lunes, septiembre 21, 2009

La frustración tiene forma de pavo

Uno de los traumas que todo el mundo debería experimentar al menos una vez en su vida es ese videojuego que fuiste incapaz de pasarte. Ese ante el que te rendiste presa del desespero, impotente al ver que todas tus horas de juego y todo tu bagaje en el terreno son insuficientes para descubrir qué más coño hace falta para pasarte esa fase, ese jefe en el que estás atascado y has tratado de abordar desde mil maneras distintas. Es una derrota terrible para todo devorador de juegos, una cura de humildad fatídica cuando descubres que no rentabilizarás el alquiler o la compra del juego de marras, cuando quedas consciente de que tu orgullo ha quedado irrevocablemente pisoteado... cuando sabes que recordarás tu vida tu fracaso, la frustración del momento de la rendición.

En mi caso la frustración tiene forma de pavo. El juego en cuestión era South park: Deeply impacted (era por entonces la época en la que nacía mi devoción hacia la serie de Trey Parker y Matt Stone), el cual alquilé para mi N64 un fin de semana, convencido de poder con él sin demasiados problemas. Se trataba de un shooter en primera persona de Acclaim, los mismos que habían firmado ese grandioso ejemplo del género que era el Turok 2. Creo recordar que fue en el segundo nivel cuando me topé con los pavos mutantes, directamente extraídos de uno de mis episodios favoritos de la serie, Paco el flaco (Starvin' Marvin). El pavo no era realmente un problema, más allá del cansino sonido que emitía hasta la agonía: te deshacías de él a base de bolazos de nieve, impoluta o amarilla que habías obtenido mezclándola con orina. El problema era acabar con la legión inacabable de pavos que venía después, capaz de llevar la experiencia a niveles ciertamente desagradables. El problema era que, después de pasar por tamaño suplicio, te encontrabas con un jefe de nivel que consistía (¿lo adivinan?) en un pavo descomunal que no había forma humana de superar.

Después de horas de pavos voceando e impotencia creciente, la rendición se hizo inevitable. El recuerdo de tan desagradable experiencia me vino hace unos días dando tumbos por el youtube. Fue allí donde encontré la reencarnación de aquel pesadillesco pavo. Y resulta que es el único también capaz de frustrar las aspiraciones de King Kong, Godzilla, Gamera y hasta el señor Poppy Fresh de proclamarse monstruo más grande del cine. Casi nada:




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