A estas alturas no me cabe ninguna duda de que South Park es la mejor serie animada de la televisión. Sí, por encima de esa que todos estamos pensando. Para iniciarse en esta discusión, nada mejor que echar un vistazo a las disquisiciones que en su día hizo John Tones sobre los primeros 9 episodios (lástima que el proyecto Elitevisión no haya proseguido), más los sucesivos análisis episódicos que llegaban hasta aquel antológico Paco el flaco, título por el que conocíamos en España a Starvin' Marvin. A lo que íbamos: en lo que South Park saca enorme ventaja a sus competidoras es en su irreverencia, auténtica y genuinamente inteligente. Entre ese paso más allá que Los Simpsons no pueden dar (porque en el fondo saben que no pueden obviar su bien encubierto conservadurismo) y la evidencia exagerada de Padre de familia, South Park es la serie que no se casa con nadie y, mejor aún, no explica a nadie. Es la perfecta francotiradora, la que mejor disimula su exquisito aparato referencial, la que condiciona cualquier aparición estrella a su humillación...
En el primer capítulo de la séptima temporada, la serie lleva la parodia a un territorio al que dudo pocos se hayan atrevido. Hablo del episodio Yo es que soy un poco country, y no hablo de la sonora carcajada que Matt Stone y Trey Parker lanzan a costa de las reacciones sociales ante la Guerra de Irak, no. Hablo del chiste que surge de la reflexión de lo que se narra y cómo se narra, hablo del chiste a costa del flashback. Todo empieza cuando el Señor Garrison exige a sus alumnos un trabajo sobre 1776 y los Padres Fundadores. Cartman, Kyle, Stan y Kenny forman grupo y comienzan a leer al respecto, pero Cartman pronto se cansa, alegando que es demasiada información para un niño de 9 años. Tras un intento infructuoso de escaquearse, tiene una idea: ¡invocará un flashback para viajar a 1776! Así, enuncia en voz alta: "En 1776 los Padres Fundadores crearon América, ¡me pregunto cómo serían aquellos tiempos!... aquellos tiempos... aquellos tiempos", mientras se oye el recurrido sonido de transición a un episodio pasado. Nada sucede. Es la primera intentona de Cartman, que explica a sus amigos su estrategia ante la incredulidad de estos (y pese a que al final, como tantas veces, se demuestre que tenía razón). En las siguientes veces, Cartman intentará sofisticar la invocación: zoom in lento, repetición del sonido evocador, movimientos de manos, cierre de ojos... todo en balde. Hasta que llegamos a la solución final... (pinchar en la imagen para ver vídeo).
Cartman graba 50 horas del canal Historia y se auto electrocuta en una piscina con el grabador para conseguir su flashback... ¡y funciona! Cartman viaja a 1776 y mediante un número musical, aprende todo lo que necesita acerca de los Padres Fundadores. La parodia sobre esa forma de ruptura de linealidad narrativa (o mejor dicho, sobre la forma en la que arquetípicamente se ha utilizado) no discute ni excluye, sin embargo, su plena utilidad y funcionalidad. Y son detalles como estos los que acaban componiendo, en última instancia, una obra maestra.
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