martes, diciembre 12, 2006

Retratos de la Nouvelle Vague (II): La mamain et la putain

Sólo una película tan desconocida, posterior y oculta por el espectro de la Nouvelle Vague podía ser tan perturbadora. A pocos se le escapaba que en 1973 la nueva ola había ya tocado a su fin y que sólo un realizador maldito como Jean Eustache podría permitirse el (último) capítulo final del movimiento cinematográfico más influyente y poderoso hasta la fecha conocido.

Película misteriosamente hipnótica, pese a sus 219 minutos, tour de force incomprendido y desconocido en España, su reaparición la convirtió casi automáticamente en película de culto. Elementos no le faltan. El trágico final de su director, quien se quitara la vida 8 años después, es uno de ellos, y a él se le incorpora el carácter nostálgico de la generación perdida, de la cultura desaparecida y del mayo del 68. Un último esfuerzo de retratar el mundo que pudo ser y que no llegó a ser, la vida desde el amor al amor, desde la bohemia y los cafés de París donde uno podía sentarse a dos mesas de Sartre a discutir sobre Murnau o Pabst. Una profunda desilusión.

Y a todo esto, Doinel (Léaud) ha crecido, pero no del todo. Ahora se llama Alexandre, extravagante y maniático Alexandre que vaga por las calles de París cual Horacio Oliveira, y dice que no tiene casa y añade que por suerte para él. Vive con su amante, la mamain del título (Bernardette Lafont), que le cuida y adora pese a la extraña convivencia que mantienen. Veronika, o la putain del título (François Lebrun), irrumpe violentamente en ese círculo tras un cruce de miradas en el café de una rue cualquiera y un intercambio de teléfonos. El círculo se estrecha, los papeles se confunden, el amante erudito y bohemio queda en evidencia, todos lloran lo perdido y que ya no queda nada por perder, mientras en el gramófono entona el Requiem de Mozart.

Y Edith Piaf, y Zara Leander, y Offenbach, y Bresson también... Ya no queda romanticismo, sólo putas y madres. Nada por lo que luchar, nada en que creer, la muerte lenta y dolorosa del 59, del 68, el umbral de la nueva era del miedo a la palabra, a la duda y la libertad. Dolor infinito el que encierra La mamain et la putain, el mismo que carcomía a Eustache fuera de su cine y le llevaba a hacer autorretratos dentro de él. Y el adiós de la generación perdida...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si, a pesar de sus casi 4 horas de pelicula creo que fua la unica en la que no di cabezadas en algún momento. A mí es la que más me ha gustado del ciclo (a falta de ver la de Hiroshima).
Me quedo con una frase: "En la declaración de los Derechos Humanos se olvidaron de dos, el derecho a irse y el derecho a contradecirse". Y es que la pelicula es una continua contradicción interior de los personajes. Refleja a la perfección las dudas de esa relación a tres, con tres personajes que no tienen nada claro lo que quieren, lo que sienten, y Eustache consigue identificarte con ellos.

Rompedora hasta el final, y unca mejor dicho. La última escena es para enmarcar (kien kiera verla y no seber el final ke deje de leer), con esa petición de matrimonio que es justo lo opuesto a una petición romántica, y con una respuesta a la altura: "voy a vomitar, si quieres casarte conmigo muevete y pasame la palangana" (o algo asi)

PD: no sabia que el prota era Antoine Doinel.

PD2: "el movimiento cinematográfico más influyente y poderoso hasta la fecha conocido"... sin exagerar

Jordi Revert dijo...

Sin exagerar.

De las 6 vistas en el ciclo, y descontando a "Cleo de 5 a 7", que es la que no vi, yo diría que sólo "Hiroshima, mon amour" se me hizo algo más cuesta arriba, ya comentaré más sobre ella.

"La mamain et la putain" para mí fue la sorpresa de esas cinco, llena de citas que me gustaría poner o escenas que me gustaría describir. Una es la que has dicho de la palangana, pero hay tantas...

Recuerdo a Alexandre esperando la llamada de Veronika (no sé si antes de la primera o la segunda cita) mientras escucha absorto la melodía melancólica que suena en el gramófono. También deja huella esa escena con los tres en la misma cama, o el famoso monólogo de Veronika. En fin, que toda la película en sí deja huella.

Bocio dijo...

amigos peninsulares, les escribo desde Buenos Aires, donde ayer a la nocha, hace tan pocas horas, he visto por primera vez esta madurísima e irrepetible obra. Acaba de largar el 11º BAFICI, festival de cine independiente de la ciudad, y antes y después de la proyección tuvimos el placer de dialogar con Françoise Lebrun, cuya presencia acompaña la retrospectiva integral de Eustache en el marco del festival. ¿Tienen idea si el guión de la película está editado en España? O la película misma, para poder comprarla con subtítulos. Les agradeceré cualquier info a ricardow@gmail.com

saludos