lunes, marzo 05, 2007

Z



En 1969 nació un milagro llamado Z. Un desconocido Constantin Costa-Gavras había leído la novela del también griego Vassilis Vassilikos sobre la reconstrucción ficticia del asesinato en 1963 del político demócrata Gregoris Lambrakis a manos de la dictadura militar. Con ese material entre manos, Costa-Gavras se pondría manos a la obra y reuniría un equipo de talentos, desde el escritor e intelectual español Jorge Semprún (quien elaboró junto al autor de la novela el guión cinematográfico), la fotografía de la Nouvelle Vague Raoul Coutard, la actriz griega por excelencia Irene Papas, y el compositor también griego y también por excelencia Mikis Theodorakis, responsable de la archiconocida música de Zorba el griego. La construcción de la película fue irremediablemente una tarea casi imposible partiendo de la financiación que Costa-Gavras no encontraba en su país. Sólo cuando convenció a su amigo Jacques Perrin (también actor en la película), este se decidió a crear su propia productora y, finalmente, Z pudo hacerse realidad como una coproducción entre Argelia y Francia que fue un éxito rotundo en todo el mundo, acaparando premios y alabanzas de la crítica. Era el triunfo del más desgarrador grito que el cine haya lanzado contra la opresión de las dictaduras y regímenes militares. Era el nacimiento del cine político y social de Costa-Gavras.

Z representa lo que el cine puede llegar a ser en su lucha política y social. Costa-Gavras hizo de esa lucha la seña identitaria de su carrera como director, en la que serían blanco de su cine la dictadura de Pinochet (Missing, 1982) o el poder de los medios de comunicación (Mad City, 1997). Z es punta de lanza de ese cine, hiriente, reivindicativa y de una fuerza extraordinaria. Como película denuncia es tan inteligente como contundente, partiendo de una sentencia que es toda una declaración de intenciones: "Cualquier parecido con hechos reales y personas vivas o muertas no es accidental, es intencionado". Como thriller político, es hipnótico y emocionante como pocos, con un ritmo narrativo apabullante basado en una economía visual directa y sin excesos. Utiliza los flashbacks como representación de las versiones de los interrogados de manera que Z es como un puzzle que va uniendo las piezas hasta hacer evidente una resolución que ya conocemos. Es en el proceso de indagación del juez interpretado por Jean-Louis Trintignant donde la intrépida narrativa de Costa-Gavras va in crescendo y alcanza puntos críticos cuando los intentos del gobierno por aplastar los progresos del caso se hacen palmarios. Es en la primera parte de la película, la correspondiente a la descripción del asesinato y su contextualización, donde Costa-Gravas pone en pantalla la tensión política y social que tan bien se le da: desde los preparativos del mitin para el que la oposición no encuentra lugar de celebración, hasta la convulsa masa que aborda y golpea a algunos de los políticos al salir del mismo y que termina en trágica muerte del diputado (Yves Montand).



Así la intensidad y la tensión se convierten en las coordenadas de Z. Y la implicación. La implicación de un grupo de actores conscientes de la trascendencia del proyecto. Entre el reparto encontramos algunos conocidos de Costa-Gavras que luego se convertirían en colaboradores habituales del director, caso de Jacques Perrin e Yves Montand. Tanto este último como Jean-Louis Trintignant, juez y protagonista, aceptaron rebajar su salario para trabajar en Z. El actor francés y la griega Irene Papas se convirtieron en cabeza visible del cartel, lo que supuso un impulso añadido a la carrera comercial de la película. Sin embargo, es de justicia señalar que la presencia de Papas es testimonial, secundaria, remitida a un par de momentos insuficientes para valorar su actuación, y en ningún caso protagonista como anuncian los títulos de crédito. El caso de Jean-Louis Trintingant es bien distinto. Su actuación, efectivamente, sí es principal (aunque no acaparadora, se trata de una película casi coral) y pasa de infundir el respeto en el espectador a intimidarlo con la misma eficacia que intimida a sus interrogados. Su personaje es una alegoría a lo que la justicia debiera ser: implacable e imparcial. Corrige una y otra vez a los testigos cuando dicen "asesinato" por "incidente" y, sin embargo, cuando la extorsión y la presión alcanzan sus mayores cotas en la fase final de la investigación, un resquicio de parcialidad asoma en su personaje como sin querer. Será el transcriptor el que interrumpa el interrogatorio para señalar algo que, ni nosotros mismos, habíamos advertido:

- "¿Escribo asesinato, señor juez? Ha dicho usted asesinato..."

Z concluye terriblemente. Desde el principio nos mostramos desconfiados ante el triunfo de la justicia y el derrocamiento final de la dictadura y, sin embargo, Costa-Gavras se permite crearnos ilusiones de happy end en la escena en la que se le comunica a la viuda del diputado (Papas) la resolución del proceso: los buenos ganan, el poder sí es vulnerable. Pero en la última escena, cualquier esperanza es aplastada cuando la realidad se impone y la democracia vuelve a ser aplastada por una nueva dictadura. Los créditos finales de Z son una impactante enumeración de todo lo que el nuevo régimen militar prohibió, dejando al espectador en estado de shock y liberando por fin la solución del enigma de la Z del título.

- "...Al mismo tiempo los militares prohibían: el pelo largo, las minifaldas, Sófocles, Tolstoi, Eurípides, romper los pasos a la rusa, hacer huelgas, Aristófanes, Ionesco, Sartre, Albee, Pinter, la libertad de prensa, la sociología, Beckett, Dostoievski, la música moderna, la música popular, las matemáticas modernas, y la letra Z, que en griego antiguo quiere decir está vivo."
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Z. Argelia y Francia. 1969. 127'.
Director: Constantin Costa-Gavras.
Guión: Jorge Semprún y Vassilis Vassilikos; basado en la novela homónima de Vassilis Vassilikos.
Música: Mikis Theodorakis.
Fotografía: Raoul Coutard.
Producción: Jacques Perrin, Ahmed Rachedi, Eric Schlumberger, Philippe d'Argilia.
Intérpretes: Yves Montand (diputado de la oposición), Irene Papas (esposa del diputado), Jean-Louis Trintignant (juez), Jacques Perrin (fotoperiodista), Charles Denner (Manuel), François Périer (acusador), Pierre Dux (General), George Géret (Nick), Bernard Fresson (Matt).
Puntuación: 8,5
EnlaZes...
http://es.wikipedia.org/wiki/Costa-Gavras (sobre Costa-Gavras)
http://www.escribeyloedito.com/cine14.htm (sobre Costa-Gavras)
http://www.rebelion.org/cultura/031005cg.htm (sobre Costa-Gavras)
http://www.topia.com.ar/articulos/memoria-freire.htm (sobre cine político)
http://www.eldigoras.com/eom03/2004/2/fuego27cgs14.htm (sobre la peli)
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/theodorakis.htm (sobre Theodorakis)
http://www.allocine.fr/personne/fichepersonne_gen_cpersonne=682.html (sobre Trintignant, en francés)
http://www.escribeyloedito.com/IRENEPAPAS.htm (sobre Irene Papas)



13 comentarios:

Luke dijo...

P

Jordi Revert dijo...

Claro, te la dejaré con la de Telefono Rojo, esa que me pediste hace ya nosecuantos posts :b A ver qué día nos vemos y te las dejo.

Creo que es el comentario más corto de la historia, Jorge...

Luke dijo...

Mira, como yo...

Anónimo dijo...

Laura, se te ha olvidado un signo de exclamación. Devuelve el sillón de la RAE... Es todo lo que tengo que decir sobre la película...

Anónimo dijo...

He visto Lawrence de Arabia (a ver si me animaba con el tema del desierto). En fin, que te podrías currar una crónica sobre esas casi 4 horas de película...

Jordi Revert dijo...

Buff... a ver si me animo, igual la meto en un post temático, ya veré... No es una película fácil de criticar, increíble en cuanto a la realización, perfecta técnicamente y con momentos soberbios, pero de una ética algo discutible, teniendo en cuenta que no sabría decir muy bien si el coronel Lawrence era merecedor de una película tan enorme. Pero bueno, quizá me meta más al trapo otro día.

Luke dijo...

Y eso que no la ha visto...

Anónimo dijo...

"...pero de una ética algo discutible, teniendo en cuenta que no sabría decir muy bien si el coronel Lawrence era merecedor de una película tan enorme... "

No entiendo eso. Si el director lo decide, se la merece. Que te caiga mejor o peor, pasa, pero no entiendo qué es discutible. No hay que ser un Dios o un Alejandro Magno para tener una buena película. Lawrence es, sin duda, uno de los personajes más emblemáticos de Inglaterra en el siglo XX.
Si te refieres al tratamiento y a su ideología, creo que hay que analizarla teniendo en cuenta su año, 1962 (creo). Eso dice muchas cosas de colonización y demás...

Jordi Revert dijo...

"Si el director lo decide, se la merece"

No estoy de acuerdo. No quiero que quede duda de que me parece una gran película, pero hay que tener precaución al retratar ciertos personajes. Desconozco la historia veredadera del coronel Lawrence, pero me parece que estaba más cerca de ser un sanguinario que un verdadero héroe. La película se debate entre esas dos facetas, pero creo que acaba encumbrando al personaje. Sí que es cierto que su ideología le debe mucho a la colonización inglesa y todo lo que conllevó, y es por esa misma razón que me lleva a verla con otros ojos y desde una cierta distancia. Por lo que a mí respecta, me es muy difícil llegar a empatizar con un personaje así...

Anónimo dijo...

Y por qué tienes que empatizar con él?? Acaso Alejandro Magno no era un sanguinario?? Y entonces él si se merecía una película así en la que sale bien parado??

O es que como es de hace muchos siglos no importa??

Jordi Revert dijo...

Pues precisamente porque hay películas que tratan de describir las acciones de un determinado personaje como las de un héroe y la unen a una mayor empatía hacia el mismo. En el caso de "El último rey de Escocia", por ejemplo, esto está bien diferenciado: Whitaker no es un héroe, sabemos perfectamente lo que es y aún así a veces nos cae peligrosamente simpático. En el caso de "Lawrence de Arabia" me da la impresión de que se dibuja al personaje como mucho más héroe de lo que es en realidad, haciendo hazañas de lo que a veces son matanzas, aunque deje un mínimo espacio para la autocrítica.
Y en cuanto a "Alejandro Magno", qué quieres que te diga, a mí me gusta bastante menos que esta, así que...

Anónimo dijo...

Pero no hablo de lo buena o mala película, eso está fuera de la discusión.
Hablo de lo primero que te cité... "...una ética algo discutible, teniendo en cuenta que no sabría decir muy bien si el coronel Lawrence era merecedor de una película tan enorme..."

Porque no es merecedor de la película?? No lo entiendo. No sé si porque no te cae bien o porque no lo consideras suficientemente importante. Lo primero me parece irrelevante (y en todo caso hablaríamos del enfoque, no de si es merecedor o no) y lo segundo, falso. Explicamelo porque no lo entiendo...

Jordi Revert dijo...

Me refería al tratamiento del personaje. Hay figuras que se engrandecen gracias al cine, pese a ser perfectas desconocidas o pasar desapercibidas. No digo que cada uno no pueda hacer la película sobre quien le venga en gana, pero no es lo mismo (y pido permiso para ponerme extremista) el Hitler de "El hundimiento" que el de "El triunfo de la voluntad". Y por otro lado, para mí hay personajes que tienen más valor que otros, lo que no me impide reconocer que sea una película mejor o peor.

Pero de quién sea el biopic, sólo es elección del director/impulsor de la película, claro. Si he dado a entender lo contrario, me retracto.