Brad Grey y David Valdes.
Diseño de producción: Patricia Norris.
Intérpretes: Brad Pitt (Jesse James), Casey Affleck (Robert Ford), Sam Shepard (Frank James), Mary-Louise Parker (Zee James), Paul Schneider (Dick Liddil), Jeremy Renner (Wood Hite), Zooey Deschanel (Dorothy), Sam Rockwell (Charley Ford), Garret Dillahunt (Ed Miller).
Puntuación: 8,5
Para saber más de la leyenda...
http://jessejamesmovie.warnerbros.com/ (web oficial)
http://wwws.warnerbros.es/assassinationofjessejames/ (web oficial España)
http://www.labutaca.net/films/56/theassassinationofjessejames.php (sobre la película)
http://www.septimovicio.com/criticon/15112007_el_asesinato_de_jesse_james_por_el_cobarde_robert_ford_por_carlos_polite/ (reseña en Séptimo Vicio)
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/modules.php?name=News&file=article&sid=1342 (sobre Brad Pitt)
http://en.wikipedia.org/wiki/Casey_Affleck (sobre Casey Affleck, en inglés)
http://es.wikipedia.org/wiki/Andrew_Dominik (sobre Andrew Dominik)
3 comentarios:
Me quedé con ganas de verla, pero es que duró un suspiro en los cines. A ver si me la bajo de internet.
No te arrepentirás. Es una auténtica joya de esas que (espero) irán ganando importancia con el tiempo. Son malos tiempos para el western, pero este año "3:10 to Yuma" ha abierto la posibilidad de recuperarlo como un género de entretenimiento y para el gran público, y "El asesinato de Jesse James..." se convierte, en mi opinión, en la obra más importante del género en muchos, muchos años de cine.
Una maravilla, de principio a fin.
No he visto la película, aunque me resulta bastante llamativa. Tendré que pedirla...
Lo que sí quería comentar es que me resulta curioso como el género del western ha sido refugio en los últimos 15 años de cine de gran calidad casi sin excepción (Wild wild west no era un western, era algo chungo y raro).
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