El cine coreano ha demostrado en esta década ser una de las cinematografías con mejor salud en el panorama internacional. A la experiencia de realizadores de renombre y experiencia como Kim Ki-duk (Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera [Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom, 2003], Hierro 3 [Bin-jip, 2004] o El arco [Hwal, 2005]) se han sumado una generación de nuevos talentos que han conseguido poner Corea del Sur en el mapa cinematográfico y trascender más allá del mercado asiático al que normalmente se ven confinadas sus películas, desafiando de esta manera el Orientalismo cinematográfico que había limitado su expansión como productos válidos para las audiencias occidentales. Dos de las cabezas visibles de esa grupo de cineastas son Bong Joon-ho, autor de la inefable Memories of murder [Salinui chueok, 2003] y la monstruosa The Host [Gwoemul, 2006], y Park Chan-wook, autor de la imprescindible trilogía de la venganza.
Oldboy (2003) es la segunda de las películas que conforman la trilogía, posterior a la crudísima Sympathy for Mr. Vengeance (Boksuneun naui geot, 2002) y anterior a la perturbadora e imborrable (para bien y para mal) Sympathy for Lady Vengeance (Chinjeolhan geumjassi, 2005). Oldboy fue un éxito mayúsculo que traspasó las fronteras coreanas, pese a seguir llegando a algunos países más como película de culto que como propuesta mainstream del cine coreano. Probablemente sea la más comercial de la trilogía y probablemente la película de Park Chan-wook sea en ocasiones víctima de sus excesos y sus pretensiones. Pero sus imagenes quedan, una vez visualizadas, grabadas por siempre en la retina del espectador que entre de lleno en esta fábula sobre la venganza de crueldad desmesurada. Oldboy es un relato extremadamente violento pero de un lirismo excepcional; es una película donde las fronteras del héroe/antihéroe y el villano/víctima son desafiadas y transgredidas una y otra vez, una película en la que los valores morales del espectador son constantemente dinamitados, y una tragedia griega que concluye con uno de los finales más sádicos y perturbadores jamás contemplados. Rodada con una estética visual intachable, arrolladora, y rubricada con la inolvidable música compuesta por Jun-Seok Bang y Yeong-Wook Jo, que la eleva desde a un bello vals hasta épicos sonidos de venganza y muerte.
Su protagonista Oh Dae-su (Choi Min-sik) no es un héroe. Es un miserable, un despojo humano que recibe el castigo más desproporcionado posible por su extensa colección de pecados. Un antihéroe sometido a 15 años de encierro sin razón aparente. 15 años de rabia y sed de venganza que alimentan un alma ya de por sí perversa y cruel, y que explota en uno de los más excepcionales travellings del cine reciente:
Oldboy (2003) es la segunda de las películas que conforman la trilogía, posterior a la crudísima Sympathy for Mr. Vengeance (Boksuneun naui geot, 2002) y anterior a la perturbadora e imborrable (para bien y para mal) Sympathy for Lady Vengeance (Chinjeolhan geumjassi, 2005). Oldboy fue un éxito mayúsculo que traspasó las fronteras coreanas, pese a seguir llegando a algunos países más como película de culto que como propuesta mainstream del cine coreano. Probablemente sea la más comercial de la trilogía y probablemente la película de Park Chan-wook sea en ocasiones víctima de sus excesos y sus pretensiones. Pero sus imagenes quedan, una vez visualizadas, grabadas por siempre en la retina del espectador que entre de lleno en esta fábula sobre la venganza de crueldad desmesurada. Oldboy es un relato extremadamente violento pero de un lirismo excepcional; es una película donde las fronteras del héroe/antihéroe y el villano/víctima son desafiadas y transgredidas una y otra vez, una película en la que los valores morales del espectador son constantemente dinamitados, y una tragedia griega que concluye con uno de los finales más sádicos y perturbadores jamás contemplados. Rodada con una estética visual intachable, arrolladora, y rubricada con la inolvidable música compuesta por Jun-Seok Bang y Yeong-Wook Jo, que la eleva desde a un bello vals hasta épicos sonidos de venganza y muerte.
Su protagonista Oh Dae-su (Choi Min-sik) no es un héroe. Es un miserable, un despojo humano que recibe el castigo más desproporcionado posible por su extensa colección de pecados. Un antihéroe sometido a 15 años de encierro sin razón aparente. 15 años de rabia y sed de venganza que alimentan un alma ya de por sí perversa y cruel, y que explota en uno de los más excepcionales travellings del cine reciente:
3 comentarios:
me encanta esta película!!
aún tengo pendientes de ver las otras dos, de hecho ya las he conseguido :)
aquí no ha llegado la nueva peli de "Soy un ciborg", con las ganas que tenía de verla, supongo que me tocará esperar bastante más. Tampoco ha llegado la nueva de Kim Ki Duk. Ah! ni la de Emir Kusturica. ¿Has visto como está el panorama en Alicante? Qué desesperación!!
En fin, un saludo!
Gonzov83 dice:
De las tres solo he podido ver Oldboy y Sympathy for lady vengance, ambas peliculones anque si debiera quedarme con alguna de las dos sin lugar a dudas Oldboy, la escena del pulpo me impacto, por no decir el final.. pfff que venganza mas c*****
La de "Soy un Cyborg" no tiene ni tan siquiera fecha de estrena prevista, según lei en un gratuito hace unos días. Exactamente que igual que películas como la esperadísima "Diario de los muertos" de George A. Romero. Así estamos...
Sympathy for lady vengeance me dejó un sabor amargo que me duró días. El final no podría revelar de forma más explícita lo insoportablemente cruel que puede llegar a ser el ser humano. Y de paso, dejarnos ver que es lo que pasa cuando el pueblo toma la justicia por su mano (justo aquello a lo que se oponía Lang con su "M, el vampiro de Dusseldorf"). Sin embargo, "Odboy" me sigue conmocionando la que más, con su lirismo, su música, su héroe y su villano y al revés. Es la que me cautivó y me introdució a la trilogía de la venganza y, hoy por hoy, es la que sigo prefiriendo de las tres.
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