Sorprende la nueva película de Ridley Scott porque es un thriller poco usual (al menos, hasta su desenlace) y coherente con el marco socio-político en el que se desarrolla su acción, este es, el Oriente Medio después del 11-S y su relación inextricablemente directa con las decisiones tomadas desde el otro lado del mundo en Washington o Langley, Virginia (donde reside el cuartel general de la C.I.A.) en nombre de la salvación de la civilización. Y aquí "coherente" quiere decir que asume la paranoia occidental para con el terrorismo islámico sin instrumentalizarla como objeto de terror que infundar en el espectador, como "poco usual" viene a señalar que en Red de Mentiras Ridley Scott privilegia el enorme entramado de intereses y gestión de operaciones encubiertas, paralelas con sus respectivos fracasos e intentonas en lugar de exprimir al máximo las posibilidades de la acción en escenas rimbombantes y espectaculares que hacen poco acto de presencia.
No, la acusada espectacularización que todavía muchos siguen sin perdonarle a Scott no está ahí, sino en su uso excesivamente estilizado de la cámara, del que sí es culpable. Las ralentizaciones en una de las escenas de tiroteos, el montaje que persigue en no pocas ocasiones el estilo Greengrass o las ampliaciones y reducciones de campo con un plano que metamorfosea rápidamente y sin previo aviso son discutibles porque, argumentablemente, no casan con el estilo sobrio que aparentemente pregona el filme. Piensen en Syriana (Stephen Gaghan, 2005), una de las panorámicas más complejas y ricas sobre el Oriente de los intereses petrolíferos y políticos realizada en el cine. Su estilo dejaba poco lugar a dudas de que Gaghan, excelente guionista, quería prescindir de cuantas piruetas posibles en su planificación de los planos para despistar lo menos posible en una historia complejísima pero no inescrutable (virtud que le valió más de un vilipendio). Scott nunca aspiró a dicha complejidad y su historia, además, es otra bien distinta: una exposición de los entramados del espionaje en Oriente Medio y sus operaciones para capturar a un cabecilla de Al-Qaeda. En ese camino se muestran las múltiples traiciones; las mentiras, asumidas e intrínsecas al juego al que sus protagonistas juegan; las decisiones tomadas desde miles de kilómetros que desconocen la realidad sobre el terreno, que significan vidas que se asumen como daños colaterales; los cabezas de turco o las estrategias que se moldean, fallan y se vuelven a moldear con el objetivo último del derrocamiento del enemigo. Los escenarios predilectos de Scott a la hora de urdir susodichas subtramas son las embajadas o los pisos francos, amén de los cotidianos de la acomodada vida occidental de Ed Hoffman (Russell Crowe), jefe de división de Oriente Medio en la C.I.A. que bien puede dar una orden a su subordinado Roger Ferris (Leonardo DiCaprio) que implique traición, captura o muerte mientras deja a sus retoños en el colegio. Scott castiga ese cinismo y ese exceso de poder que asumen las instituciones gubernamentales estadounidenses sobre las agencias de inteligencia de aquellos países en los que debe actuar o sobre sus propios contactos, informadores y agentes infiltrados en una muy discutible cruzada en pos de la libertad.
Red de Mentiras se erige pues como un interesante thriller, plenamente implicado en un contexto socio-político al que no otorga profundidad pero tampoco pervierte con aberrante estrechez de miras ni patrióticas proclamaciones sobre la necesidad de someter a las invasiones bárbaras. Esto, junto a su brío narrativo se convierte en una de sus mayores bazas en una película que, no obstante, acaba derivando tristemente en su conclusión hacia fueros más reconocibles, típicos en los que el representante del bien trata de aleccionar al representante del mal mostrándole las contradicciones de su andamiaje moral con tono insolente. Es entonces cuando ya sospechamos lo que está por venir en los últimos minutos de un desenlace que se ha vuelto previsible y que se encuentra un punto por debajo del resto del metraje. Y esto no lo puede salvar la constatación epilogal de Farris de de que en ningún lugar estamos realmente seguros en el mundo de hoy, frente a la de Hoffman, que proclama que no hay inocentes en la guerra contra el terrorismo. Scott cierra así su película con un diálogo que presume el sentido último de la obra que, sin embargo, se ha mostrado poco preocupada en dirigirnos hacia alguna de estas reflexiones y más pendiente de canalizar su entramado bien construido de parte de William Monahan (Infiltrados). En ese recorrido, Leonardo DiCaprio se ha mostrado como el mejor del dueto protagonista, que comparte cartel y algunos planos, pero nunca duelo interpretativo. Mientras DiCaprio ejerce sobriamente su papel de agente erosionado, irritado por un superior que sistemáticamente le oculta información e interfiere en sus operaciones con otras paralelas, Crowe desprende cierta dejadez, quizás debido a los escasos matices de un personaje que ni siquiera llega a inspirar la inquina que debería. Reseñable en cambio, el trabajo de Mark Strong como jefe de la inteligencia jordana, siendo uno de los secundarios que más destaca entre el elenco.
En resumidas cuentas Red de Mentiras es un vehículo de entretenimiento que no cae en generalidades vacuas o simplismos que bien podrían ser propios de un producto de acción que remite explícitamente al complicado panorama internacional tras el 11-S, pero que tampoco busca reflexiones encontradas en torno a un mundo frágil ni subraya en exceso sus críticas hacia la política exterior estadounidense en el Oriente Medio. Sin embargo no es producto complaciente en este sentido, pues la inteligencia de su realizador le permite escapar a convenciones y tópicos recalcitrantes, pero sin ir más allá de lo mencionado. Y es que al final, resulta que Red de Mentiras está hecha de contextos magníficamente compuestos, en los que lo formal y lo intrépido se imponen al fondo y a lo reflexivo, pues poco de esto último queda tras dejar la sala del cine.
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Body of lies. Estados Unidos. 2008. 133'.
Director: Ridley Scott.
Guión: William Monahan; basado en la novela de David Ignatius.
Producción: Ridley Scott y Donald De Line.
Música: Marc Streitenfeld.
Fotografía: Alexander Witt.
Montaje: Pietro Scalia.
Diseño de producción: Arthur Max.
Vestuario: Janty Yates.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Roger Ferris), Russell Crowe (Ed Hoffman), Mark Strong (Hani), Golshifteh Farahani (Aisha), Oscar Isaac (Bassam), Ali Suliman (Omar Sadiki), Alon Aboutboul (Al-Saleem), Vince Colosimo (Skip), Simon McBurney (Garland), Mehdi Nebbou (Nizar), Michael Gaston (Holiday), Kais Nashif (Mustafa Karami).
Puntuación: 6,6
Web oficial
Web oficial (España)
Sobre la película
Sobre Ridley Scott
Sobre Russell Crowe
Sobre Leonardo DiCaprio
Sobre William Monahan (en inglés)
Crítica en La Butaca
Crítica en Cine, de José C.
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo. Película entretenida, a pesar de su superficialidad; lo que resulta triste es que sea de lo mejor que he visto en una sala de cine en los últimos tiempos.
Bueno, con todo lo mal que está la cartelera, aún se pueden encontrar buenas propuestas escarbando un poco. En cuanto a "Red de mentiras", con toda su condición de blockbuster sigue siendo del todo recomendable y hasta interesante. Pero uno echa en falta al gran Ridley Scott. Ayer leí que vuelve a retomar la ciencia-ficción en uno de sus posibles proyectos, y me pareció una magnífica noticia. Veremos en que queda...
Aquí la noticia:
http://noticias.labutaca.net/2008/10/13/ridley-scott-retoma-la-ciencia-ficcion-con-la-adaptacion-de-the-forever-war/
¡Saludos!
Gonzov83 dice:
Fue una peli que cuando sali de la sala dije... mas de lo mismo, me decepciono bastante la verdad... Ahora mismo blockbuster que me apetece solamente quantum of solace... a ver que tal porque casino royale me encanto
Pues sí, "Quantum of Solace" es también mi primera en la lista ahora mismo. "Casino Royale" y su nuevo Bond fueron una gran sorpresa que ahora toca confirmar con esta. Esperemos que no defraude...
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