sábado, enero 16, 2010

La cinta blanca


Si El lector de Bernhard Schlink se posicionaba como obra literaria clave en el sopesamiento de los “círculos de culpa” y la complicidad de una nación en la responsabilidad del ascenso y terror del nacionalsocialismo alemán (algo que, por cierto, ni la adaptación de la novela a manos de Stephen Daldry ni la fallida Good supieron trasladar a la pantalla tan bien como un filme en principio ajeno como era Vals con Bashir), no es descabellado señalar a La cinta blanca como el reverso germinal de aquella, uno que acude a la raíz misma para relatar lo que Manohla Dargis (The New York Times) ha venido a denominar «una historia sobre la fundación del nacionalsocialismo». Pero, más si cabe, y al margen de fascismos específicos, la cinta de Michael Haneke quiere subrayar el impacto de la educación y los riesgos implícitos en la evolución de una idea, de una doctrina inculcada. Y lo hace con desesperanza y gelidez, infundiendo la sospecha nunca resoluta del espectador sobre la candidez de un grupo de niños que parecieran traducciones hanekianas de los infantes de El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960).
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2 comentarios:

moonriver dijo...

Siento muchísimo disentir, pero ésta es una de las peores películas que he visto nunca. ¿Que refleja el ambiente opresor de la Alemania de principios del siglo XX en el que se gestó el nacionalsocialismo? Hombre, si no lo dijera el director es que no se me habría ocurrido ni en mil millones de años. Es más, si me dices que la película, en lugar de estar ambientada en la Alemania prenazi está ambientada en el Salt Lake City de comienzos del siglo pasado le habría visto mucho más sentido. Nunca supe qué quería contar la película y si no fuera por el diálogo en el que "la canguro" intenta explicar a un niño que no llega a los cinco años lo que significa la muerte, diría que el guión es una auténtica bazofia. Eso por no hablar de la falta de alma de los personajes y de que no existe ningún tipo de hilo conductor. ¿Que es una obra maestra por advertir de los peligros que tiene una educación excesivamente represiva? Pues es que ni siquiera eso lo veo; porque, aunque podemos imaginarlas, tampoco se ven claramente los daños psicológicos de esta educación disfuncional. En fin, que le doy un 2/10, siendo muy generosa.

Jordi Revert dijo...

Y yo me alegro muchísimo de que disientas, moonriver. Hay demasiada unanimidad a favor de esta película. En cualquier cosa sí estamos de acuerdo en una cosa: el contexto podría transponerse a cualquier otro lugar y tiempo. Sí, efectivamente Haneke señala que es "ese" contexto crítico, "ese" caldo de cultivo. Pero lo que está transmitiendo a propósito de la educación del odio es transportable a cualquier otro.

¡Saludos!