miércoles, agosto 12, 2009

Mi vida en ruinas


Mi vida en ruinas reivindica, muy lamentablemente, la postal griega bajo su caparazón (presuntamente) crítico. El variopinto grupo de turistas (de estereotipos) que es objeto de mofa acaba resultando, paradójicamente, un puñado de buena gente que al final tenía razón: la cultura aburre siempre, toda cita histórica sobra en un viaje a la cuna de la civilización, y la experiencia griega consiste en ver el Partenón, pasar por la tienda de recuerdos e ir a la playa. Así pues, la cinta de Petrie es algo cercano a una película-tópico que reafirma peligrosamente el viaje-tópico, sin dejar de denigrar la comedia a unos terrenos ya casi olvidados. Tiene de todo: chistes rancios de gays y nombres cacofónicos, acompañamiento musical de comedia ligera (ligerísima), perpetuación de estigmas varios (españolas divorciadas en busca de sexo, australianos tirados), un villano increíble (con su correspondiente castigo final) y el enésimo mensaje reaccionario encubierto.
Leer crítica completa en La Butaca

1 comentario:

lufago dijo...

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